“El cumpa” apela a la amistad

“El cumpa” apela a la amistad

Luego de 26 años, vuelve a escena la obra de Jorge Salvatierra, con dirección de Ashley Matheus.

SOLIDARIOS. Solórzano y Salazar se conocen en El Bajo y comparten su vida. SOLIDARIOS. Solórzano y Salazar se conocen en El Bajo y comparten su vida.
29 Junio 2019

ACTÚA HOY

• A las 22 en la reabierta sala del Patio Lorca (avenida Alem 222).

Hace 26 años, Jorge Salvatierra estrenó su obra “El cumpa”, con la entrañable historia de dos personas, un obrero golondrina y un cartonero) que se conocen en los recovecos de la vieja terminal de ómnibus de El Bajo y, desde entonces, construían una fuerte amistad. Ese vínculo se proyecta hacia el conjunto del barrio que habitan, con propuestas solidarias hasta que llega un día festivo en el que todo se altera.

La obra volvió a escena en Patio Lorca, el espacio cultural cerrado el año pasado y que reabrió para ofrecer espectáculos artísticos, lo que es una buena noticia en medio de la crisis que afecta a la actividad teatral independiente de todo el país. Esta noche habrá una nueva función.

“Reestreno ‘El cumpa’ por la necesidad imperiosa que tengo de hacer teatro. Tenía a dos actores con ganas de actuar, Fredy Solórzano y Miquicho Salazar, por lo que comencé a buscar un texto para que ellos lo interpreten y entre mis papeles apareció esta obra, que es ideal para el dúo y muy significativa para mí, porque refleja experiencias que viví durante muchos años de trabajo artístico en barrios marginales de la provincia. También me da la posibilidad de concretar un sueño: que se convierta en una película”, le dice el autor a LA GACETA.

El elenco se completa con Ashley Matheus en la dirección, un aporte que Salvatierra considera “fundamental para el desarrollo del trabajo de los actores”. “Yo solo hice algunos aportes cada vez que podía venir a Tucumán desde Jujuy, donde estoy radicado. En ese proceso, pude ver cómo la obra iba cobrando cuerpo y cómo los personajes se iban encarnando. Ashley puso en marcha un trabajo fino, pensado y profundo, que culminó en el disfrute del público”, explica.

Pese al cuarto de siglo transcurrido, el dramaturgo mantuvo intocado el texto: “no retoqué nada del original, porque no hay nada que hoy pueda resultar anacrónico en los conflictos ni en el vocabulario, pero es cierto que el público de cada momento hará su propia lectura”. “En la actualidad estamos atravesados por la tecnología y por un creciente individualismo y eso delimita la apreciación que puedan tener los espectadores de ahora. Pero lo que se mantiene en vigencia son las cuestiones que se vinculan a la esencia humana y tucumana, como la soledad, la marginalidad, la violencia, la gran capacidad de amar, la solidaridad y la amistad. No es la amistad lo único que nos puede salvar como personas, pero sí cualquier forma pura de amar. La amistad es una de esas formas y de hecho, muchos de nosotros somos salvados cotidianamente”, concluye. 

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