Cartas de lectores
25 Abril 2019

TRASTORNO DE ANSIEDAD

Domingo/noche. Acostada en mi cama, he pasado horas pensando en todo lo que he pasado este último tiempo y todas las personas que me han acompañado en este duro camino. Sí, tengo TAG, trastorno de ansiedad generalizada, creo que más de uno debe saber de lo que estoy hablando. Pero no voy a hablar de mí puntualmente. Vivimos en un tiempo de inestabilidad, donde nada es seguro y todo cuesta mucho. Vivir cuesta mucho. Las presiones diarias personales, familiares, sociales nos llevan de a poquito a un camino donde nos hacen cuestionar todo; caminamos hacia una crisis existencial, donde de repente no sabemos dónde estamos parados. Y al explotar lo único que nos preguntamos es: ¿en qué momento llegué a este punto? ¿Por qué no presté atención antes a todos los síntomas y los mensajes que mi cuerpo me pasaba? Ataques de pánico, llantos sin aparente motivo, corazón latiendo a mil por hora, boca seca, sentir que la garganta se cierra y el aire no pasa, cuerpo tembloroso, sentimiento de desmayo, de muerte. Día a día nos exigimos mucho, a veces mucho más de lo que podemos soportar. Estamos apurados por saber quiénes somos en este mundo, qué lugar ocupamos y qué vamos a estar haciendo el día de mañana. Nos preocupamos mucho del pasado, de todo lo que no salió como planeábamos o de todo lo que no hicimos bien. Pero: ¿y todo lo que sí hicimos bien y salió perfecto? No. Nos preocupamos muchísimo más por el futuro: ¿cuánto falta para recibirme? ¿Qué voy a hacer cuando me reciba? ¿Me recibiré? ¿Dónde estaré mañana? ¿Dónde voy a trabajar? ¿Dónde voy a vivir?, entre muchísimas cosas más. La cabeza no para. Nunca. No dormimos. Pero lo peor de todo esto es que ni siquiera nos acordamos del presente, de lo que estamos viviendo ahora y de lo realmente importante. ¿Qué pasa si no cumplo las expectativas de todos los que me rodean, de la sociedad, o bien, de las personales? Nada; la vida sigue. Siempre tendremos una nueva oportunidad, si no es en lo que esperábamos, será en algo más. Hoy, solo puedo decir lo siguiente: escuchemos a nuestro cuerpo, paremos la cabeza cuando es necesario, no nos presionemos al límite de hacernos daño, tengamos la valentía de perder el miedo, nada malo nos va a pasar; o sí; pero eso nunca vamos a saber. Nos permitamos perder el control, sentir que las estructuras así, no van con nosotros y planear día a día, pensando siempre en el presente; es la única manera de avanzar conscientemente. No tengamos vergüenza de decir me siento mal, me siento estresada, no sé qué me pasa: la salud mental es tan importante como la física, tenemos profesionales a nuestro alcance. No nos neguemos. Las cosas suceden y no podemos cerrar los ojos, cruzar los dedos y esperar a que pase, debemos ocuparnos. Sé que muchas personas pueden pensar que esto es algo exagerado, de que lo que nos pasa es solo ansiedad y que con una simple palabra, como “tranquila”, nos va a pasar. No, no va a pasar, lo sabemos. Lo hemos pasado miles de veces. Para cerrar el tema, quiero decir que nuestra sociedad nos demanda demasiado, que no está mal, y deseamos con todo lo que tenemos cumplir, pero muchas veces debemos parar, respirar, darnos tiempo y seguir. Un día más no va a modificar nuestras vidas. Tenemos tiempo. Disfrutemos el presente. Todos los días cuentan, todos los días suman, todos los días significan un casillero más en este juego que se llama vida. Intentemos todos los días confirmar quiénes somos y sentir dónde estamos parados. Con toda nuestra fuerza, permitirnos evolucionar constantemente, no soy lo que era y no sé lo que voy a ser, pero estoy segura de lo que hoy soy. Un ser humano viviendo la vida. Nota mental: si hoy no puedes con todo, no pasa nada.

