Un León que sigue rugiendo

Un León que sigue rugiendo

Se cumplen 100 años del nacimiento de uno de los artistas argentinos más reconocidos mundialmente. La evocación de su hijo Pablo Ferrari. La donación a la UNT de 169 obras.

Un León que sigue rugiendo
03 Septiembre 2020

En la hora del almuerzo familiar comentaba indignado cómo la prensa informaba sobre las matanzas en Vietnam, pero no se quedaba en palabras. En 1965 León Ferrari construye “La civilización occidental y cristiana”, una obra que ya pasó a la historia del arte a pesar de tanta censura y críticas de los poderes, especialmente de la Iglesia.

Es el recuerdo del “rugido del león”, le cuenta su hijo Pablo Ferrari a este columnista. León Ferrari (1920-2013) nació hace hoy 100 años, y gran parte del arte argentino está teñido por su producción: moderno y contemporáneo, hasta sus últimos tiempos experimentó con materiales distintos. En 2008 presentó, en una galería del barrio porteño de Palermo, sus personajes músicos realizados con poliuretano. Un año atrás había ganado el León de Oro como mejor artista en la 52ª Bienal de Venecia.

“En Castelar vivíamos en un barrio de clase media. Allí se hacían reuniones con otros artistas. León había comenzado en Italia con las cerámicas. Creo que lo conocí cuando me llevó a la escuela, porque él había viajado a Italia para salvar a mi hermana (Marialí)”, relata su hijo. Lo unía con Pablo (y su otro hijo, Ariel, asesinado en la ESMA) la militancia y la actitud, pero el primero se convirtió en un matemático, alejado del arte; “fue una forma de no estar bajo su supervisión”, admite.

La historiadora Andrea Giunta resume: “su gran aporte fue buscar formas distintas, novedosas, de insistir con las mismas cosas. Decir lo mismo con nuevas estrategias. En tal sentido León hizo de los lenguajes del arte un arsenal”.

En sus primeros años se ganó la vida como ingeniero (se recibió en 1947); tenía una pequeña química, donde trabajaron varios familiares. Además de “La civilización...”, sus textos y definiciones sacudían con energía la conciencia (“el arte no será ni la belleza ni la novedad, el arte será la eficacia y la perturbación”, escribe). Del Instituto Di Tella pasó a participar en Tucumán Arde (1968).

En Tucumán

Ferrari está relacionado en más de un modo con Tucumán. En 2008 donó 169 obras al Museo de la UNT y en la inauguración posterior se proyectó una película que produjo y en la que actúa como extra, “El artista”. Su donación comprende 27 heliografías, 44 de la serie “L’ Osservatore Romano”; 52 de “Nosotros no sabíamos” y 45 de “Nunca Más”. Las obras más fuertes estuvieron expuestas protegidas para evitar posibles reacciones (según lo dispusieron las autoridades universitarias). Es que en 2004, en el Centro Cultural Recoleta, su retrospectiva fue atacada por grupos que reclamaban su cierre. El entonces arzobispo de Buenos Aires Jorge Bergoglio había lanzado una intensa campaña. Y se temía que situaciones similares pudieran ocurrir en el MUNT.

Además, Pablo Ferrari vivió en esta ciudad algunos años, enseñó matemáticas en el Gymnasium y en algunos colegios privados, y fundó Política Obrera, una organización trotskista. Durante la dictadura tuvo que exilarse en San Pablo (Brasil), donde se reencontró con su padre.

Ocho años antes, el León comenzaba a rugir en el movimiento Tucumán Arde: con otros artistas, fundamentalmente rosarinos, colaboró en armar un dispositivo contrainformativo, contracultural, con los datos reales de la reestructuración azucarera y social ante el cierre de los ingenios.

Cerámicas y esculturas

De la cerámica pasó a la escultura, a los objetos; del cemento al alambre; el dibujo ya estaba allí. “Cuando entré a la universidad no sabía si estudiar física, química o matemática. Era todo una búsqueda de salir de su influencia”, relata Pablo, en relación a su padre. Pero aclara inmediatamente que le interesaban sus obras y que acompañaba sus exposiciones.

La Fundación Augusto y León Ferrari tiene catalogadas entre 5.000 y 8.000 obras del artista. Todos los que conocieron su casa y su taller coinciden en la cantidad de objetos e imágenes que poseía para su trabajo; y todos conocen que su padre, Augusto Ferrari, hizo la catedral de Los Capuchinos en Córdoba, entre otras decenas de iglesias y casas.

Muestra antológica

Sus obras se encuentran en galerías de Houston, San Pablo y Berlín. Este año tuvo su exposición virtual en Brasil. Pero el recorrido de su gran muestra se iniciará en diciembre en el Museo Reina Sofía (Madrid, España), continuará en Van Abbe de Holanda y luego desembarcará en París, en el Centro Pompidou, ya en 2021. Será una muestra antológica. En los planes originales la muestra debía comenzar en la Argentina, pero fue cancelada por la pandemia y se la replanifica para 2022 en el Museo Nacional de Bellas Artes. No obstante, la emblemática pieza “La civilización occidental y cristiana” ya se exhibe en el hall de entrada. para ser observada desde la calle.

Cuando se le pregunta, Pablo recuerda que sólo una vez mantuvo un conflicto político con su padre, por diferencias que se expresaron en las diferentes militancias.

Pero reconoce que era bravo, como un León.

Homenajes on line

En el centenario del natalicio de León Ferrari, el Museo Nacional de Bellas Artes lanza un tributo on line con testimonios de Noé Jitrik, Silvio Rodríguez, Ticio Escobar, Tamara Stuby, Nora Hochbaum y Fabián Lebenglik (en una primera tanda), el documental “Civilización” y publicaciones de textos sobre el artista disponibles en su página www.bellasartes.gob.ar y en las redes sociales. También hay homenajes virtuales de la galería brasileña Nara Roesler, con la exposición en su sitio web de “León Ferrari em São Paulo”, curada por Luis Peréz-Oramas; y del Museo Amparo Puebla, de México.

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