El Ojo Crítico: "El camino de la noche”

El Ojo Crítico: "El camino de la noche”

Este apocalipsis sí que vale la pena.

SUSPENSO A BORDO. Los pasajeros de un avión huyen del sol para salvar su vida. SUSPENSO A BORDO. Los pasajeros de un avión huyen del sol para salvar su vida.

MUY BUENA

SERIE / POR NETFLIX

La primera serie belga producida por Netflix es buenísima. Así, sin vueltas. Y eso que el tema, de tan remanido en estos meses, invita a la desconfianza. ¿Otra historia sobre el fin del mundo? Que el prejuicio no impida maratonear “El camino de la noche”, que si bien abreva en el común de las distopías apocalípticas va soltando numerosos ases sabiamente guardados en la manga. Es un atrapante show de seis capítulos -la medida perfecta-, con el trepidante ritmo de un buen thriller, personajes interesantes, originalidad en el entramado narrativo y un cliffhanger en el cierre que reclama a los gritos una segunda temporada.

Es noche cerrada en el aeropuerto de Bruselas y al vuelo que se apresta a partir rumbo a Moscú lo domina la rutina. Hasta que irrumpe a bordo un guardia de seguridad de la OTAN, armado y exigiendo que despeguen cuanto antes. En medio de la conmoción le dispara a uno de los pilotos en la mano. Hay que escapar del sol, intenta explicar el soldado, que se llama Terenzio (Stéfano Cassetti) y con el correr de los episodios irá delineándose como el villano del cuento.

Efectivamente, a causa de una alteración física los rayos solares matan a todo a ser vivo en el planeta, aún aquellos que intentan protegerse bajo techo o bajo tierra. “El camino de la noche” se convierte entonces en un viaje desesperado por la supervivencia, siempre en dirección opuesta al amanecer, buscando pistas de aterrizaje amigables, suministros y una clave que los conduzca a algún santuario con forma de lugar seguro.

Las tensiones, por supuesto, se registran en el avión. El grupo de sobrevivientes se reconfigura a cada momento, la alianza de hoy puede ser la traición de mañana. Sucede de todo a lo largo de ese interminable periplo hacia el -literal- corazón de las tinieblas. En la ambivalencia de esos personajes, que los hace tan creíbles, se explica buena parte del éxito de “El camino de la noche”. Reaccionan con la más comprensible humanidad y es lo menos que puede esperarse de una historia como esta.

Jason George es el showrunner y guionista de la serie, basada en la novela “The old axolotl”, del polaco Jacek Dukaj. Los seis capítulos fueron dirigidos por Inti Calfat (nacido en Venezuela e hijo de un argentino) y Dirk Verheye, dupla creativa de reconocida labor en la televisión belga.

Protagonistas

Mehmet Kurtulus (a quien vimos, también por Netflix, en la serie turca “El protector”) interpreta al mafioso de buen corazón que hace migas con la abnegada Zara (Regina Bikkinina), madre de un niño enfermo. Sin quererlo, Sylvie (Pauline Etienne) va convirtiéndose en líder del grupo, mientras lidia con Terenzio, con el irascible piloto Mathieu (Laurent Capelluto), con Rik, que es algo patético pero hará lo posible para reivindicarse (Jan Bijvoet) y con el resto de los pasajeros. Todo mientras el mundo se cae a pedazos alrededor y la única posibilidad del grupo es escapar. Los directores juegan muy bien en el cierre de cada episodio, construyendo climas y situaciones que de tan comprometidas obligan a seguir mirando. Y así la serie se va rapidísimo. Si Netflix buscaba claves para asegurar el negocio del binge-watching, las encontró en un mercado tan poco explotado como el belga.

El suspenso, la acción, algún toque de terror y el drama se derraman sin pausas mientras “El camino de la noche” mantiene, fiel, su premisa opresiva, angustiante y fatalista. Es entretenida a más no poder y deja, a no dudarlo, con ganas de más.

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