Vivir sin carbohidratos: claves de la dieta “Keto”

Vivir sin carbohidratos: claves de la dieta “Keto”

La dieta cetogénica suma seguidores, pero tiene sus riesgos, según advierten los nutricionistas.

BÁSICOS. Carnes, aceites y vegetales son los elementos fundamentales.  BÁSICOS. Carnes, aceites y vegetales son los elementos fundamentales.
25 Marzo 2019

Como casi todo por estos tiempos, comenzó a difundirse por internet. “Descubrí la dieta cetogénica por mi mentor en alimentación y entrenamiento a través de Instagram. Soy de probar constantemente cosas nuevas e ir viendo bajo mi propia experiencia”, dice Tomás Rohmer, un joven “fit” al que le tocó la puerta la dieta “Keto” hace seis meses. “Nunca me sentí tan liviano, con tanta energía y lucidez; dejé de ser esclavo del picoteo y de la gigante industria del carbohidrato”, defiende.

Moda dirán algunos, dieta revolucionaria otros. Los casos de éxito abundan en internet y entusiasman, claro que entusiasman: bajar de peso rápidamente, achatar la panza en semanas, definir músculos son tópicos atractivos siempre. Y con la dieta “Keto” podrían cumplirse, pero los nutricionistas tienen sus reparos: no es algo que pueda sostenerse en el tiempo, principalmente porque no son dietas equilibradas.

Principio

“La dieta Keto o cetogénica se llama así porque induce al organismo a una cetosis, un proceso que se origina por un déficit en el aporte de carbohidratos, lo que induce el catabolismo de las grasas a fin de obtener energía, generando unos compuestos denominados cuerpos cetónicos”, explica la nutricionista Pamela Peyrel. En otras palabras: como el cuerpo no tiene hidratos de carbono (azúcares), procede a quemar grasas para generar energía.

No hay una sola dieta cetogénica o ketogénica -explica Peyrel- sino que hay varias opciones para generar la cetosis. Sin embargo, todas tienen en común una característica: reducen enormemente la ingesta de hidratos de carbono, alcanzando proporciones inferiores a los 50 gramos diarios.

“Para reducir tan notoriamente el consumo de hidratos se incrementa el de los otros nutrientes energéticos, como las grasas y las proteínas, que se harán presentes en cantidades de entre 50-60% y de entre 20-30%, respectivamente. Consumir grasas no saludables no es una opción válida ya que tiene grandes riesgos para la salud cardiometabólica, entonces la dieta se debe basar en alimentos ricos en proteínas y grasas de buena calidad: carnes, huevos, aceites, semillas, palta, frutos secos, etcétera”, detalla la nutricionista.

Quién, cuándo y cuánto

“Es un tipo de dieta muy útil para cumplir objetivos a corto plazo: un boxeador que tiene que llegar a determinada composición corporal en poco tiempo, por dar un ejemplo. O una persona promedio, con entrenamiento regular, que por fines estéticos quiera, por ejemplo, definir músculos para ir a la playa en 40 días... objetivos puntuales, tiempos cortos. No es algo que se pueda sostener en el tiempo”, opina Felipe Valoy, nutricionista especializado en alto rendimiento deportivo.

El motivo para que no sea una dieta a largo plazo, señala Valoy, es que es una dieta restrictiva, cuando lo óptimo siempre será una dieta equilibrada. “No implica necesariamente un hábito de vida saludable; lo restrictivo no es siempre saludable. De hecho hay estudios que cuestionan incluso el veganismo, porque hay nutrientes que están faltando en esa dieta... Son tipos de dietas que tienen que estar planificadas y asistidas por un profesional. No es para cualquier organismo. Para un obeso no lo recomendaría, es muy agresivo. Para alguien que no entrena mucho tampoco: hay que usar todas esas proteínas y grasas que se consumen, porque también tienen calorías...”, advierte.

Son varias la cosas a analizar, entonces, antes de mandarse a hacer estas dietas que en internet se muestran como las soluciones mágicas.

Adaptación

Tomás es una de esas personas que está constantemente experimentando pautas de alimentación y cómo responde su cuerpo a cada una. “Adaptarla a mi rutina no fue difícil; es exquisita y altamente saciante, combinada con el ayuno me di cuenta de que muchas veces comemos por aburrimiento, estrés o algún sentimiento negativo”, comenta. Para los nutricionistas consultados, en cambio, el período de adaptación o adherencia es lo más complejo.

“Puede llevar hasta una semana para que el cuerpo comience a adaptarse a este nuevo combustible. Tiene que darse una adaptación fisiológica a la falta de glucosa. Superado eso, se puede comenzar a pensar en los objetivos del entrenamiento e ir progresivamente, consiguiendo lo que se busca. Pero, de nuevo, a corto plazo”, insiste Valoy.

Fatiga y dolores de cabeza pueden ser las primeras reacciones del organismo frente a este cambio repentino. “El cuerpo debe acostumbrarse a utilizar las grasas como fuente de energía, y no ir a la principal fuente a la cual recurre el organismo para obtener energía, que son los hidratos. Por lo tanto al inicio puede generar sensación de fatiga y debilidad. Es importante en este caso adaptar la actividad física a la dieta de manera progresiva para evitar este síntoma. Y tomar mucho líquido para eliminar los cuerpos cetónicos, que no sólo generan cansancio sino también dolor de cabeza. La hidratación adecuada y la adaptación de la intensidad de la actividad física son dos puntos claves”, resume Peyrel.

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