El prófugo por el crimen de la enfermera casi mató a un jubilado en un robo anterior

El prófugo por el crimen de la enfermera casi mató a un jubilado en un robo anterior

Walter Regudero, por ese hecho, nunca cumplió con el acuerdo que firmó para poder evitar ser procesado por la Justicia.

OFICIOS. En la fundación Cedrón se enseña herrería a ex detenidos.  OFICIOS. En la fundación Cedrón se enseña herrería a ex detenidos.

El acusado por el homicidio de la enfermera jubilada, Luisa Susana Mansilla, estuvo cerca de matar a otro jubilado durante un robo que se registró en octubre pasado. El joven intentó apuñalar con un arma blanca a la víctima en su propia casa, ubicada a ocho cuadras donde ocurrió anteayer el crimen. Por otra parte, la víctima dijo que la Justicia nunca le dijo nada de que recibiría una reparación económica.

Según pudo averiguar LA GACETA, Walter Mauricio “Chino” Regudero es el prófugo que la Policía busca por el crimen de Mansilla, quien fue golpeada y apuñalada durante un asalto en la esquina de Siria y Paraguay. El sospechoso es un joven de 24 años acusado además por otros delitos. Ya había sido detenido el año pasado por haber intentado robar en una casa en Villa 9 de Julio. Por ese hecho, la Justicia le dictó la prisión preventiva el 30 de octubre y, el 10 de diciembre firmó un acuerdo para lograr una probation.

El “Chino”, entre otras cosas, se comprometió a pagar una suma para reparar el daño provocado a las víctimas; comenzar con un tratamiento para dejar de consumir drogas y realizar tareas comminitarias. Pero nada de eso ocurrió. Y antes de que se cumplieran dos meses, fue acusado del crimen de la enfermera jubilada. (Ver página 12)

El primer asalto

“Si le daba una mínima ventaja me mataba. Lo agarré a golpes y lo reduje; lo tenía en el piso sujetándole la mano con la que él empuñaba una punta”, le contó Lucio Alberto Véliz a LA GACETA mientras mostraba cómo había reforzado con rejas el ingreso a su vivienda. El ladrón había ingresado por el fondo, saltando una tapia, y atacó al propietario en un pasillo que conectaba con la puerta de calle.

“Era un tipo alto para mi estatura; 1, 78 centímetros le calculo más o menos. Gritaba pidiendo ayuda porque se resistió hasta el final para soltarse. Lucio Alberto Véliz , mi papá, que falleció meses después, ya estaba ciego y a duras penas logró encontrar la llave y abrir la puerta para que entraran a auxiliarme. Me salvaron los vecinos. Fue una situación muy tensa”, agregó el denunciante.

Según recuerda Véliz, la Policía llegó a la media hora y se llevó detenido al ladrón. “A las 18 horas del día siguiente lo largaron después de la audiencia, porque el juez entendía que no hacía falta que quede detenido. Insólito; por eso no creo en la Justicia ya”, relató.

Otro aspecto que aclaró es que de ninguna manera le ofrecieron a él una reparación económica. “¿$ 4.000? ¡Ojalá! Los hubiera agarrado de mil amores. A mí no me ofrecieron eso; además esa persona no tiene ni para comer y no creo que hubiese cumplido. Si me daban a elegir, la verdad, prefería que quedara preso”, concluyó.

Ausente

“Hace cinco meses que no lo veo, realmente”, dijo D. unos de los jóvenes que llegó al hogar “En Las Manos de Dios” y tras lograr reponerse de su adicción se quedó como colaborador de la institución.

Algunos de sus compañeros presentes coincidieron con él y otros ni siquiera conocían al acusado. “Sí lo conocemos. Vino alguna vez pero es como pasa con más de uno: algunos llegan, están un tiempo pero ven un pequeño progreso y se van. No todos tienen voluntad de cambiar realmente, pero las puertas del hogar siempre están abiertas y muchos chicos sí cambiaron su vida: aquí conocieron a Dios y que al pan hay que ganárselo trabajando”, agregó A, otro de los jóvenes que pelean contra la adicción.

Nunca se presentó

“Hasta acá ningún juez nos lo mandó. La persona que usted me nombra nunca vino aquí”, aseveró a LA GACETA Ramiro Torres Basualdo, quien se encarga de la fundación Cedrón en Villa Alem.

“Los defensores de ese chico nos piden autorización para mandarlos aquí donde pueden realizar servicio de mantenimiento de parques y huertos, entre otras cosas. Nosotros decidimos si aceptamos o no a determinadas personas. Sólo permanecen si muestran una buena conducta”, agregó el hombre,

Torres contó que en los últimos días no le han ofrecido los servicios de nadie. “Es una pena porque tenemos espacio y trabajo para ofrecer. La fundación les paga un seguro de accidentes personales el primer mes, pero luego deben pagarlo ellos y a muchos no les gusta”, señaló..

“Hacerles sólo cumplir una probation no resuelve la situación de estas personas. No quiero que se entienda como que defiendo ladrones, pero muchos son de situación vulnerable. Está bueno que hagan servicio comunitario; nosotros lo agradecemos también, pero corresponde también asistirlos económicamente hasta tanto puedan aprender un oficio. Acá enseñamos herrería, por ejemplo, pero muchos deben priorizar sus necesidades económicas diarias”, concluyó.

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