"El crimen del Comequeso": tres muertes que aún conmocionan a Yerba Buena

"El crimen del Comequeso": tres muertes que aún conmocionan a Yerba Buena

Un posible doble femicidio, habladurías de fiestas negras y un misterioso suicidio componen uno de los casos más complejos de los últimos años.

 UNA BRUTAL ESCENA. El cuerpo de Edith aparece tapado con una sábana en la habitación donde fue ultimada de cinco puñaladas. UNA BRUTAL ESCENA. El cuerpo de Edith aparece tapado con una sábana en la habitación donde fue ultimada de cinco puñaladas.

Se trata de uno de los casos policiales más polémicos de los últimos 35 años. Dos mujeres brutalmente asesinadas muy cerca del corazón económico de Yerba Buena. Un hombre vinculado a las víctimas que supuestamente se suicidó. Misteriosas desapariciones. Los posibles vínculos políticos en el hecho. Cinco sospechosos, pero ningún culpable. La aparición de un “perejil”. Un crimen común que fue manipulado hasta transformarse en una opereta política. La mala actuación policial acompañada por apremios ilegales. Habladurías de fiestas negras donde se hacían orgías sexuales. Un posible doble femicidio. Esos son los ingredientes de un hecho que conmocionó la opinión pública hace más de 32 años y que quedó impune. En esos años al hecho se lo bautizó como “El doble crimen de Yerba Buena” o “El crimen del Comequeso”.

1. El macabro hallazgo

Eran las 16.30 del sábado 4 de abril de 1987, René Alderete, de 50 años, regresó a su casa de Reconquista 271 (a tres cuadras de la sede municipal de esas ciudad) después de haber trabajado en el sur de la provincia. Golpeó para que le abrieran el portón de la vivienda. Como no lo atendían, saltó la reja de más de un metro de altura, y entró. Dio menos de 10 pasos y se encontró con el cuerpo sin vida de su esposa Ángela Bertolina Nieva (51) en medio de un charco de sangre. Desesperado, fue hasta la habitación de su hija Edith Mónica Alderete (28) y también la halló sin vida.

Madre e hija fueron asesinadas de cinco puñaladas cada una. Los investigadores creen que la mayor fue ultimada después de haberle permitido el ingreso a la vivienda a el o los homicidas. La más joven, quizás alertada por los gritos de su mamá, al menos intentó defenderse. Días después, la Policía encontró en un terreno contiguo el arma asesina: un cuchillo de cocina que pertenecía a las víctimas.

2. Otra misteriosa muerte

El 4 de abril fue una jornada complicada para los policías de Yerba Buena. A la madrugada también debieron intervenir en otro hecho. En avenida Solano Vera al 900, a poco más de 10 cuadras donde había ocurrido el doble homicidio, vecinos encontraron el cuerpo de Pablo Osvaldo “Comequeso” Pérez. Todo parecía indicar que se trataba de un accidente más, pero después de que se produjera el hallazgo de los cadáveres de las mujeres, los investigadores comenzaron a atar cabos y elaboraron una hipótesis.

A los 11 días de haberse producido el crimen, en una conferencia de prensa brindada en la ex Brigada de Investigaciones, los jefes anunciaron que el caso estaba resuelto. Su teoría era que “Comequeso” había asesinado a las víctimas y que luego se había suicidado.

Argumentaron que Pérez tenía una relación sentimental con Edith que no era bien vista por la madre. Señalaron que en la habitación de la joven había un vaso que tenía restos de semen y orina y una huella dactilar del sospechoso; un estilete de su propiedad; y, en el fondo de la casa, una pisada de la zapatilla número 38 de Pérez.

Según esta línea, el supuesto homicida durmió con la joven, la mató muy temprano y después salió corriendo de la habitación y ultimó a Nieva, cuando intentaba escapar de la vivienda para pedir ayuda y contar lo que había sucedido. Luego, se dirigió afuera y arrojó el cuchillo. Se retiró de la casa y, cuando se dirigía a la suya, decidió quitarse la vida.

3. un polémico romance

“Comequeso” se ganaba la vida como jardinero contando el pasto de los jardines de varias personas de Yerba Buena. Recorría la avenida Aconquija con su bicicleta para alimentar a su esposa y cuatro hijos que vivían en una humilde casa ubicada en avenida Solano Vera y Jujuy. Pero era más conocido por sus cualidades de guitarrero interminable. A él lo convocaban para que animara cualquier tipo de reunión. Edith, en cambio, era profesora de danzas y le encantaba el ambiente del folclore. Así nació al menos una amistad con Pérez.

Sin embargo, en el amarillento expediente judicial, los investigadores recogieron testimonios que indicaban que la joven organizaba reuniones en su vivienda en la que asistían dirigentes políticos, funcionarios del gobierno de esa época y empresarios de diferentes puntos de la provincia. En esos encuentros, según figuró en la causa, podrían haberse desarrollado orgías sexuales. Sin embargo, no hubo ninguna prueba concreta que confirmara esas versiones. Los vecinos nunca informaron de movimientos extraños ni de la presencia de varios vehículos en las afueras de la casa.

4. cae una hipótesis

Mientras los tucumanos desconfiaban la teoría oficial, los rudimentarios estudios científicos que se aplicaban en esa época, paulatinamente fueron derrumbando la hipótesis que indicaba que “Comequeso” había sido el autor del hecho. El primer dato importante señaló que las mujeres habían sido asesinadas entre las 8 y las 10 de la mañana. Pérez, supuestamente, murió antes de las 7 de ese día, es decir, antes de que se concretara el doble homicidio.

