Táctica, dominio emocional y la conexión colombiana

Táctica, dominio emocional y la conexión colombiana

El domingo, Boca y River medirán sus fuerzas (sobre todo ofensivas) y procurarán minimizar sus debilidades (fundamentalmente defensivas).

Que quede claro. El 7 a 1 con que Boca liquidó a Vélez fue una anomalía. Una tarjeta de invitación a una fiesta sorpresa que el fanático del “Xeneize” no esperaba, mucho menos tomando como base las flojas actuaciones en partidos recientes. Y que también quede claro: puede que goleadas brutales como estas inflen el pecho, lleven la autoestima en un avión caza a la estratósfera, alimenten el morbo de querer repetirla a la brevedad. Eso está bien y es algo lógico. Pero por delante, el domingo, hay un Superclásico. Con lo que eso significa.

¿Puede Boca repetir ante River lo hecho como equipo frente a Vélez? Veamos primero las variables...

Los números no siempre son indicativos del funcionamiento de un equipo. Pueden decir, por ejemplo, que con cuatro fechas Boca se situó en la zona B de la Copa de la Liga Profesional a un punto de la vanguardia tripartita Lanús-Independiente-Vélez. Que es el equipo más goleador del grupo, que está entre los menos goleados, que no perdió. Pero en este fútbol de hoy impera la ley de la supervivencia. Y el “Xeneize” sobrevive por individualidades. Lo que está a los porrazos es el rendimiento colectivo.

Hay fanáticos “xeneizes” que abren el paraguas: cada vez que River viene golpeado, ellos lo sufren. Hay hinchas que apelan a la memoria: Miguel Ángel Russo nunca le pudo ganar al “Millonario” siendo entrenador de cualquier club que dirigió, al menos en los 90 minutos. Y Marcelo Gallardo, siendo DT de la “Banda”, tiene supremacía sobre Boca: siete triunfos, ocho empates y cinco caídas.

Pero, entre otras cosas, las estadísticas están para romperlas.

¿Qué se propone Boca para seguir “dulce” y someter a River? En situaciones como la que está por enfrentar, lo táctico es el punto de apoyo para mover al mundo, sobre todo ante un rival que propone un ritmo descomunal para el fútbol vernáculo. Es esta una condición sine qua non para aspirar a pasar a otro plano, aquel en el que domina el contexto emocional.

Hasta que el domingo ponga en la puerta del vestuario qué formación presentará, las movidas de tablero que hará Russo serán varias. Hoy (especulación pura, claro está) el equipo formaría con Esteban Andrada, Carlos Zambrano, Lisandro López, Carlos Izquierdoz; Nicolás Capaldo, Jorman Campuzano, Cristian Medina o Gonzalo Maroni, Frank Fabra; Edwin Cardona, Sebastián Villa y Carlos Tevez. Pero habrá que estar atentos a las dolencias de Cardona (molestia en uno de sus cuádriceps) y Tevez (esguince de tobillo). Sin ellos, habrá que recalcular.

Vale la pena detenerse un poco en los tres últimos nombres citados.

La conexión colombiana de Cardona y Villa está creciendo. Una sociedad de hecho, y de derecho. A veces uno va de extremo, y el otro por adentro. O intercambian los roles. Se buscan, se encuentran, lastiman, hieren.

Villa, en particular, pasa por un estado de gracia. En el uno contra uno es letal, un metro de más que se le otorgue, chau. Es un puñal. Un insoportable con la pelota.

Cardona, en especial, tiene hoy un pie derecho encantado que está dejando huella. Quizás, como nunca antes. Ante sus tiros libre, previo a de ser ejecutados, se siente perfume del gol. Así, supo rescatar partidos en los que el funcionamiento colectivo dejaba un panorama complicado. Pero además crea espacios y brinda asistencias.

“Carlitos”. Es el jugador que está dando soluciones a Russo. La mayor parte del tiempo juega de espaldas al arco y les abre el camino a sus compañeros. Es quizás el que mejor juega de espaldas en este equipo. Oficia de pivot, gira, y mete un pase cual estilete por los laterales. Y llega al gol.

En su fuego en ataque descansa el as del triunfo de Boca. Y también en no caer en lagunas de rendimiento, algo que ante un rival “venenoso” sería una concesión desafortunada.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios