Carnaval: el mundo vive de los colores

Carnaval: el mundo vive de los colores

Como si fueran enormes espejos de cultura, hay países que se dan el lujo de ser catalogados como los “amos y señores” de esta tradicional fiesta popular. Mientras algunos juegan con agua, otros se tiran pintura por las calles. En cambio, hay destinos turísticos que se centran en venerar figuras religiosas.

Carnaval: el mundo vive de los colores
21 Febrero 2020

Devoción en Perú

En el país que vio nacer al escritor Mario Vargas Llosa los festejos carnavaleros se parecen bastante a los eventos que se realizan en el NOA. “En Perú, las ciudades más emblemáticas durante estas fechas son Puno y Cajamarca”, afirma Enrique Solano, presidente de la Asociación Peruana Argentina de Tucumán. En la primera, ubicada junto al lago Titicaca, las actividades duran todo febrero y se centran en una profunda devoción hacia la Virgen de la Candelaria. Además, cada paso de la procesión es acompañado con música andina y suelen escucharse melodías que brotan de sikus, caporales, quenas y tarkas. “Primero la gente del pueblo asiste a una misa y luego comienza la procesión en los barrios. La gente canta mientras la imagen de la Virgen avanza y, al finalizar el recorrido, todos los creyentes se reúnen en varios predios al aire libre para bailar al ritmo de los caporales”, agrega Solano.

En cambio, en el área montañosa de Cajamarca, la principal motivación del festejo tiene que ver con la naturaleza. Otra de las diferencias está en el vestuario de los participantes, piezas que poco tiene que ver con las flores y la joyería brillosa que vemos en los corsos de Aguilares. “El traje tradicional que llevamos es el chullo (en Jujuy le dicen chulo) y también se utilizan máscaras que imitan el rostro del diablo. Los colores fuertes son muy importantes para los disfraces y los miembros de las comparsas suelen renovar su vestimenta cada año para participar de las competencias”, enfatiza.

Con sabor a tequila

Junto a buen vaso de tequila, el país de las serenatas románticas es una opción llamativa para disfrutar del carnaval. “A diferencia de Argentina, en México no se hacen ofrendas a la Pachamama, sino que es pura fiesta. Los espectáculos con artistas famosos de la región y los bailes callejeros hacen que el clima sea de total alegría”, explica Blanca Espíndola, presidenta de la Colectividad Mexicana en Tucumán. En cuanto a las vestimentas tradicionales, en México priman los atuendos con muchas plumas, brillos y lentejuelas. “Quienes participan en las carrozas alegóricas suelen aludir, a través de máscaras temáticas, a figuras históricas del pasado o burlarse de los políticos actuales”, señala Blanca.

Entre amores y críticas

Además de las pastas, el plato fuerte de Italia son los carnavales. “Nuestra comunidad festeja la fecha sin necesidad de tirarse agua o de recurrir a danzas tradicionales. El centro del evento es pasear y visitar lugares turísticos vestidos con alguna prenda o accesorio medieval”, cuenta Sergio Ricciuti, vicecónsul de Italia. Al mejor estilo de “Romeo y Julieta”, la conquista de las doncellas -propia del siglo XXI- es el elemento principal de los shows en Venecia.

“La celebración tiene un sentido romántico. Los hombres cortejan a las mujeres y juegan con máscaras que ocultan su identidad”, agrega el vicecónsul. En el proceso van y vienen algunos piropos.

También, tal como el amor prevalece, lo hace lo pagano. En el carnaval de Tufara, la figura de un demonio abrigado con pieles y una guadaña en la mano es otro de los atractivos de la fiesta popular. “A un horario determinado, un diablo aparece y empieza a perseguir a los visitantes. Él simula querer matarlos y, de fondo, se escucha el ruido de una campanas”, detalla Ricciuti.

A miles de kilómetros de distancia, otro país clave a la hora de pensar los festejos de Carnaval es Alemania. “La capital de los festejos es Colonia. Allí los desfiles se caracterizan por mofarse del poder político con muñecos gigantes”, detalla Diego Wilde, integrante del Club Alemán. Como tradición, los alemanes tienen el klutch, o “besos espontáneos”. “No hay que hacernos ilusiones porque todo termina en eso”, aclara Wilde entre risas.

Como una suerte de anticipo, el 11 de noviembre a las 11.11 existe un evento en la plaza central de Colonia. Allí, sólo por ese día los ciudadanos se disfrazan y escuchan música tradicional mientras comparten un poco de gastronomía.

Vestir un yukata

En Japón, una variante de nuestro carnaval latino es “Awa Odori”, una especie de festival dedicado a la fertilidad agrícola. Las mejores vivencias suelen estar en la prefectura de Tokushima (ubicada en el extremo este de la isla Shikoku). “La mayoría de los festejos se realizan en agosto y la preparación de los desfiles alegóricos se planifica con mucha anticipación”, comenta Esteban Kamiya, miembro de la Asociación Japonesa.

Por supuesto, las canciones no pueden faltar. Entre las danzas tradicionales está el tanko bushi (que narra en su letra la historia de una antigua minería de carbón). “Los participantes visten coloridos yukatas (kimonos livianos) mientras los curiosos observan y sacan fotos”, recuerda emocionado Esteban. (Producción periodística: Milagro Molina)

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