Análisis: Usted ya venció a la muerte

Análisis: Usted ya venció a la muerte

Alguna vez iba a pasar. La muerte es inexorable. No hay fuerza humana capaz de resistir a la Parca. ¿No? Hay hombres, como dice Brecht, que son imprescindibles. Y él lo era. Chiquito, parco, silencioso, ajeno y distante de los honores, Quino no era un hombre común. No se lo escuchaba mucho. Jamás fue de palabras altisonantes. Cuando uno busca entrevistas en viejos videos se lo nota incómodo. Lo suyo no era la voz. Quino tenía otras virtudes. Ese hombre de poco pelo, anteojos cuadrados y con pinta de abuelo bonachón era un superhéroe. Tenía una espada infalible, certera, lacerante: su lápiz. Y un escudo protector contra el que rebotaban todos los ataques: el papel. Quino era un adalid de la Justicia, temido por los poderosos, amado por los humildes, a quienes plasmó una y otra vez resistiendo, sobreviviendo. Quino fue la luz en medio de la oscuridad en épocas lúgubres. El hombre que, sin decir palabras, dejaba mudos a todos.

Más allá de Mafalda

Lo más lógico es asociar a Joaquín Lavado con Mafalda. La nena que fue pensada como cara de una línea de electrodomésticos pasó a ser bandera de libertad en el mundo entero. Fue el Robin de nuestro Batman. Su lugarteniente. La más conocida, pero no la única. Porque Quino se podría haber quedado con la fama de su creación. Podría haber seguido dibujando a Manolito, a Guille, a Susanita o a Felipe. Pero Quino no había nacido Mafalda. Quino nació dibujante. Quino nació revolucionario. Y fueron sus viñetas, esas que aquí en Tucumán conocimos con LA GACETA, parte de su arsenal. Los domingos eran debates familiares. “¿Viste lo que publicó Quino?”. Así como hoy todo pasa por las redes sociales, esa página del diario abría un debate que se extendía en cafés, en colegios y obvio, en el despacho de los poderosos. Esos “intocables” que se reían con sarcasmo de los dibujos, pero que bien sabían que los representaba. Otras épocas, claro. Pero es ahí donde reside la magia de Quino. Lea hoy Mafalda y piense que se dejó de publicar en 1973. Y sus sentencias podrían ser título de cualquier diario de hoy. Un adelantado.

Sin límites

Ácido, irónico, ingenioso, Quino le rehuía a la exposición pública. No le gustaba. Claro, y para qué iba a hablar si lo decía todo con el lápiz.

No hubo límites para el arte de Quino. Lo conocen en el mundo entero. Quino trascendió y su obra quedará para siempre. Entonces, empecemos de nuevo. Por favor, dejen de dar noticias falsas. No es cierto que falleció Joaquín Lavado. Vaya maestro, vaya. Usted va a estar aquí por siempre. Usted ya venció a la muerte.

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