Cómo superar el miedo a las agujas

Cómo superar el miedo a las agujas

El temor a las inyecciones es más común de lo que se cree. Lo suele acompañar la aprensión a los objetos punzantes y a la sangre.

Cómo superar el miedo a las agujas

Están en todas partes. Las imágenes de jeringas y agujas penetrando un brazo aparecen en la televisión, en los sitios de internet y en las redes sociales. Lo que es rutinario y una felicidad para muchos puede ser una pesadilla para otros. Hablamos de quienes tienen fobias a las inyecciones.

El miedo exagerado a las agujas, que puede afectar a una proporción importante de la población, se ha hecho más patente desde que comenzaron las campañas de vacunación contra la covid-19.

Si bien es un temor más común entre los niños y con la edad tiende a desaparecer, en algunas personas puede convertirse en una fobia, que se conoce con el nombre de tripanofobia. Está relacionada con otras parecidas como la belonefobia (miedo a las agujas u objetos afilados), la hematofobia (miedo a la sangre) o el temor desmedido al delantal blanco, explica el psiquiatra Oscar Fiorio,  especialista en fobias y estrés.

Es un trastorno que afecta entre un 5% a un 10% de la población. De acuerdo con un informe de los Centros para el Control de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), un 7% de los americanos evita la vacunación por este motivo.

“El miedo a las agujas contribuye a que algunas personas tengan dudas sobre las vacunas. Incluso a que digan que son peligrosas y hacen mal. Generalmente quien tiene una fobia, por evitar enfrentarse a ese miedo, se pone en un mayor riesgo. En este caso, se expone a contraer una enfermedad que puede ser mortal”, detalló el especialista.

Fiorio explica las diferencias entre tener miedo y tener fobia. “Los miedos son respuestas racionales, hasta mecanismos de defensa. Si veo un león suelto, es normal que tenga miedo. Las fobias son temores extremos, irracionales”, compara.

Síntomas

Ante una inyección, una persona con fobia puede experimentar estos síntomas: taquicardia, sudoración, opresión en el pecho, temblores, pensamientos catastróficos, sensación de muerte inminente y en algunos casos hasta desmayos, explica la psiquiatra especialista en fobias Myriam Figueroa.

Es difícil afrontarlo, porque no se trata de una situación cotidiana a la que uno se pueda exponer con regularidad. Puede ocurrir por diferentes causas: cuando se asocia con alguna situación desagradable, cuando uno “aprende” esa angustia de alguien cercano o por una predisposición biológica a contraer miedo. A Figueroa le tocó atender muchos casos de personas que no se animaban a casarse porque eso implicaba hacerse los análisis prenupciales y someterse a las agujas.

Puede que sea difícil hablar de nuestro temor y buscar ayuda, pero es importante dar ese paso para empezar a superarlo. Este contexto de pandemia, en el que la vacuna se presenta como el  medio más importante para enfrentar el coronavirus, es un buen momento, señala Fiorio.

Técnicas de exposición

Hay diferentes estrategias. Las técnicas de exposición están entre las más importantes porque generalmente un paciente evita lo que le da fobia. La terapia incluye exponer gradualmente a la persona a esa situación temida. Cuando es el caso de las agujas, se hacen simulaciones de una situación de consultorio y se puede mostrar una aguja. De a poco se va avanzando, al mismo tiempo que se les enseña técnicas de relajación para enfrentar esos momentos, detalla el psiquiatra.

Figueroa agrega que un tratamiento puede durar unas tres semanas, aunque todo depende de cada caso. “Generalmente, hay que poner a la persona en contacto con el objeto temido, pero no en forma directa la primera vez. Se puede empezar con ir a comprar la jeringa y la aguja y animarse a llevarla en la bolsita de la farmacia. El paso siguiente, cuando se adaptó a manipular la bolsa, es pedirle que la abra. Finalmente, se les enseña a poder tocar la aguja y la jeringa para que la persona entienda que no corre ningún riesgo. Todo esto acompañado de una terapia cognitiva conductual y con técnicas de relajación y respiración”, detalla.

Si la necesidad es urgente (por ejemplo, debe vacunarse sí o sí cuanto antes o debe hacerse análisis por una enfermedad) se hace un apoyo farmacológico del paciente: lo medican con tranquilizantes y luego comienza el tratamiento para solucionar de fondo el problema, que sí tiene cura, según aclara Fiorio.

Ranking de las fobias

En general, por esta situación extrema de crisis sanitaria y social, aumentaron considerablemente las consultas por distintos tipos de fobia, pero muy especialmente por agorafobia, cuentan Fiorio y Figueroa. Se trata de un trastorno de ansiedad por el cual una persona tiene  miedo a lugares o a situaciones en las que cree que no va a poder escapar o no podrá recibir  ayuda en caso de necesitarla.

“En general la pandemia dejó muchas huellas en la salud mental de la gente. Atendimos pacientes con temor a enfermarse y llegar a la instancia de tener que ser internados, estar lejos de sus seres queridos y correr el riesgo de morir solo”, describe Fiorio.

Para muchas personas tener que salir de sus casas representa un trabajo diario. “Piensan que algo malo les va a pasar y que nadie podrá rescatarlos”, apunta Figueroa. Asimismo les cuesta no vivir obsesionados con las enfermedades, o no sentir ansiedad hasta por el más mínimo incidente. La pandemia se convirtió no solo en gran problema de salud física, sino también emocional, explican los profesionales.

Actualmente están atendiendo también otra situación: la angustia, la ansiedad y el estrés entre los adultos mayores que aún no tienen turno para vacunarse o que esperan la segunda dosis de la inmunización.

“La ansiedad es hacia lo que se desconoce. Es incertidumbre. Por eso la mejor medida que podemos tomar frente a esto es informarse y seguir tomando los recaudos necesarios que ya todos conocemos: barbijo, distanciamiento e higiene constante de manos. Hay que tomar conciencia, además, de que la vacuna no quiere decir que tengan que suprimir los cuidados”, remarcó.

¿Cuándo debemos buscar ayuda?

Debemos valorar hasta qué punto afecta nuestra vida esa fobia o la ansiedad que sufrimos. Cuando esta situación nos provoca una gran sensación de malestar, a tal punto que interfiere en nuestra vida cotidiana y nos paraliza, tenemos que solicitar ayuda a a los profesionales de la salud mental. Si tu miedo te impide  llevar una vida saludable o hace que te expongas a un mayor peligro hay que pedir ayuda a un especialista en salud mental. Por ejemplo, si evitás ponerte vacunas o hacerte análisis de sangre. El consejo es también para quienes viajan mucho y tienen pánico a volar: se sabe que el avión es el medio más seguro para trasladarse. Quienes lo evitan se exponen  mucho más al viajar en auto o colectivo. Son mucho más altas las probabilidades de sufrir un accidente en estos medios que un vuelo.

Pánico a las agujas en primera persona

Desde afuera puede verse como algo ridículo, desde adentro es un esfuerzo enorme para combatir ese miedo con la mayor dignidad posible, confiesa Diego (35 años, arquitecto). “Le tengo pánico a las agujas y a la sangre desde que tengo uso de razón. Cuando tengo que hacerme un análisis porque no  me queda más opción, pido camilla y me acuesto porque lo más probable es que me desmaye. Es tal mi fobia que si estoy viendo una película y aparece una inyección cierro los ojos inmediatamente”, explica.

La peor frase

“Voy a pedirte unos análisis” es la peor frase para quienes tienen fobia a las agujas, cuenta Lisandro (38 años, comerciante). “Entrás y le explicás al bioquímico sobre tu miedo.  Te dicen que no mires. El problema no está en mirar o no mirar; el problema está dentro, arraigado, es una angustia tremenda. Con el paso de los años es cierto que aprendes a reducir los daños. Estos son mis consejos: llego sobre la hora a vacunarme o hacerme un estudio. Si hay que hacerlo, que sea rápido. Uso mucho perfume para tapar lo que más pueda el olor a laboratorio (esa mezcla de aromas a alcohol, desinfectante). Siempre advierto de mi fobia y le informo que para la extracción voy a necesitar estar acostado en la camilla. Entonces, giro la cabeza y hablo mucho para aislarme de ese momento”, describe.

“Respiración y mentalización”

Fey Leites Rojas confiesa que aprendió a hacer muchos ejercicios de respiración y mentalización para bajar la ansiedad cuando debe enfrentarse a las jeringas. “Le aviso a quien me trata que les tengo miedo a las agujas. Me pasó un montón de veces, porque tengo dos hijas. El año pasado tuve a mi bebé en el Hospital del Este. Además de ponerme una vía me tocó hacer análisis de sangre e inyección de partogamma por ser RH negativo. ¡Me pincharon entera!”, detalla.

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