Por la banquina

Por la banquina

Los intereses personales, y no el bien común ni el interés por lo público, dominan los comportamientos del oficialismo, las internas de la oposición y hasta las inversiones internacionales y las conductas profesionales en Tucumán.

“Doctor, tenemos aquí una ergometría firmada por usted que nos hace dudar, parece que no es suya”. La llamada sorprende al cardiólogo e interpela a la mujer que lo ha contactado. “¿Cómo sabe que no es mía?”. “Es que en la suya suele tener una firma digital, además aparece su número de teléfono viejo”. El médico revisa la documentación y comprueba que nunca hizo esa ergometría y que indudablemente fue falsificada su firma y que esa persona no es su paciente. En el acto concluye que algún paciente suyo le habría prestado su vieja ergometría a un amigo para que pueda jugar en un campeonato de fútbol de profesionales.

Esto pasa repetidas veces en la vida tucumana. La situación se agrava cuando se piensa que por un divertimento, alguien que es profesional decidió no sólo hacer trampas sino además cometer un ilícito y falsificar firma y hasta robar una documentación. Ni hablar de mentir. Si el médico en cuestión fuera a la obra social y lo denunciara, la prestadora perdería un afiliado y el galeno terminaría envuelto en un gran enredo, sólo por decir la verdad o defenderla. Pero elige no hacerlo porque ni la Justicia, ni la prestadora médica ni nadie avalará que se convierta en un buchón. Al contrario. Por supuesto que la realidad sería muy diferente si ese profesional juega en el campeonato especialmente hecho para ellos y muere. ¿Quién sería el responsable? ¿El médico que no denunció que le alteraron su informe? ¿La obra social? La discusión podría ser eterna. La corrupción tiene un millón de amigos hasta que la parca se mete en la historia y ahí se empieza a entender que la corrupción mata o enferma.

Esta semana el tema de tuvo popularidad no fue precisamente en la de este poco pensante profesional que por jugar un campeonato de fútbol, primero se puso la camiseta de corrupto. El tema fue Florencia Kirchner, que enfermó, según su madre, por el acoso judicial. Sin dudas no debe ser fácil para nadie vivir con las presiones que padecen algunos políticos por sus andanzas. Pero el problema y las sospechas sobre la hija de Néstor y Cristina fue el mal manejo que hicieron sus padres de ella que resultó tener varios millones en su caja de seguridad sin que pueda justificarlos. En esas despreocupaciones caen muchos políticos en nuestro Tucumán que para defender sus intereses involucran a sus parientes directos convirtiéndolos en hombres o mujeres públicas y los ciudadanos terminamos justificándolos con el voto. Cada una de estas deformaciones se ha ido sembrando en la vida pública. Por eso les cuesta tanto producir transformaciones.

Las razones por las que se hacen las cosas no suelen ser con la mirada puesta en el bien común o en el interés por lo público o en las conveniencias para la sociedad. Son pequeños intereses que sólo le preocupa a pequeños seres humanos. Ayer, en las redes sociales se viralizó el video donde un delegado comunal le quitaba un plan social a un ciudadano de San Javier porque ahora esa persona trabajaba con otro candidato. Aparentemente, este delegado afín al gobernador Juan Manzur le sacaba una ayuda social porque el hombre se había ido a apoyar políticamente a José Alperovich. La hipocresía viral linchó virtualmente al delegado comunal, pero el hombre estaba haciendo lo que le enseñaron sus líderes. Tanto Alperovich como Manzur, como Cristina o como Macri hacen esos “aprietes”. No había nada raro. A esas banquinas se ha ido el ejercicio de la política. Pocos discutieron sobre las necesidades o no del ciudadano.

Algo parecido ocurrió en Tucumán con la macro política. Hace menos de un año estaba todo listo para que la empresa Copa Airlines viajara al exterior desde Tucumán. Hasta el acto estaba previsto. El gobernador Juan Manzur había preparado un pequeño discurso para agradecer este logro. Hasta tal punto estaba todo acordado que se habían subido a un avión de línea varios directivos y funcionarios para participar del acto de anuncio en Tucumán. La resolución del ANAC Nº 31556757-APN-DNTA#ANAC justificaba todo. Ahí se confirmaba que se harían dos vuelos semanales a Panamá que saldrían desde el aeropuerto Benjamín Matienzo. Esa ruta estaría abierta entre el 13 de diciembre de 2018 hasta el 14 del mismo mes de este año. Cuando los porteños aterrizaron en Tucumán e iban a la Casa de Gobierno, recibieron la contraorden. “Para Tucumán, nada”. Y así fue. Después apareció la resolución del ANAC Nº 36155282-APN=ANAC#MTR. En ella se busca cualquier justificación. Se dice que la persona que lo firmó ya no estaba en ese cargo y que por lo tanto el vuelo ahora se haría desde Salta con los mismos aviones, en el mismo lapso e igual frecuencia. No importaba dónde le convenía a la empresa ni tampoco si los tucumanos podrían tener más interesados en esa movida. Simplemente había una conveniencia política. Cualquier parecido al profesional delincuente o al delegado comunal mal enseñado es pura casualidad.

