El boom del delivery: un trabajo esencial, de alto riesgo y precarizado

Los referentes de la cadetería exigen que el servicio sea regulado a nivel nacional. Al menos 6.000 tucumanos trabajan en el sector.

LA GACETA/FOTO DE DIEGO ARÁOZ LA GACETA/FOTO DE DIEGO ARÁOZ

Precarizados, desprotegidos, vulnerados y hasta discriminados. Pero esenciales. El cadete se ha transformado en estos meses de pandemia en una figura fundamental en todo el mundo. La imposibilidad de salir a la calle, encerrados por culpa de un virus del que cada vez sabemos más pero que nos acorrala sin descanso, potenció la figura de estos hombres y mujeres que, mochila en la espalda o bolsa colgando del manubrio, se trasladan por cualquier parte siempre atentos a la necesidad de los ciudadanos. Pero la situación epidemiológica tuvo otras derivaciones en un rubro que ya venía golpeado por la informalidad: el cierre de comercios, bares y pymes derivó en un crecimiento desproporcionado de personas que, por el sólo hecho de tener una moto o una bicicleta, vieron la posibilidad de compensar sus pérdidas económicas de la mano del delivery.

Su principal problema es que están absolutamente fuera del sistema. Tanto los empleados informales como los que trabajan directamente para las más conocidas apps de entrega carecen de la mayoría de los beneficios laborales: ni ART, ni obra social, ni siquiera un recibo de sueldo. Y, para peor, al ser de los pocos que pueden circular libremente en estas circunstancias -encima cargando dinero-, son blancos permanentes de delincuentes que incluso ya costaron la vida de dos trabajadores este año.

“Estamos con mucha demanda. Crece día a día el servicio de mensajería, pero también crece la informalidad. Está descontrolada, no hay orden, ni reglas de juegos claras, además de estar muy inseguros. Hay muchos hechos denunciados, nos quitan el dinero, nos quitan la moto y en algunos casos la vida”. El que habla es Hugo Santucho, que se puso al frente de la lucha de estos trabajadores, a pesar de que no tienen aún personería jurídica para sindicalizarse, al ver la cantidad de problemas que enfrentan.

El dirigente se queja: “no se ve la importancia de nuestra actividad; somos esenciales, pero parecemos trabajadores de segunda. En el caso de las grandes empresas, como PedidosYa o Rappi, no hay siquiera oficinas en Tucumán. No hay responsables. Hay mucha precariedad en todo”.

Santucho afirma que desde la Legislatura, a pesar de sus pedidos, no dieron respuestas al reclamo. “No hay leyes que avalen nuestro trabajo. Nosotros tenemos que salir a la calle, o no obtenemos nada de plata para nuestras casas. Mas del 90% de los trabajadores está en negro, y eso que es una actividad que, sólo en Tucumán, mueve millones de pesos al año”.

Con él coincide el abogado laboralista Juan Manuel Ottaviano que, desde Buenos Aires, pelea por los derechos de estos trabajadores. “Baste decir que a raíz de esta pandemia se transformó una actividad que era ilegal (no hay leyes que la amparen) en esencial en cuestión de minutos”, opina en diálogo con LA GACETA.

“Hay precarización laboral, falta de reconocimiento de las empresas de plataformas; los trabajadores son monotributistas, pero no tienen ART. Es evidente que estamos ante personas que trabajan para una empresa y que, sin embargo, en ninguna parte les reconocen sus derechos laborales. Ni siquiera la sindicalización”, indica. “Es un trabajo como cualquier otro, pero está precarizado. El modelo de negocio se expande por la crisis; no hay ninguna ciudad que no tenga este tipo de servicios”, agrega el letrado.

Crecimiento del 50%

Santucho explica con números la explosión de la actividad. Hasta marzo, según sus cálculos (no están registrados justamente porque trabajan “en negro”), había unos 4.000 cadetes en la provincia, pero la pandemia empujó a otras 2.000 personas a este trabajo. “La actividad creció un 50%. Hoy cualquier almacén de barrio tiene un delivery ya que mucha gente no puede salir de sus casas y necesita que alguien le lleve los productos”, grafica.

“En la pandemia, más por necesidad que por otra cosa, muchos se volcaron a este trabajo como una manera de generar ingresos. Las empresas de plataformas ocupan un lugar dominante en el mercado; suben los precios, trasladan los valores -manifiesta Ottaviano-. Pero hay una oposición muy férrea a adaptar la ley. No estamos hablando de regulaciones que busquen desalentar modelos de negocios, pero a nadie se le puede ocurrir que trabajar 16 horas por día está bien, o que un despido de trabajador de plataformas no sea indemnizado; tiene que tener derechos laborales”.

Santucho afirma que hoy pueden ganar unos $ 700 trabajando ocho horas cada uno, pero que vista la necesidad, hay compañeros y compañeras que trabajan mucho más que eso. “Hay varios negocios que subsisten gracias a nuestro trabajo, pero nosotros somos el último eslabón de la cadena, el más débil. Hay trabajadores de otras actividades que se pasan a la nuestra, incluso taxistas. Muchas compañeras están comenzando a hacer la actividad, pero hay empresas de mensajería que no están registradas, y que tienen hasta 130 cadetes, todos juntos, y eso tampoco se controla. Ya tuvimos casos de Covid entre los compañeros”, informa. Y Ottaviano remarca: “es necesario un debate en el Parlamento por una regulación específica, en especial para los trabajadores de plataforma, con condiciones específicas. Una regulación nacional que reconozca la situación laboral que establezca derechos laborales”.


Cajas rápidas en locales

Un proyecto para dinamizar las tareas

Un legislador del bloque Justicialista de Todos elevó un proyecto que insta a los empresas y organismos de recepción de pago de servicios y bienes a disponer de una “caja rápida” para cadetes.”Queremos dinamizar las tareas de estos trabajadores y arbitrar las medidas necesarias habilitando filas, cajas y turnos dedicados a su atención”, explicó el oficialista Carlos Francisco Gómez. Según dijo, la medida ayudaría a evitar la circulación y aglomeración de cadetes y de clientes en establecimientos.

Temas Coronavirus
Tamaño texto
Comentarios
Comentarios