María Belén Lascano

INFLACIONEROS

Permítaseme utilizar este neologismo, “inflacioneros”, para definir a las personas o corporaciones que generan la inflación más infame e inmerecida que padecemos los argentinos. Sí, no se trata únicamente de la incapacidad manifiesta de este gobierno con “el mejor equipo económico”. No. Como propuesta a este “mejor equipo”, les sugiero consultar a los profesores de Economía de todas las universidades del país, para que ellos, que acumulan el conocimiento universal, elaboren un documento consensuado que busque realmente sacarnos de esta situación perversa. Pero, además, me permito sugerir se controle a los que abusan de la “intermediación parásita”. Está claro que, desde el productor, el trabajador que cultiva un campo, o el que fabrica un calzado, por ejemplo, sus productos, hasta que llegan al consumidor, pasan por hasta cinco intermediarios, cada uno de los cuales aumentará el precio del producto de manera proporcional a lo que desea ganar, y así dicha mercadería sufrirá incrementos que pueden llegar al ¡1.000%! Sí. Un par de zapatos que el fabricante vende a $ 45, se verá en las vidrieras a $ 450. Lo vemos además a diario en productos de granja, verduras, leches, etcétera. Desde siempre se intentó acabar con esta barbaridad, generando las “ferias francas”, acercando el productor al consumidor, sin intermediarios, pero mediante los consejos del “Viejo Vizcacha”, también en las ferias aparecen estos personajes siniestros, vividores, que sin el menor esfuerzo para producir, sobrecargan los precios de manera impredecible y a cifras infernales. ¿Esto es novedad? No, por cierto, todos lo sabemos. Y ¿por qué no se resuelve este problema? Porque está claro que gran parte de quienes llegan al gobierno, legisladores, e inclusive miembros de la Justicia, son realmente intermediarios parásitos, con coimas o “retornos” con los que se enriquecerán ellos, familiares o amigos. Veamos, además, el pretexto de que “deben pagar muchos y enormes impuestos”. Sí. Cuando no los burlan sin dar recibos (¿algún verdulero le dio alguna vez recibos por compras que en muchos casos superan los $ 300?) o tickets formales y autorizados por la AFIP, por ejemplo. Pero estos impuestos se cargan inmediatamente a las mercaderías y quienes los pagamos finalmente somos los consumidores. Esta es la farsa de nuestro país. Todos la conocemos, pero nadie parece tener la capacidad para resolver esta ignominia.

Federico Vázquez

DELITOS EN TAFÍ DEL VALLE

Corno profesional del Derecho, abocada al estudio de mecanismos de participación ciudadana, orientados a garantizar el bienestar general, en especial, de los habitantes de las zonas rurales de esta provincia, considero necesario y urgente convocar a los principales actores en el marco del proceso de modernización e integración cultural, a fin de que, a la brevedad posible, se elabore un Protocolo de Convivencia Pacífica. Motiva dicha propuesta la imperiosa necesidad de brindar respuestas ágiles y efectivas a la demanda social, ante la ola de delitos y usurpaciones, fundamentalmente en Tafí del Valle, donde estamos presenciando graves hechos de violencia, generados por la falta de calidad legislativa e indiferencia, ante la destrucción de nuestros recursos naturales y patrimonio cultural. Es fundamental replantear y modificar la Ley N° 4.815, inciso 40, en virtud de la cual se comenten abusos inconcebibles por parte de inescrupulosos oportunistas que se aprovechan de la vetusta legislación. Los profesionales del Derecho somos testigos del caos que provoca dicha norma, por lo que estamos obligados a asumir nuestra responsabilidad social, participando de un nuevo modelo de gestión diseñado, estratégicamente, para mejorar nuestra convivencia. Con más razón, los que somos académicos de universidades católicas, ya que es nuestra misión trabajar por la Paz, conforme a lo establecido en la “Constitución Eclesiástica Ex Corde Ecclesiae”, del padre de la Iglesia, Juan Pablo II.

Margarita E. Moreno

ATENCIÓN HOSPITALARIA

Me dirijo a la doctora del Hospital Padilla, cuyo nombre y apellido no recuerdo, para hacerle saber cómo fue la atención que la brindaron a mi hijo, Pablo Andrés López, en dicho centro médico de la Provincia de Tucumán. El día 19 de julio de 2018, llevé a mi hijo al área de Urgencias del hospital con una fuerte Gripe A, lo que le impedía respirar. Pero aún así, lo tuvieron toda la noche sentado en una silla en la Guardia y sin brindarle ninguna atención. Al día siguiente acudimos a un médico amigo, quien al verlo en tan grave estado decidió derivarlo al Hospital Centro de Salud, y allí lo internaron, inmediatamente, en terapia intensiva porque mi hijo estaba en un estado crítico. Pablo murió allí el 20 de agosto del año pasado. A lo que quiero llegar, contando esto, es que si mi hijo hubiera sido una persona famosa, con seguridad habría tenido atención inmediata, como ese señor cantante que fue atendido muy bien y ahora fue trasladado a Buenos Aires. Si mi hijo Pablo hubiera sido atendido en ese momento y con esa misma predisposición por el personal médico, creo que hoy estaría vivo porque era muy joven. Pero lo dejaron simplemente sentado en una silla toda una noche, y ni siquiera le colocaron un respirador para ayudarlo a respirar mejor. Así, hoy yo no estaría llorando a mi hijo y él hubiera conocido a su hija, que nació dos meses después de su partida. Espero una respuesta de esa señora médica que atendió a mi hijo. Es muy importante para mí que me brinde una respuesta.

Raquel del Rosario Vega Figueroa

Alsina 1.344
San Miguel de Tucumán

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