¿Por qué emitimos gemidos o “chillamos” durante el sexo?

¿Por qué emitimos gemidos o “chillamos” durante el sexo?

El efecto ocurre por una reacción fisiológica ante los cambios en la respiración y el inicio de la excitación. Tanto los hombres como las mujeres producen esos sonidos, aunque ellos no siempre evocan terremotos auditivos.

CINE. El momento del filme “Cuando Harry conoció a Sally” en el que Meg Ryan finge un orgasmo en público se convirtió en una escena icónica. CINE. El momento del filme “Cuando Harry conoció a Sally” en el que Meg Ryan finge un orgasmo en público se convirtió en una escena icónica.

Oooh, mmm, ahhh y hasta invocaciones espirituales... En la cama, el sexo tienen sus propios sonidos que van desde sutiles guiños al deseo a un coro de sopranos con pulmones de acero.

Por supuesto cada sujeto es único, pero -a veces- al ver pornografía o consumir alguna novelita erótica nos asalta la duda. ¿Es “normal” que la actriz chille tanto? ¿Si yo no reacciono igual, lo estoy disfrutando menos? Porque los mismos sonidos podrían aparecer en un film de terror.

Aunque menos erótico que su ejercicio, el combo de gritos, chillidos y gesticulaciones durante las relaciones sexuales tienen un nombre: vocalizaciones copulatorias. “Los gemidos son naturales en nuestra especie y en la de varios animales. Estos ruidos o ronroneos implican un reflejo psicofísico del placer que sentimos y siempre están presentes, solo que a veces son inconscientes. Las vocalizaciones se activan como un complemento de los cambios que sentimos al excitarnos (mayor circulación de sangre y ensanchamiento de los órganos sexuales, aceleración de la respiración, etcétera)”, explica la sexóloga Maira Lencina.

Por lo demás, lo que más llama la atención de estas sesiones corales de dormitorio es que también tienen un 50% de aprendizaje cultural.

“Si bien los gemidos son una respuesta inherente al coito y las relaciones sexuales, lo que cambia -según la persona, sociedad y época- es la manera de reaccionar y el qué decimos. Una gran parte de nuestra expresividad sexual se obtiene viendo a otros, experimentando en carne propia o a través de la educación informal. Acá un problema frecuente es que las parejas evalúan sus performances con los videos porno y, al compararse, se sienten frustradas por no gritar igual de alto, estar más rígidas o permanecer con un gesto sereno en vez de tantas mímicas”, comenta la sexóloga Sofía Rossi Paz.

Pensemos también en el montón de obras, películas y series en las cuales los protagonistas dicen sus nombres entre suspiros o le atinan a un “te necesito” y remix de “te amo” mientras llegan al clímax.

Seducción sonora

Con cada fricción o caricia nuestro cuerpo es capaz de enviar micromensajes sobre lo que deseamos o necesitamos, algo parecido ocurre con las vocalizaciones. Atención queridos amantes porque los gruñidos hot sirven para comunicarnos.

“El sexo tiene su propia simbología y -al intentar coordinar los movimientos- los gemidos actúan como una forma de interacción para reforzar conductas y guiar a la pareja. Son una especie de mapa asertivo (“detenete justo ahí”, “seguí”) y permiten mejorar la sincronía (incluso para tener un orgasmo al mismo tiempo o indicar su pronta llegada)”, acota Lencina.

Cada quien es único y lo que para algunos son ruidos que traspasan las paredes y llegan hasta los vecinos, en muchos casos se describen con menor intensidad o silencio absoluto. “No hay que avergonzarse porque cualquier tono es normal. Lo importante, en cambio, es evitar callarnos a la fuerza o querer modular el nivel de voz. Eso solo nos desconectará del placer y hará que la mente fuerce sus mecanismos”, aclara Rossi Paz.

Sin olvidarnos que para algunos estos ruidos son un componente extra de estimulación sensorial. “Hay fantasías que tienen de detonante los sonidos de penetración, la respiración entrecortada o las vocalizaciones. Mientras que otra gente es susceptible a la música o, al contrario, le incomoda el silencio durante el coito. Los hombres suelen tener un grado de sensibilidad mayor a este sentido o lo visual”, argumenta el terapeuta Javier Pérez Ahumada.

Librería de orgasmos

Para romper con los tabúes y descifrar las verdaderas vetas del placer femenino existen algunas propuestas de divulgación interesantes. Entre ellas figura la “librería de orgasmos” (www.libreriadeorgasmos.com), creada por la boutique erótica Bijoux Indiscrets.

El propósito de esta página es armar un registro de los diversos gemidos y expresiones sexuales que existen, con audios reales que son enviados por mujeres anónimas.

Cada pieza tiene un título, etiquetas que permiten identificar el material (por ejemplo #masturbación, #explosivo, #clítoris #baño) y una especie de interpretación abstracta con los decibeles y movimientos de las voces.

Además, este proyecto se complementa con una encuesta a 1.465 usuarios titulada “Ficción vs realidad en el sexo”. ¿Los datos más relevantes? El 60% de las mujeres y casi 52% de los hombres usan los gemidos para excitar a sus compañeros. Mientras que 34% de las féminas y un 43% del género masculino consideran que estos son indicativos de buen sexo.

El impostor

No hay peor orgasmo que el fingido y la afirmación cabe por igual al show autogestionado de vocalizaciones en algunas situaciones. El lugar común es que esta argucia sonora es frecuente entre mujeres, ¿por qué ellas “fingen”?

“En el sexo abundan estos estereotipos o lapidaciones de género. Los gemidos están relacionados al goce y la asociación es que al gesticular tuvimos un encuentro placentero. El asunto es que hay veces en las cuales nos sentimos insatisfechos y, a la vez, culpables por no disfrutar. El placer femenino suele ser dejado de lado y todo el ritual del coito apunta a lo falocéntrico, por lo que hay mujeres que jamás experimentaron (pese a años en pareja) un orgasmo o el placer suficiente para gritar y dejarse llevar”, argumenta Pérez Ahumada.

Con esta secuencia a muchas les resulta (por una cuestión de hábito y autocensura histórica) simular el frenesí antes que abordar a sus parejas. “En otras circunstancias, la raíz es que en realidad no estaban tan convencidas o con ganas de un encuentro. Lo importante es señalar que los hombres también aparentan y que las imposiciones socioculturales que se espera de ambos géneros causan estos conflictos. Sin olvidar que aún existe el arcaico concepto de que el autoestima y valía de un hombre heterosexual se mide por el grado de placer que le da a su pareja”, añade Rossi Paz.

En este juego de “miente y algo quedará” lo único que obtienen ambos es una insatisfacción cíclica. Y los suspiros de frustración no integran -ni por asomo- el repertorio de vocalizaciones que sí queremos escuchar en los labios de un amante.

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