“Llevate la moto, no me matés, tengo familia”, dijo el policía antes de ser asesinado

Cuatro adolescentes, que serían integrantes del clan Acevedo, fueron aprehendidos por las autoridades.

EL LUGAR DE LOS HECHOS. Peritos del Equipo Científico de Investigación Fiscal y de la Policía toman muestras en la zona donde el cabo primero fue asesinado.  EL LUGAR DE LOS HECHOS. Peritos del Equipo Científico de Investigación Fiscal y de la Policía toman muestras en la zona donde el cabo primero fue asesinado.

Los vecinos describieron dos secuencias. En la primera, escucharon el grito “¡Alto! ¡Policía!”. Segundos después, una súplica y después por lo menos una decena de disparos alteraron la paz de ese sector de Villa Urquiza. “Cuando salimos, lo vimos tirado al muchacho, muy mal herido. Estaba de civil; a alguien le dijo que era policía. Ahí nos espantamos más”, reconoció María Laura Peñaloza, una de las primeras mujeres que asistió al cabo Roberto Andrés Lucena, de 42 años. El esfuerzo de los vecinos que lo auxiliaron de poco sirvió. Murió minutos después en el hospital Avellaneda.

El hecho se produjo cerca del mediodía. Lucena circulaba por avenida del Líbano en una Honda Wave y, al llegar a la intersección con la esquina de Ecuador, se detuvo a charlar con un conocido de toda la vida cuyo nombre no trascendió. En ese momento fue interceptado por tres jóvenes que circulaban en una moto. Como Lucena estaba de civil, los motochorros ni dudaron en intentar quitarle su rodado.

Se bajaron rápidamente de su moto y lo amenazaron con un arma de fuego. El efectivo intentó evitar el hecho identificándose como miembro de la fuerza. La respuesta fue cruenta. Recibió al menos tres balazos en sus piernas, en un brazo y en la mano. Herido, según contó el amigo con quien charlaba, les dijo: “llevate la moto, pero no me mates, tengo una familia que mantener”. El motochorro no atendió la súplica. Lo remató disparándole dos veces al pecho.

El atacante, con una espeluznante frialdad, al aprovechar que el testigo presencial se escapaba, se habría tomado el tiempo necesario para quitarle el arma reglamentaria, subirse a la moto de Lucena y escapar.

Antes de marcharse, según el amigo del policía, con un grito desgarrador gritó mirando al cielo: “¡Esto es para vos!”. Después se marchó rápidamente junto a sus dos cómplices.

La víctima, según las declaraciones de otras personas, habría realizado dos tiros antes de que le quitaran el arma. Los vecinos dijeron que al menos uno de los asaltantes había resultado herido en el enfrentamiento. “Había uno que salió rengueando, pero nadie se atrevió a perseguirlo porque sabíamos que estaba armado. Se fueron en las dos motos. Fue una cosa increíble. No se puede creer lo que pasó. El nivel de salvajismo y de inseguridad”, señaló Marcos Herrera.

Sospechas

“En cuestión de segundos, el barrio se llenó de policías. Esto era una locura. Iban y venían de un lado a otro. Parecía una película”, agregó Herrera. La Policía montó un operativo cerrojo para dar con los autores del hecho. El primer sospechoso fue aprehendido en el hospital Avellaneda. J.R, de 17, se presentó en la guardia con una herida en los glúteos. Sus familiares dijeron que había sido herido en un intento de robo, pero su apariencia física era muy parecida a la que describieron los testigos.

Los hombres de la División Homicidios, al mando de los comisarios Diego Bernachi y Juana Estequiño, dirigieron la pesquisa por los barrios Juan XXIII (“La Bombilla”), “Trula” y “El Sifón”, donde aprehendieron a G.A y E.F, de 16 y 17 años. Los acusados, según confirmaron fuentes judiciales, después del ataque, se dirigieron a Los Pocitos donde abandonaron y prendieron fuego a la moto de Lucena para tratar de borrar las evidencias que los pudieran incriminar. Y en un galpón de Venezuela al 1.900 dejaron el arma de Lucena y la que habrían usado para matarlo.

LA VÍCTIMA. El cabo primero Roberto Andrés Lucena estaba gozando de una licencia especial.  LA VÍCTIMA. El cabo primero Roberto Andrés Lucena estaba gozando de una licencia especial.

Los sospechosos son conocidos en la zona. Son integrantes del Clan Acevedo. “Esos changuitos son una verdadera plaga. No tienen piedad con nadie. Asaltan a toda hora del día y no sólo se quedan con lo poco que uno tiene, sino que te golpean o te balean. Por eso, el otro día celebramos la muerte del changuito”, explicó Dolores de Rodríguez.

La vecina se refería al crimen de Leandro Jeremías Rómulo, hijo de Sergio “Chupete” Acevedo, ocurrido el martes 26 de mayo en el barrio “Trula”. Ese día, el joven fue ultimado a balazos por otro muchacho con el que mantenía enemistad. Dos de los tres detenidos por el homicidio son parientes de la víctima y, con el tercer arrestado, habrían formado una banda que estaría dedicada al arrebato y al robo de motos en distintos puntos de la ciudad.

“Todos ellos estuvieron en el velorio del chico. No podíamos creer lo que pasó. Por ejemplo, la Justicia autorizó a los padres y a los chicos para que estuvieran en el velorio. Era como un chiste. La policía custodiándolos a ellos y al pueblo dejándolo abandonado. Hasta ‘La Inimitable’ vino e interpretó todo su repertorio”, agregó Dolores.

INTENTO FALLIDO. Los investigadores en el lugar donde encontraron la moto incendiada del policía. INTENTO FALLIDO. Los investigadores en el lugar donde encontraron la moto incendiada del policía.

Al cierre de esta edición, se investigaban los antecedentes de los demorados. Varios de ellos fueron aprehendidos al menos una vez y hace un mes por portar armas de fuego y, por orden de la Justicia, fueron entregados al cuidado de los padres. Uno de los sospechosos, en tanto, había estado internado en el Instituto Roca hasta el 30 de marzo. Anoche, los pesquisas atraparon a un cuarto cómplice.


Antecedentes
Lucena realizaba trabajos de albañilería para la fuerza

“La muerte del cabo (Roberto) Lucena es un gran golpe para la división. Todavía no nos podemos reponer de la noticia que nos dieron al mediodía”, aseguró el comisario Julio Alderete, titular del Departamento Logística de la Policía, donde prestaba servicios el uniformado asesinado ayer en un asalto.
“En estos momentos estaba de licencia y debía presentarse a trabajar el lunes. Era una excelente persona y, a pesar de que no estaba desde hace mucho tiempo con nosotros, se había ganado el respeto y el aprecio de sus compañeros”, agregó. Lucena, casado y padre de dos niñas, realizaba trabajos de albañilería. “Su última tarea fue trabajar en la construcción de la futura seccional 15, que está muy cerca de inaugurarse”, explicó. Lucena fue el séptimo efectivo de la fuerza en ser asesinado durante un robo en los últimos cuatro años. Los casos anteriores fueron: Leandro Meyer (noviembre de 2016), David Aragón (febrero de 2017), Pedro Antonio Jiménez (marzo de 2017), José María Concha (septiembre de 2017), Juan Domingo Andina (octubre de 2017) y Marcelo Ruezga (marzo de 2018).

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