Un soñador que vive de sus espectáculos a la gorra

Un soñador que vive de sus espectáculos a la gorra

Alejandro Cárrega se dedica a la vida de circo desde hace 20 años: la historia de un valiente que apostó en la temporada tafinista.

ALETE EN ACCIÓN. Uno de sus números más ovacionados incluye malabares con antorchas de fuego. ALETE EN ACCIÓN. Uno de sus números más ovacionados incluye malabares con antorchas de fuego.
27 Enero 2020

Alejandro Cárrega es un cirquero que viajó por el mundo con su show y su primer acto fue en las calles de la India. Hoy es conocido como Alete y planea girar por Chaco y Misiones hasta desembocar en Brasil, haciendo lo que más le apasiona: el circo. En una charla con LA GACETA cuenta su historia.

- ¿Cómo surge la idea de dedicarte a esto?

- Nací en Buenos Aires y desde la primaria ya me decían “payaso”; era una mezcla de bromista con anarquista, el justo, revolucionario algo medio raro. Sin elegirlo me pasaba. Estaba en el deporte siempre y de a poco me fui perfilando con lo acrobático, la artística y el capoeira. Más tarde hice teatro mucho tiempo.

- ¿De qué manera te fuiste perfilando para el circo?

- En el ‘87 me empecé a formar en el circo del centro cultural como podía, porque no había muchas formas. En el año 2000 empecé a tomar cursos y me fui de viaje; por eso mi primera función de calle fue en la India. Después volví a Argentina y me instalé en Tafí del Valle, y formé una familia.

- ¿Qué pasó con tu carrera en ese momento?

- Seguí la formación en convenciones, encuentros, seminarios, como autodidacta, investigando.

- Tu familia de Buenos Aires, ¿te apoyaba con tus sueños?

- No había nadie del ámbito artístico, por eso me preguntaban cómo iba a dedicarme a esto. Pero eso no me detuvo porque me interesaba el circo. A partir de eso fui investigando sobre las técnicas de malabarismo.

- ¿Qué era lo que hacías al principio en Tafí del Valle?

- Desde 2001 manejaba el circo social. A veces lo hacía por canje: bollos, panes. Luego enseñé en la Municipalidad y en centros culturales. Después empecé a formar los primeros encuentros de circo del norte argentino, tomando referencia los de otros países. El año pasado se cumplieron 10 años desde que lo organicé; el objetivo era generar otros encuentros en el NOA. Por suerte se cumplió porque en Catamarca empezaron a hacerlo y en Salta también.

- ¿Ahora qué es lo que estás haciendo en Tucumán?

- Hace nueve años me instalé en San Miguel de Tucumán. Cuando comienza el período lectivo enseño en la escuela de circo del Ente de Cultura. El director es Pablo Quiroga y soy docente junto a otro muchacho. Nosotros veníamos del circo social y de ahí quedamos los tres.

- ¿Te parece suficiente la enseñanza en la escuela?

- Conozco el plan de estudios, cada uno tiene su área pero somos tres docentes por el poco presupuesto. Esta buenísimo, peor sería que no se haga nada. El presupuesto es reducido y no hay para contratar más.

- Durante enero te instalaste en Tafí del Valle, ¿Qué presentaciones hiciste ahí?

- Nos presentábamos con Felisa D’ Alfonso, que es una amiga de Buenos Aires con la que creamos algo lindo. Estuvimos en una cafetería a la tarde, ahí hacíamos un show más tranquilo, sin las estructuras. También trabajábamos en un hostel por las noches, teníamos montada la estructura. Hacíamos trapecio de vuelo en movimiento y un número de fuerza capilar. En ambos espectáculos la entrada era a la gorra.

- ¿Cómo fue esa experiencia con la situación económica de nuestro país?

- Bien, dependía mucho del clima también. Era muy raro, relativo; pero iba gente. Hacíamos una convocatoria, con volantes, afiches, redes, radio.

- ¿A qué aspiras cómo artista?

- Ir a las calles y a festivales de Europa a trabajar. Este año tengo planeado hacer dos unipersonales también.

- ¿Te ves haciendo otra cosa?

- No, para nada. Fui logrando objetivos y llegando a hacer cosas que nunca había pensado, incluso pude trabajar con mi hija y eso para mí es muy lindo. Me gusta cuando la gente la pasa bien en mis espectáculos.

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