Niños Dios de antiguas navidades

Niños Dios de antiguas navidades

A partir de mañana el Museo de Arte Sacro expondrá las imágenes religiosas que desde el siglo XVIII presidían las navidades de las familias tucumanas. Son 28 piezas cedidas para la exposición por sus propietarios. Podrán verse hasta finales de enero en esta muestra especial.

Niño Dios con ojos de vidrio y vestido con túnica de seda. Niño Dios con ojos de vidrio y vestido con túnica de seda.

Desde tiempos de la colonia, y hasta hace unos 50 años, cuando todavía Papá Noel no había metido en su bolsa roja los regalos de los chicos, los obsequios los daba el Niño Dios. Con exquisito detalle, estas imágenes eran confeccionadas por artistas, que a veces eran jesuitas, o artesanos españoles o nativos. Las piezas que se conservan, en su mayoría del siglo XVIII, fueron pasando de generación en generación. Ocupaban el centro del pesebre, entre las imágenes de la Virgen María y de José. Los niños de la casa solían sumar animales de distinta manufactura al pesebre.

“De pesebres y Niños Dios / Navidades de ayer” se denomina una muestra de 28 imágenes que pertenecen a familias tucumanas y que el Museo de Arte Sacro logró reunir en préstamo. La curadora, Sara Peña de Bascary, logró armar la exhibición con el apoyo de Carmen Ocaranza Zavalía y el montaje de Esteban Alderetes. Las autoridades del museo son Marcelo Viaña, presidente del Consejo de Administración, y Mayi Arias de Frías Silva, presidenta de la fundación de Amigos.

“En esta muestra exhibimos distintas tallas que datan desde el siglo XVIII hasta el presente y que las familias conservaron y veneraron en las Nochebuenas a lo largo de los siglos”, dice Sara. En la última sala del museo, después de atravesar el jardín, se abre un espacio con distintas vitrinas, cada una con sus respectivas leyendas explicativas. “Aquí tenemos tres imágenes, dos de ellas pertenecieron al obispo José Agustín Molina Villafañe, que fue prosecretario del Congreso de Tucumán. El doctor Carlos Páez de la Torre (h) ha escrito un artículo muy interesante titulado ‘Las navidades del obispo Molina’, en el que explica todo esto”, cuenta Sara mientras recorre la muestra. “El obispo no sólo tenía muchos Niños Dios sino que además le gustaba escribir versos al respecto. Antes de morir pidió que su lápida llevara una imagen de un Niño Dios”.

Es común que las imágenes tengan una expresión cristalina y vital en sus ojitos de vidrio. Todos están confeccionados en sus más mínimos detalles: los labios sonrientes y entreabiertos dejan asomar una diminuta lengua roja. Como son bebés, muestran dos pequeños dientes de nácar superiores y a veces dos inferiores. En algunos casos, si uno mira hacia dentro de su boca, se distinguirá un paladar de espejo. Todo remite a la realidad: las orejas perfectamente contorneadas, los dedos finos, con sus minúsculas uñas, las manitos rollizas igual que las piernas, con los hoyuelos que suelen tener los bebés. La nariz, perfecta, con sus ínfimas fosas nasales. Todos están vestidos primorosamente con trajes de seda, encajes, bordados y puntillas. Algunos llevan una corona de plata.

Los comúnmente llamados “manolitos” están recostados sobre su codo o su brazo. “Manuelito viene de mano, porque estaban agarrados a la mano de la Virgen, o sobre uno de sus brazos”, revela Sara. Por eso es que algunas imágenes antiguas tienen un agujero o dos a los costados, por ahí iban sostenidos en algo para que no se caigan.

Los materiales usados son en general madera tallada, estucada y policromada, pero hay uno que está hecho de cera. El pelo suele ser natural o en hilos de seda. Los más importantes están conservados en fanales de cristal. La muestra del Museo de Arte Sacro es un vistazo a la Navidad de antes, cuando el dueño de la fiesta todavía estaba en casa.

MUSEO DE ARTE SACRO

• De martes a viernes, de 10 a 20 y sábados y domingos de 10 a 14.

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