En el video “Bzrp Music Sessions, Vol. 36”, Nathy Peluso se voltea hacia la cámara (con una mirada ruda y campera Supreme) y predica: “este culo es natural, no plastic”. El público vía streaming enloquece, los tutoriales de perreo aumentan y la cantante se vuelve una reina urbana, pero ¿la belleza siempre debe ser un don innato? ¿no valen unos hilos tensores?
En 2009, según las estadísticas de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, Argentina estuvo en el séptimo puesto de los países con mayor cantidad de procedimientos estéticos respecto de su población total. Aunque ahora la tendencia haya cambiado (Brasil y México encarnan la pasión por el quirófano en América del Sur), nuestra relación con las cirugías plásticas es compleja.
“El estereotipo de latinos tiene una carga de exposición y erotización corporal muy fuerte. El cuidado físico es un pilar importante en nuestra sociedad y hay una inversión económica constante en peluquerías, spas y gimnasios. Además esa característica se nota en los productos culturales que consumimos como los programas de TV (con bailes en trajes ajustados), las fotos de las revistas de chimentos y hasta en las noticias que se vuelven tendencia”, comenta la psicóloga Flavia Carmona.
Yo prefiero...
Entre las cirugías estéticas más pedidas por los tucumanos, el primer puesto le corresponde a los aumentos mamarios. Luego aparecen las rinoplastias, el modelado del contorno corporal (con la liposucción y abdominoplastias) y la despedida de las bolsas en los párpados y la flacidez de las mejillas.
HOMBRES. Sus consultas son por calvicie, adiposidad mamaria y las bolsas de grasa que aparecen bajo los ojos.
Por supuesto, los retoques varían acorde con la franja etaria de los pacientes. “Los adolescentes concurren en general con deseos de modificar su nariz o mejorar la forma de sus orejas. Conforme avanza la edad, las intervenciones femeninas también se enfocan en el aumento mamario, la reducción del volumen de las glándulas mamarias y el levantamiento de senos. Además, en ambos sexos se ven las abdominoplastias (reconstrucción del abdomen) y lipotransferencias (trasplantes/injertos de grasa)”, explica el doctor Miguel Ángel Corbella.
La mayoría de las consultas es de mujeres. Sin embargo, el cirujano afirma que cada vez más hombres deciden someterse al bisturí para acabar con -por ejemplo- la calvicie. “A partir de los 40-50 años, las operaciones que priman se relacionan con el rejuvenecimiento facial”, añade Corbella.
Autoestima y límites
El listado de opciones que se ofrecen para nuestra metamorfosis es impactante. Podemos cambiar el color de los ojos, achicar la cintura al remover un par de costillas, elegir la pigmentación de la piel (nada nuevo para Michael Jackson), ser más altos... En algún momento deberíamos decir “basta”.
“Las cirugías suelen asociarse de manera errónea con fallas en la autoestima. Al contrario, es sano hacer una valoración personal y trabajar por todos los medios para modificar aquello que nos desagrada. Actuar (en vez de quejarnos) forma parte del autocuidado”, argumenta Carmona.
El peligro aparece cuando traspasamos esta línea de conciencia. “En esta época han aumentado los pacientes con trastorno dismórfico corporal. El cuadro lleva a una preocupación obsesiva por un defecto físico (imaginario o existente) y la necesidad de solucionarlo sin medir las consecuencias”, resume el psicólogo Tobías Gilabert.
En las redes sociales el resultado se ve con personajes que se volvieron famosos a raíz de sus transformaciones extremas. Hay barbies humanas (Valeria Lukyanova), modelos Ken (Justin Jedlica), mujeres vampiro con incrustaciones de cuernos (María José Cristerna) y admiradores que quieren igualar a sus ídolos.
“En muchas ocasiones, las cirugías son un escudo que tapa traumas, vivencias negativas o un malestar profundo. Esta es la diferencia entre un retoque estético saludable y uno pernicioso, dado que el paciente intenta subsanar desde lo externo un estado que necesita de acompañamiento terapéutico y ayuda psicológica. Por poner un ejemplo, hay mujeres que agrandan su busto solo porque se los pidió la pareja”, advierte Gilabert.
Seguridad y ética
Desde hace unas semanas, los peligros de la mala praxis en las cirugías estéticas retomaron el foco público con el caso del doctor Aníbal Lotocki, que tras la muerte de un paciente, permanece detenido en el penal de Ezeiza (Buenos Aires).
En la lista de denuncias en contra del “médico de los famosos”, hay pacientes que hablan de la utilización de sustancias dañinas para el cuerpo, como el metacrilato. Al respecto, las reglas son claras y hay una serie de certificaciones que cada especialista debe cumplir antes de hacer una operación.
“Todos los productos médicos utilizados en las intervenciones estéticas deben tener la aprobación de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat). Y, a su vez, los distribuidores en cada provincia deben contar con la aprobación del ente de salud”, explica Ángeles Torres, socia fundadora de Euromed.
Esta trazabilidad de Anmat permite demostrar la calidad y la seguridad de los productos (hilos tensores, ácido hialurónico, prótesis mamarias, etcétera) desde que ingresan por la aduana hasta que son implantados.
“Antes de operar, hay que generar una confianza mutua entre el profesional y el paciente. Lo correcto es hacer una buena historia clínica en la primera entrevista, diagnosticar lo que incomoda y evaluar las expectativas de los resultados. Además de realizar estudios complementarios para confirmar el estado de salud. Con esto se reducen las posibilidades de riesgos”, resume Corbella.