Se vienen los comicios y en las encuestas ni siquiera figura la necesidad de que la ética y las buenas costumbres se ajusten a la vida pública.

Tiempo de egos

Algo parecido está viviendo en estos tiempos la coalición Cambiemos. La senadora Silvia Elías de Pérez ya es la candidata a gobernadora que se eligió en ese espacio. Apenas se supo comenzó una pelea fratricida inesperada. La elegida va a tener que poner tanto esfuerzo en su campaña contra sus rivales como en ordenar la desaliñada estructura que ahora lidera. Algunos de los referentes de Elías de Pérez no saben cómo hacer para que aquellos que hace 48 horas eran posibles postulantes a gobernador se conviertan en fuertes (y fieles) columnas que sostengan la candidatura. Hay quienes consideran que tanto Domingo Amaya como José Cano o Alfonso Prat-Gay deberían ser candidatos a legisladores para, de esa manera, aprovechar sus potencialidades y al mismo tiempo asegurar que acompañarán a la senadora en serio y no a la marchanta. En el ejercicio de la política este razonamiento es para los ingenuos que no saben nada. Es como pedirle al médico que denuncie al profesional que trucha la ergometría; o como plantearle al mismo Manzur que haga un escándalo porque los tucumanos nos quedamos sin una línea aérea. No se hace. Ya vendrá la venganza.

En el peronismo mismo ya ni se discuten estas cosas y por eso en cada ciudad no habrá un candidato a intendente sino dos por el oficialismo. “Te portás mal o dudo, lo apoyo al otro”, cualquier parecido con el delegado comunal despótico es también una casualidad.

En Cambiemos se demoraron seis meses en elegir un candidato a gobernador. Ahora volverán a tomarse su tiempo para elegir al vice. No es porque el debate es la ciencia y la costumbre que los domina. Por el contrario, es la forma de abrir el tiempo para las operaciones.

El armado de esta fórmula tucumana tiene un importante componente porteño. Es en la Casa Rosada donde el PRO ha posado sus asentaderas. Es allí donde se discuten muchas de estas cosas. Pero, tanto allá como aquí la división del peronismo ha oxigenado las esperanzas de este Sportivo Rejuntados. El sueño de poder ganar los comicios del 9 de junio ha revitalizado la idea de que la persona que se elija como candidato a vicegobernador debe ser alguien afín a la candidata a gobernadora porque en el hipotético caso de triunfar los integrantes de la fórmula deberán soportarse, entenderse y trabajar juntos durante por lo menos cuatro años. Por ese motivo es que la postura tanto en Tucumán como en Olivos es que la última palabra para integrar la fórmula la tenga Silvia Elías de Pérez.

Ella ya tiene cuatro cartas sobre la mesa: Beatriz Avila, la diputada del espacio peronista que conduce el intendente Germán Alfaro; el diputado Facundo Garretón y el legislador Alberto Colombres Garmendia por el PRO; y finalmente José Manuel Paz, quien sorprendió con su aparición. No es del PRO porque en algún momento el partido se achicó en vez de agrandarse por las mezquindades típicas, pero antes que nada parece ser un “silvista” de la última hora, tanto que está dispuesto a dejar su sueño de ser intendente de Tafí Del Valle.

Hasta la tarde de ayer la senadora barajaba esos cuatro naipes. Seguramente algún comedido le dará alguna más. Estratégicamente y para mantener aceitada al máximo la maquinaria del peronismo alfarista, podría jugar con Avila. No obstante, desde que le acercaron la carta de Paz, Elías de Pérez mudó su rostro como quien ha recibido un comodín en cualquier juego de barajas. Colombres Garmendia y Garretón son a la fórmula casi lo que un par de cuatro para los jugadores de truco. De todos modos la coctelera de egos y operaciones será lo más importante de la semana de Cambiemos.

En épocas electorales las preocupaciones y afectaciones de los candidatos pasan a primer plano. Desde hace más de una década la inseguridad y, obviamente, la economía están en la pole position, sin embargo a medida que pasan los años hay otras cuestiones que preocupan tanto o más a los ciudadanos y se lo ha visto con las discusiones que se ponen al rojo vivo en las redes. Algunas hasta llegan al Congreso, como debe ser. Lo preocupante es que los dirigentes no lo vean sino que, por el contrario, sigan atendiendo sus egos, sus pequeñeces y alimenten el miedo que impide a los ciudadanos decir su verdad, como el médico al que le trucharon su trabajo.

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