Suplementos sexuales y bombas agrandadoras, ¿de verdad funcionan?

Suplementos sexuales y bombas agrandadoras, ¿de verdad funcionan?

Hay pastillas de venta libre que prometen recuperar el vigor erótico perdido, perolas publicidades pueden ser engañosas.Precauciones, verdades a medias y el valor del factor emocional en los encuentros.

Suplementos sexuales y bombas agrandadoras, ¿de verdad funcionan?

Con la cantidad de productos que ofrece el “mercado” de la sexualidad cada quien puede elegir el infierno en el que va a arder. Sin embargo (como ocurre en el resto de ámbitos de nuestras vidas) siempre hay un “pero” y algunos mitos que atacan cualquier idilio perfecto.

“Largos beneficios con una sola dosis”. “Vigor viril: descubrí la fuerza del dragón”. “Una ayuda para que eleves ancla”. “Sé un superhombre con la medicina tradicional china”... Aunque deberíamos darles crédito a los encargados de marketing, desde hace un tiempo cada vez es más frecuente encontrar en herboristerías, farmacias o sextoys suplementos dietarios que prometen rescatar nuestra libido de las cenizas. ¿Esto es posible? ¿Qué hay detrás de las etiquetas?

“Estas pastillas de venta libre no son medicamentos sino un combo de vitaminas, aminoácidos y minerales. El enganche es que son hechas con componentes naturales como la maca, la guaraná, el aceite de pescado o el ginseng así que podemos hallar una solución a nuestra falta de líbido en forma natural. El asunto es que la mayoría las marcas carecen de un aval científico”, explica la sexóloga Sofía Rossi Paz.

Por el contrario, el efecto que producen en nuestro termostato sexual es indirecto y secundario. “Lo que hacen es ayudar a mitigar el cansancio físico que sentimos y darle un extra de energía al organismo para que funcione mejor. Igual que con cualquier otro complejo vitamínico esto permite que la persona se sienta mejor y -por lo tanto- haya una buena recepción en el acto sexual”, comenta.

La segunda cuestión es que, para notar cambios en el organismo, su consumo debe ser constante.

Según la sexóloga Constanza Escalante otra confusión usual es relacionar los suplementos “vigorizantes” con las pastillas de sildenafilo (Viagra) u otros fármacos. “La compra de estas píldoras es con receta médica y siempre se necesita de un profesional que controle las dosis en cada paciente. No son afrodisíacos sino remedios, y su mala administración trae reacciones adversas. Podemos sufrir náuseas, mareos, sofocos o una suba de presión”, detalla.

También hay una advertencia especial para la gente que tiene insuficiencia renal o hepática e hipertensión arterial.

SIN RECETA. Los suplementos que prometen mejorar el desempeño sexual no funcionan como medicina. SIN RECETA. Los suplementos que prometen mejorar el desempeño sexual no funcionan como medicina.

Primero la consulta

Si hay algo que nos enseñó Pelé luego de aparecer en una campaña publicitaria de Viagra es que las disfunciones sexuales deben tratarse en un consultorio.

“Lo que sorprende es la cantidad de jóvenes (hombres y mujeres) que prefieren automedicarse o googlear antes que asistir a un consultorio. Quizás piensan que con una pastillita se soluciona todo, pero hay situaciones en que la falta de deseo o erección y la eyaculación precoz se deben a procesos psicológicos antes que propiamente fisiológicos”, afirma la terapeuta María Aguirre.

En estos casos, el tratamiento es multidisciplinario y las causas van desde un exceso de alcohol y dietas erráticas a la pronta llegada de la menopausia o cuestiones propias de la edad y la genética.

“No debemos olvidar que nuestras emociones afectan el desempeño sexual. Para muchas parejas su vínculo depende del éxito de los encuentros y el placer que son capaces de darle al otro. Cuando hay temor por la calidad, la duración o nuestro rol en la cama usar suplementos solo es tapar con una curita las dudas. La vitamina E no logrará que el enojo por una traición o el hartazgo ante posiciones monótonas se acabe al instante”, reflexiona Aguirre.

Y si el lector quiere escuchar de algún método mágico, solo existe uno con la capacidad de convertir gacelas en hambrientos leones: la comunicación.

Bombas para penes

Comparar es humano, pero aceptarnos tal cual somos parece casi divino. Otro producto que figura en el ojo de la tormenta son las bombas de vacío. La promesa: agrandar el tamaño del pene.

“Al utilizarlas se produce un cambio físico instantáneo en el miembro y mejora la potencia de las erecciones. El tema es la falta de pruebas sobre sus efectos a largo plazo”, afirma el sexólogo Gabriel Callejas.

Los resultados en ese tamaño extra se deben a la vasoconstricción. “El pene está formado por tejido esponjoso y cuerpos cavernosos que -durante la fase de excitación- se llenan de sangre. Este proceso permite a su vez que el tamaño aumente en la erección. En resumen lo que hacen las bombas al vacío es facilitar e incentivar este flujo”, detalla.

En el mercado lo que sobran son alternativas: las hay automáticas, con bombeo manual, vibración incluida o para la ducha. “La recomendación principal es evitar emplearlas por más de 20 minutos porque podríamos lesionarnos. También hay que alternar su uso cada 48 horas”, aclara el terapeuta.

Otra opción son las cremas vasodilatadoras (de aplicación puntual) y los extensores, los cuales al menos resultan menos dolorosos para el bolsillo.

“El dilema sobre si importa o no el tamaño del pene y las comparaciones son históricas, y acá es cuando muchas empresas se aprovechan de las inseguridades ajenas y la falta de educación sexual. Hay una concepción errática de que la medida del miembro es proporcional al placer que se da y recibe. Lo normal debería ser aceptar que todos somos distintos y que cada cuerpo disfruta dentro de sus términos”, reflexiona Callejas.

Por lo demás, el sexólogo aconseja dejar de lado las construcciones culturales. “Crecimos con un montón de ejemplos de lo que se espera de nosotros en la cama, pero la gran mayoría de ellos son falsos. Además, el verdadero secreto está en dejar de centrar la experiencia erótica solo en la penetración. La mentalidad falocéntrica es la que crea complejos y creencias limitantes, tanto para los varones como para las mujeres”, advierte.

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