Swingers: ¿existen y funcionan los intercambios de parejas en Tucumán?

Swingers: ¿existen y funcionan los intercambios de parejas en Tucumán?

A la hora de los hechos, esta práctica sexual es difícil de concretar por la desconfianza y el miedo a quedar socialmente expuestos.

Swingers: ¿existen y funcionan los intercambios de parejas en Tucumán? IMAGEN ILUSTRATIVA

Una mano que da placer, dos cuerpos desnudos que se rozan, un beso dividido entre tres bocas y caricias de a cuatro… para quien logra detener los jadeos por un momento, el sexo tiene sus propias matemáticas. Con el auge informativo sobre las relaciones abiertas y los vínculos no monógamos, hay algunas prácticas sexuales alternativas que despiertan curiosidad y revierten los tradicionales dúos en la cama. Entre ellas está el swinging.

“Hay mucha confusión sobre lo que significa ser swingers: la palabra refiere al acto de oscilar entre nuestra pareja habitual y otros compañeros sexuales, con el consenso de ambas partes. Los intercambios sólo son sexuales y no hay (a diferencia del poliamor) un compromiso amoroso o una implicación afectiva con las personas externas que participan", explica la sexóloga Maira Lencina.

Estas escenas habitan en cientos de fantasías, pero al momento de actuar, la profesional afirma que son pocos los tucumanos que dejan de imaginar combinaciones de equipos o movimientos para salir -de verdad- “a la cancha”. “Los motivos de la reticencia son los celos, la inseguridad que genera la práctica y la fuerte carga de tabú que aún hay por detrás. Sin embargo, en Buenos Aires se realizan desde hace unos cuatro años eventos temáticos y hay clubes exclusivos para conocer gente nueva. De intentar un intercambio, lo usual es vivir la experiencia en secreto (en especial, al vacacionar o salir del lugar donde vivimos) y que los encuentros sean fugaces y únicos”, acota Lencina.

Hay varias formas de encarar el swinging, todo depende del rol que deseemos asumir. Lo usual es que el intercambio ocurra entre dos parejas casadas (u otro vínculo serio), de manera simultánea y en la misma habitación. Otra variante es que alguno de los miembros observe mientras “las cosas pasan” (bello voyeurismo). “El deseo de mirar a nuestra pareja con alguien ajeno es más frecuente en los hombres y pone en juego la excitación de ser un espectador íntimo. Hay que aclarar que los intercambios no son para cualquiera porque llevan a un alto grado de exposición. Puede contar sostener una erección en ese contexto y hay varones que sufren vergüenza o malestar por aproximarse -en algunos acuerdos- a actitudes/contactos bisexuales”, comenta la sexóloga Constanza Escalante.

Según la terapeuta, una vez que la semilla de compartir la cama crece, la mayoría de los casos se redireccionan a los tríos. “Esta modalidad de a tres tiene un aval social distinto porque crecimos con alusiones a ellos en la pornografía y hay una mejor apertura para contarlos. El mayor rechazo de los intercambios (ser swingers) es pensar que nuestra pareja busca a otro compañero sexual porque algo falla en casa, eso nos deja en una posición inferior y aparecen ideas del tipo '¿y si le gusta más lo que hace con él/ella?'", detalla Escalante.

Al arrancar

Pensar que los swingers aceptan las infidelidades y los engaños es un error. Al contrario, la práctica necesita del consenso. “El primer paso para iniciarse en el swinging es psicológico, implica aprender a disociar a nuestro compañero de vida y a quien amamos de los otros sujetos que participan en el sexo. El recorte de lo permitido solo involucra al ámbito sexual y una vez que acabemos las cosas vuelven a su estado original. Por eso es importante llegar a un acuerdo con pautas claras sobre lo que queremos, esperamos y rechazamos de un juego swinger”, argumenta Lencina. Para algunos, dichas limitaciones serán -por ejemplo- evitar los besos en la boca, omitir la penetración o dar el 100 % en el dormitorio para después perder por completo el contacto con la otra pareja-bisagra.

Antes que hacer ta te ti en un bar, la selección de los compañeros necesita ser charlada de antemano. “La elección de los candidatos ganadores debe ser de común acuerdo y hay que contemplar aquellos rasgos físicos que nos exciten a los dos por igual. Sin química ni atracción, los resultados serán negativos. Además, la regla de oro es chequear la higiene y el estado de salud de cada miembro y siempre utilizar preservativo para evitar enfermedades de transmisión sexual”, añaden las especialistas.

Una vez que los protagonistas fueron seleccionados, el siguiente paso es trazar un bosquejo del juego. “En las conversaciones previas entre swingers, hay que dejar claros algunos de nuestros gustos. Crear una lista de acciones para sumar mientras estamos desnudos vuelve la conexión rígida, pero es recomendable que se elija a una voz cantora para que en instantes de indecisión de órdenes, asigne movimientos o pida deseos. Aunque en primera instancia parezca al revés, tener instrucciones ayuda a evitar los titubeos en los principiantes”, aconseja Lencina.

Donde buscar

Enviar una cadena por WhatsApp a una decena de amigos con la consulta "¿che, conocen alguna pareja swinger?" es imposible. Entonces, ¿cómo se logra contactar con gente que busca lo mismo que nosotros? Debido a las restricciones sociales de la pandemia, la opción central para disfrutar felices los cuatro es recurrir al mundo digital.

“Lo usual es crear perfiles sin imágenes ni datos personales en las aplicaciones de citas como Tinder, Badoo o Grindr. En la descripción se coloca que buscamos un trio o intercambio y los demás usuarios pueden responder si están interesados. De dar un siguiente paso, la conversación puede redirigirse a WhatsApp o Telegram para mostrarse fotos y cerrar o rechazar el trato”, detalla Federico S.

Hace un año, el estudiante de Ingeniería decidió experimentar la práctica junto a su esposa. Él asegura que los fiascos y cuentas para hacer bromas son recurrentes en el camino. “El gran problema en Tucumán es la falta de discreción y el disfrute que la gente tiene por el chismerío, es difícil localizar parejas que sepan respetar la confidencialidad o que no crucen los límites. Pesa demasiado la idea de que alguien del trabajo, el grupo de amigos o la familia podría enterarse de lo que hacemos y discriminarnos”, asegura.

El otro punto de búsqueda son las redes sociales, en Facebook basta con ingresar la palabra “swinger” para encontrar usuarios creados para ese fin (también sin datos ni amigos agregados). “Hay páginas web pagas que tienen la misma función de una app de citas, pero su eficacia es menor dado que el rango de geolocalización toma a América Latina en su totalidad. Y, por último, alguna gente se anima a enviar mensajes privados al Instagram de sexólogos, sex shops o eventos del rubro erótico para que actúen como mediadores”, resume.


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