Kegels para todos
24 Mayo 2020

Por Inés Páez de la Torre.-

Es frecuente (y razonable) escuchar la recomendación para las mujeres -y para las personas con vagina- de ejercitar los músculos pubocoxígeos. Es decir, aquel conjunto que se extiende desde la base de la columna -el coxis- hasta el hueso pélvico, rodeando los genitales. Estos ejercicios, conocidos como “Kegels” -en honor a Arnold Kegel, el ginecólogo que los desarrolló en los años 40 para tratar la incontinencia urinaria de sus pacientes- apuntan a fortalecer y tonificar. ¿Para qué hacerlos? Para prevenir o tratar su debilitamiento producido por la edad, los embarazos y los partos, las infecciones urinarias recurrentes, el sobrepeso (o la pérdida de peso) y los efectos de una cirugía, entre otras causas.

En cambio, menos usual es la referencia a lo beneficiosos que resultan también estos ejercicios para los varones (y personas con pene): mayor sensibilidad, mejores erecciones, orgasmos más intensos y un mayor control eyaculatorio… además de favorecer una vida sexual más larga.

¿Por dónde empezamos? Lo primero es localizar la zona a ejercitar. La técnica es la misma que para las mujeres: orinar y detener esta acción unas cuantas veces. No se tardará en identificar el músculo que es necesario “apretar”: justamente, el que se trabaja en los Kegels.

Variantes

Una rutina posible es contraer y soltar estos músculos varias veces seguidas: el pene se moverá ligeramente, o esta convendría que fuera la intención de su dueño. Se puede empezar por unas 15 contracciones, pero la idea es ir aumentando el número hasta llegar a… ¡75! Luego de haber alcanzado cierta expertise (algo que puede tardar unos cuantos días), es momento de pasar a una segunda práctica: contraer; mantener contando hasta tres; relajar otros tres segundos y volver a empezar. El objetivo es hacerlo 50 veces, lo cual por supuesto no se logra de entrada. Y acá, como cuando queremos tonificar otra parte del cuerpo, la perseverancia y la disciplina son claves. Alcanzar un buen ritmo sería hacer uno de los dos ejercicios (o ambos, mejor), dos veces por día.

Whipple, Perry y Ladas -quienes redescubrieron el punto G- proponen la “prueba de la toalla” para comprobar la fortaleza de la musculatura pubocoxígea. De hecho, se trata de una variante de estos ejercicios. Consiste en colgar una toalla –de tocador- sobre el pene erecto y levantarla y bajarla utilizando los músculos en cuestión. Si se torna difícil, una alternativa es comenzar con una toalla más pequeña y liviana, o incluso, con un pañuelo.

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