El corazón de Latinoamérica latió en el canto de César Isella

El corazón de Latinoamérica latió en el canto de César Isella

Roberto Espinosa entrevistó al cantautor salteño, que murió el jueves a los 82 años. Evocaba a Gustavo “Cuchi” Leguizamón.

1989. La charla deambula amistosa en una mesa del bar del hotel República. La poesía de José Pedroni, el nuevo cancionero latinoamericano, Los Fronterizos, el abrazo creativo con Armando Tejada Gómez, el compromiso social del cantautor, se adueñan de casi una hora de conversación. Le pido a Gonzalito, nuestro fotógrafo, que le tome imágenes en las afueras del hospedaje, de manera que se note que está en Tucumán. Posa junto a unas imponentes plantas en la entrada. Observa la palidez del periodista cuando este posa el grabador en la oreja. “- ¿Qué le sucede? - (con una mezcla de nerviosismo y enfado) No grabó nada… - (con una sonrisa) Tá’ picando el bagre, ¿dónde se pueden comer unas ricas empanadas? - Acá, a la vuelta, en lo de doña Sara Figueroa… - Bueno, vamos, yo lo invito y reconstruimos parte de la charla”. El boliche está lleno ese mediodía, pero doña Sara nos hace un lugar. Mi fiel anotador mira con desdén el grabador. El diálogo distendido circula entre repulgos y un amable torrontés. “Ya tiene su nota, siempre desconfíe de estos aparatos, ¡buena suerte!” Volvimos a hablar en 2017, cuando estaba escribiendo un libro sobre Gustavo “Cuchi” Leguizamón y lo hablé por teléfono.

César Isella fue uno de los creadores clave de la música popular argentina, vaya el recuerdo de este diálogo breve, para despedir al cantor y compositor salteño que nos regó el alma con sus creaciones. El silencio eterno le abrió su ventana este 28 de enero. Seguramente, su “Canción con todos” ya anda por la cintura cósmica del tiempo.

- ¿Cómo fue su primer acercamiento a la obra del Cuchi?

- El Cuchi, el doctor Leguizamón, de por sí, en Salta, era parte del paisaje... un personaje necesario de Salta. Iba orondo por el centro, siempre silbando y cantando.

- ¿Qué es lo que le impactó de él?

- Yo lo conocía de muy changuito. Teníamos por él un gran respeto. Además, a pesar de ser un gran músico, era profesor de Historia...

- ¿Qué fibras íntimas le toca su música?

- ¡Todas! Un hombre culto, pero con una sensibilidad enorme. Supo con su música tocar las fibras más sensibles del hombre y mujer de la región. Junto a Manuel J. Castilla tenía una sociedad impecable para crear obras emblemáticas. Aparte, eran entre ellos muy cumpas...

- Si tuviera que elegir una o dos piezas, ¿por cuáles se inclinaría?

- Son muchas, pero claro, si tengo que elegir algunas, me inclino por la Zamba del Laurel junto a Tejada Gómez y “La arenosa” junto a Castilla.

- ¿Qué momentos gratos compartió con él?

- De los muchos encuentros musicales con el Cuchi estuvimos juntos en un espectáculo que yo regenteaba en el Teatro Presidente Alvear, de Buenos Aires. Un día, lo invito a mi casa y justo se dio de compartir una cena con el maestro Atahualpa Yupanqui. También vino Mercedes Sosa. Fue una noche brillante, con dos maravillosos “mentirosos”. Yo sabía a dónde “meterle el cuchillo” a los dos pa’ la mentira picaresca y nos descostillábamos de risa con la Negra. A las doce de la noche, justo… Atahualpa sabíamos... se iba con su mujer Nené. Cuando yo le cerraba la puerta al maestro, me dijo: “felicitaciones, César, linda reunión y ¡qué opa inteligente tiene ahí arriba!”

- ¿Cómo influyó el “Cuchi” en los músicos y compositores de su generación?

- Muchísimo, y por muchos años. Los Fronterizos fuimos los primeros difusores de su obra en el período 55/65. Luego la intelectualidad musical del país encontró en el “Cuchi” a un líder de sonido nacional, sumamente original, que nos entregaba obras de puro corte tradicional, pero novedosas melodías y armonías… Amigo, no es un día mío muy claro, estoy muy cansado y mil perdones si no cumplo con sus expectativas. No obstante, lo hago con mucho respeto, reciba un gran saludo.

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