Adolescentes: hiperconectados y a gusto con el encierro

Adolescentes: hiperconectados y a gusto con el encierro

Los chicos demostraron tener una buena capacidad para adaptarse a las exigencias de la pandemia. Los riesgos del síndrome de la cabaña.

La cabaña está aislada del mundo exterior. En ella, debes ocuparte de tus tareas, pero sin presiones. El tiempo transcurre más lento. No hay necesidad de salir y mostrarse. Por estas razones, los expertos han acuñado el término “síndrome de la cabaña” para describir los síntomas de aquellas personas que están desarrollando en esta pandemia cierto apego al encierro. Y los adolescentes parecen estar entre los más propensos a disfrutar del confinamiento por estos días.

Trasnochan más de lo habitual. No tienen demasiados horarios, salvo que se les presente una clase por zoom. Aunque no pueden ver a sus amigos, pasan casi todo el día conectados y en contacto con sus pares. Es por eso que muchos de ellos no se sienten mal en el encierro y tampoco están tan desesperados por salir.

Para Juan Ignacio (14 años, alumno de un colegio de Yerba Buena) lo mejor de este año es que no tuvo que estudiar para las pruebas ni la obligación de levantarse a las 6 AM de lunes a viernes. El, al igual que muchos adolescentes, están contentos en su papel de “hacedores de tareas”. “Manejo mis tiempos; hago cuando quiero las cosas y las entrego”, expresa el joven, que ha salido solo un par de veces desde que decretó el aislamiento social y preventivo, en marzo.

María Celeste (15 años, estudiante en un secundario del centro) tampoco siente desesperación por ir a la calle. No cree que este 2020 sea un año tan malo. “En realidad, pienso que sí lo es para quienes están en el último año del colegio”, aclara. “Conmigo, todo bien. Sigo en contacto con mis amigas. Hacemos videollamadas de dos o tres horas. Son las juntadas virtuales para hacer las tareas. Ahora nos dan muchos más trabajos prácticos, pero tengo todo el tiempo de mundo para hacerlos”, resalta la joven.

Es más o menos un sentimiento compartido por una gran parte de los adolescentes. Eso quedó a la vista en una investigación que realizó la ONG Chicos.net en todo el país. Aún no están los resultados finales, pero ya hay aproximaciones. Todo indica que se acentuó la hiperconexión digital y que ellos no se sienten tan incómodos con la vida que están llevando lejos de las aulas, adelanta a LA GACETA Marcela Czarny, directora de la entidad.

“En las encuestas encontramos que muchos chicos se sienten a gusto con la idea de estar en pijamas todo el día, haciendo la tarea cuando les conviene. Tienen más libertades con sus horarios y eso les gusta, al igual que menos limitaciones para el uso del celular, la computadora y las consolas de videojuegos. No obstante, cuando les preguntamos por sus amigos, ellos dicen que los extrañan muchísimo. Están con deseo de conectarse de vuelta físicamente; no olvidemos que lo corporal no es algo menor para los adolescentes”, explica.

La experta en tecnologías sostiene que siempre hay chicos que se sentirán más a gusto con la situación de encierro. Por ejemplo, los que son tímidos o aquellos que en plena adolescencia están cambiando su cuerpo y eso les causa incomodidad. “Hay que estar atento a los extremos: una cosa es sentirse bien aislados y otra cosa decir que se encuentran en el paraíso”, diferencia.

¿Cómo será la transición de ellos hacia la nueva normalidad? ¿Es normal que tengan miedos? Todos estamos con miedos, explica Czarny. “Para los adolescentes lo difícil al salir es que van a estar a dos metros de distancia entre ellos, y con barbijo”, cierra.

No dramatizar

El psicólogo Jorge Garaventa propone no dramatizar y creer en las propias posibilidades de los chicos. Según el experto, en plena pandemia han demostrado que tienen una capacidad de admirable de adaptación.

“El aislamiento adolescente es un mito. El mundo virtual entre los chicos estuvo instalado mucho antes de la pandemia y es un complemento de lo presencial con sus pares. Se confunde cotidianeidad adolescente con aislamiento, cuando en realidad es un mundo de muchísimo más contacto hacia sus pares. De hecho las plataformas interactivas de juegos los atraen porque también son formas de hacer lazos con los otros”, describe.

Garaventa considera que las quejas de los adultos denotan una incomprensión sobre este fenómeno. “Estar mejor adaptados no significa un enamoramiento de esta situación. Es muy aventurado sostener conclusiones. La salida de la cuarentena será conflictiva no solo para los adolescentes, sino para todos. Los jóvenes que tengan problemas estarán exteriorizando dificultades previas que la pandemia puede haber potenciado, pero no más”, concluye.

No están más cómodos

Paola Brito, especialista en psicología de emergencias, opina que los preadolescentes y los adolescentes se sienten bien con el aislamiento, pero eso no significa que estén más cómodos que antes. “Al no poder tener contacto físico con sus compañeros o amigos en espacios como la escuela, el club, el deporte y las salidas, se refugian en las redes o en los juegos por internet, donde se relacionan con sus pares”, remarca.

Miembros de Psicólogos Sin Fronteras, entidad que Brito preside, están muy preocupados por los niños y adolescentes. “El regreso a la escuela no será pronto, y todas sus actividades se reestructurarán. La psicología de las emergencias recomienda retomar las rutinas cotidianas, que es lo que nos da seguridad. Compartir tiempo y espacio con otros nos brinda identidad. Tenemos muchas cosas en qué pensar: cómo haremos con los chicos que, si bien han retomado el proceso de aprendizaje, no es su cotidianeidad ni lo será por un buen tiempo”, plantea.

Brito no descarta que en la salida de la cuarentena haya adolescentes -y personas en general- que muestren dificultades de adaptación. “Hoy mucha gente no quiere salir y ahí puede aparecer el riesgo del síndrome de la cabaña. Si bien es cierto que estamos aún en cuarentena con distintas fases y hay que cuidarse, pero sin entrar en la imposibilidad. Evaluar bien qué hay que hacer, cómo hacerlo, cómo mitigar los daños. Pero siempre intentando un equilibrio, por ejemplo, entre salir mucho de la “cabaña” y no salir nada”, aconseja.

Atención a estos síntomas: ¿cuándo el encierro se vuelve malo?

Hay personas que experimentan síntomas físicos y mentales después de haber salido a hacer las compras o a pagar una simple cuenta de banco. Aparecen síntomas como dolor de cabeza, agotamiento extremo, sienten que les falta energía, tienen ansiedad y, sobre todo, la necesidad de regresar pronto a su “cabaña” para sentirse protegidos no de un enemigo puntual, como puede ser el coronavirus, sino de todo a la vez: la luz, el sol, las personas, los ruidos, etcétera.

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