“Pérez no tuvo nada que ver en el crimen. Eso lo descartamos al poco tiempo, no entiendo por qué se hizo esa teoría”, señaló Víctor Aráoz comisario que participó en la primera etapa de la investigación del caso.

“Teníamos otra línea. Estábamos convencidos que había dirigentes políticos y funcionarios de ese gobierno que podían saber algo de lo sucedido. Pero la fiscala me separó del caso. Les dio el trabajo a otras personas que no avanzaron nunca en nada. Descubrimos que Edith estaba bien vinculada a sectores del poder de esos tiempos”, destacó.

“Llegamos hasta Nueva Esperanza, Santiago del Estero, donde descubrimos que los Alderete y Pérez estuvieron ahí pasando unos días antes de que se cometiera el crimen. No nos permitieron que siguiéramos indagando sobre qué hicieron ahí”, concluyó.

5. Detienen a Alderete

Al caer la teoría de que “Comequeso” podría haber sido el autor del crimen, los investigadores apuntaron a Alderete. El esposo y padre de las víctimas desde un primer momento declaró que, como maestro panadero, vivía más en Concepción que en Yerba Buena, ya que viajaba los domingos y retornaba los sábados a la tarde.

Al declarar ante la Policía, el hombre señaló que la noche anterior del crimen había concurrido con un amigo a un cine de la ciudad del sur de la provincia y, como lo hacía siempre, regresó el sábado. Pese a que su versión fue confirmada por otros testigos, la Justicia ordenó que sea detenido.

“No tengo dudas que a él lo privaron de su libertad para que contara que sabía él de las reuniones que se hacían en esa casa. Pero él nunca se atrevió a hablar porque, la verdad, que él ya no formaba parte de esa familia. El vivía en Concepción y no sabía lo que sucedía de domingo a viernes”, explicó Cergio Morfil, su defensor.

El profesional dijo que nunca aportó ningún otro dato sobre el caso. “Una vez estaba declarando, suspiró hondo y miró hacia arriba. Fue como un boxeador que está a punto de caer a la lona y pega un golpe de KO. Con la fiscala nos miramos y, sin decirnos una palabra, pensamos al unísono que diría algo, pero no, no dijo nada”, agregó Morfil que, después de varios años, perdió contacto con Alderete que, según cree, falleció sin explicar cuál había sido el móvil del crimen de su esposa e hija.

6. Se suman sospechosos

La Justicia fue por una tercera línea: los que estuvieron implicados en la muerte de “Comequeso”. Por ese hecho, fueron detenidos Humberto Jiménez, conductor de la camioneta Ford F100 que arrolló al sospechoso en avenida Solano Vera al 900, que en el momento del accidente estaba acompañado por Mario Campos y Alejandro Cardozo.

Los tres contaron la misma versión. Señalaron que trabajaban repartiendo pan en Yerba Buena y ese día, después de haber terminado con su labor, regresaban a El Manantial, donde residían.  En el trayecto, según la declaración que realizaron, un joven se arrojó delante del vehículo y no pudieron hacer nada para esquivarlo. Afirmaron que se detuvieron en el lugar, que constataron que había fallecido y que decidieron escapar porque temían ser agredidos por los familiares del fallecido.

La Justicia no les creyó y terminaron siendo imputados por homicidio simple. Estuvieron entre siete y ocho meses tras las rejas, pero después se terminó confirmando su historia y recuperaron la libertad.

“A toda costa querían que se hicieran cargo de esa muerte. Siempre fueron inocentes. Se hablaron muchísimas cosas durante todo ese tiempo. Una de las versiones que circuló y que quedó descartada era que dos o tres hombres empujaron a ‘Comequeso’ cuando pasaba la camioneta y por eso lo habían atropellado. Pero nada de eso se probó, al contrario, se demostró que el fallecido se suicidó”, aseguró Oscar López, defensor de los tres detenidos.  

7. Situaciones extrañas

Tom y Sultán eran los nombres de los perros que tenían los Alderete. Los vecinos dijeron que eran animales feroces y guapos, bien cuidadores. Cuando alguien se acercaba a la casa, los canes protagonizaban un escándalo. El día del doble homicidio, los animales no ladraron, por lo que se sospecha que conocían al o a los asesinos. Otro detalle: a los días de haberse producido el hecho, los celosos guardianes desaparecieron misteriosamente.

A los pocos días también se produjo otro hecho importante: desconocidos que se movilizaban en un Ford Falcon intentaron secuestrar a una sobrina de “Comequeso” días antes de que el padre de la pequeña se presentara a declarar en la Justicia.

“En la causa figura un hecho insólito: una prima de Edith fue secuestrada por desconocidos. Estuvo más de 20 días cautiva sin razón alguna. Cuando recuperó la libertad hizo la denuncia, pese a que quedó aterrorizada por la situación que vivió. Relató que superó varios simulacros de fusilamiento. El abogado que la asistía renunció por las presiones que recibió. No sé que pasó con ella”, dijo López.

Por último, la familia más cercana de los Alderete, al poco tiempo de haberse producido el doble crimen, se mudó sorpresivamente sin aportar datos sobre porqué lo hacían y cuál sería su nuevo hogar.

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