A deconstruir los roles femeninos en los dibujos animados

A deconstruir los roles femeninos en los dibujos animados

CAMBIOS. En los últimos años, se busca derribar viejos mandatos. CAMBIOS. En los últimos años, se busca derribar viejos mandatos.

Sucedió un día viendo el dibujo animado “Hola Ninja” (2019, Netflix) que cuenta la historia de Wesley y Georgie -un niño y una niña- que se transforman en ninjas y acceden a un mundo mágico para resolver sus problemas cotidianos.

Hasta ahí nada nuevo, es más, resulta divertido que dos niños transformen su realidad cotidiana con historias y personajes fantásticos. Pero, en uno de los diálogos, se representó nuevamente el estereotipo femenino que se reitera en las ficciones una y otra vez, como si las mujeres no fuesen diferentes unas de otras: si bien ambos niños poseen su “poder ninja” Georgie es quien tiene las ideas y Wesley es el “valiente” que las lleva adelante. Invertir los roles no era complicado para los autores de la trama. O quizás solamente dotar a la niña de las mismas características que al varón y pincelar sus personalidades con alguna cualidad propia.

“Los medios tienen el poder de educar y moldear tus pensamientos. Tienen un poder incalculable en tu mente cuando te podés ver reflejado en la pantalla”, dice Shonda Rhimes creadora de la popular serie “Grey’s Anatomy”, en el documental This Changes Everything. Allí, explican, es un hecho que la mayoría de las producciones de cine y TV en Estados Unidos, son realizadas por hombres.

La actriz Geena Davis (Thelma & Louise, 1991), protagoniza este documental junto a otras actrices, directoras y escritoras. Ella creó el Instituto Geena Davis para la inclusión del género en los medios y comenzó a militar a favor de la igualdad femenina en las producciones televisivas y cinematográficas. Todo comenzó cuando veía la TV, junto a sus hijas, y observaba que no existían modelos femeninos en las diferentes ficciones. Así, comenzó una lucha por incluir a profesionales mujeres que busquen generar igualdad en los roles que se les designan a los personajes. Tal como lo explican: no solo se están formando las mentes de las pequeñas niñas norteamericanas, sino que la cultura del norte traspasa las fronteras hacia todo el mundo.

Disney lo entendió -tarde pero seguro- y comenzó a producir desde 2010 historias con sus “nuevas” princesas. A partir de La Princesa y el Sapo (2009) -una joven afroamericana que solo desea abrir su propio restaurante-, Rapunzel (2010) -la joven encerrada en la torre-, pasando por Valiente (2012), Frozen (2013) y Moana (2016); hubo un cambio en estos estereotipos de heroínas. Las características básicas de estos personajes son que no están esperando a un hombre “salvador” y la historia no finaliza con un beso y casamiento como sucedía con Blancanieves (1937), Cenicienta (1950) o La Bella y la Bestia (1992).

Aunque Rapunzel todavía persigue esos viejos mandatos patriarcales en donde la mujer solo se desarrolla casándose, hay algunos guiños de independencia en ella. En Valiente, la princesa Mérida, hija de un rey escocés es una hábil arquera que desea iniciar su propio camino en la vida, sin casarse como lo indica el mandato materno. Mientras que las hermanas Elsa y Ana, de “Frozen” y “Moana”, salvan a sus respectivos pueblos de las adversidades, convirtiéndose en poderosas líderes.

Y es acá cuando el verbo francés déconstruire, llega a desmontar también lo que se venía haciendo. La famosa “deconstrucción” no alude a un trabajo que deben hacer de manera exclusiva los hombres. Es toda la sociedad la que debe demoler actitudes, gestos y acciones, a través de un análisis intelectual, para derribar las estructuras conceptuales impuestas desde hace miles de años.

La deconstrucción se lleva a cabo señalando, notando las cosas que no están bien o que perpetúan la desigualdad de oportunidades para hombres y mujeres. Evidenciando las ambigüedades, las fallas, las debilidades y las contradicciones de una teoría o de un discurso. Un ejercicio difícil pero necesario.

Una escena imperdible sobre las princesas de la factoría Disney y que demuestra lo deconstruido que está ese imperio sucede en la secuela de Ralph ,el Demoledor (2012), WiFi Ralph (2018). Cuando la protagonista Vanellope se encuentra en una habitación con todas las princesas de Disney y se lleva adelante un diálogo feminista. Allí, Disney se burla de Disney, las princesas se cambian sus encorsetados vestidos por unos cómodos joggings, hablan de los “traumas” generados por sus progenitores y de cómo solo se es princesa si estás esperando a un príncipe. “¿Qué les pasa a ustedes, necesitan que pida ayuda?”, insiste casi asustada la pequeña corredora de carreras del juego Sugar Rush.

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