ARCO 2019: Del ninot de Felipe VI a Mario Vargas Llosa

ARCO 2019: Del ninot de Felipe VI a Mario Vargas Llosa

La feria de arte madrileña -la más relevante del mundo iberoamericano- abrió con la amenaza de otra gran polémica de la mano de una figura de cuatro metros representando al rey español. Una pieza de la mexicana Teresa Margolles puso al femicidio sobre el tapete. Vargas Llosa homanajeó a Fernando de Szyszlo, un maestro que -a su juicio- se perdió el mundo.

MUÑECO. Un ninot es cada una de las figuras que compone una falla. Una falla es un conjunto de figuras de carácter burlesco que, sobre un tablado, se queman públicamente en Valencia por las fiestas de San José. MUÑECO. Un ninot es cada una de las figuras que compone una falla. Una falla es un conjunto de figuras de carácter burlesco que, sobre un tablado, se queman públicamente en Valencia por las fiestas de San José.
17 Marzo 2019

Por Marcelo Gioffré

PARA LA GACETA - MADRID

En 2012 el Franco en la nevera, de Eugenio Merino, y en 2018 la obra Presos políticos, de Santiago Sierra, que pretendía dar ese calificativo equívoco a quienes se habían alzado en Cataluña, habían desatado debates hómericos en ARCO. Y en este 2019 la galería italiana Prometeo presentó sorpresivamente una figura de más de cuatro metros de altura que representaba al Rey Felipe VI. ¿Quiénes eran los autores de esta obra? Pues justamente Eugenio Merino y Santiago Sierra, ahora en dúo. Pero no terminaba ahí la cuestión pues quien comprara la obra, ofrecida en 200.000 dólares, quedaría obligado por contrato a prenderla fuego como máximo en un año. Una auténtica provocación.

Se planteaban así varios interrogantes: ¿Era una ofensa al Rey que justamente es quien inaugura anualmente la feria? ¿Debía la obra ser retirada, como había ocurrido con Presos políticos? ¿Era realmente una obra de arte o meramente un efecto marketinero, una exageración de la cultura del espectáculo? ¿Qué sentido tiene comprar una obra para no poseerla? ¿Quién se sentiría más inclinado a comprar una obra así, quienes admiran la monarquía o quienes la detestan?

A diferencia de lo que ocurrió el año anterior con Presos Políticos, en que la polémica fue escalando tras el retiro de la obra, en el caso del muñeco gigantesco del Rey, después de un primer día en que el stand de Prometeo estaba lleno de cámaras de televisión y periodistas, el tema se fue apagando hasta desaparecer: la nueva directora de ARCO, la catalana Maribel López, indicó que ni habían pensado en retirarla porque aprendieron del error, los reyes recorrieron la feria sin siquiera detenerse en ese stand y la prensa olvidó rápidamente el tema. El debate se disipó. La indiferencia resultó un antídoto más eficaz que la indignación.

Al mismo tiempo, la galería Helga de Alvear, justamente la que el año pasado había presentado Presos políticos, este año optó por la exhibición de un solo artista: Julian Rosefeldt. Se destacaba en ese espacio una obra múltiple llamada Manifiesto, consistente en distintas fotografías de Cate Blanchett en las que, variando la pose corporal, el peinado, la vestimenta y la cosmética se advierten radicales mutaciones del personaje, desde el aspecto de una empresaria emprendedora a una muchacha apocada, pasando por una femme fatale o por una docente.

El mensaje, no por obvio menos inquietante, podría ser que lo social imprime un sesgo fuerte que permea sobre lo genético.

Otras galerías también optaron por el formato de un único artista en el stand. Tal dispositivo fue seguido por dos espacios argentinos: Del Infinito con pinturas heterodoxas del maestro Rogelio Polesello y Pasto con obras de la treintañera Sofía Durrieu (quien además protagonizó una performance titulada Puppet Me, en Usera, una barriada humilde de Madrid). En el caso de otras galerías argentinas la oferta fue más variada: Ruth Benzacar combinó obras de Aizenberg, un gran maestro, con Max Gómez Canle, en una suerte de diálogo, y sumó al videoartista Tomás Maglione; Rolf Art presentó fotos muy potentes de Humberto Rivas, junto a Facundo de Zuviría y Milagros de la Torre; Ernrique Faría llevó una propuesta –como es característico– con artistas de culto: Mirtha Dermisache, Fernando “Coco” Bedoya o las pinturas del período italiano de Oscar Bony.

En el caso de la española Elba Benitez, la incorporación del argentino Guillermo Kuitca como artista estrella de la galería tuvo un alto impacto. Además de las obras colgadas en el stand de la feria se presentó una muestra individual en la galería, en el barrio de Chueca, curada por Sonia Becce. Con el tema del espacio como eje, desde planos de teatros líricos –recordemos que Kuitca diseñó el nuevo telón del Teatro Colón– hasta pinturas de gran de formato dejaron fascinados al público madrileño y a los coleccionistas internacionales invitados por Arco.

Una obra que despertó especial interés, exhibida por la galería francesa Mor Charpentier, fue una pieza de la mexicana Teresa Margolles consistente en una sábana ensangrentada que la artista consiguió en una morgue de Bolivia. Provenía de un femicidio y Margolles pidió a las cholitas del lugar, testigos del crimen, que sobre la superficie manchada de la tela hicieran sus bordados. Luego la presentó sobre una mesa de autopsia. Podrá parecer una obra poco sutil, tal vez ostensible en su mensaje, pero cambia el quicio por el cual transita hoy abusivamente el feminismo: no apunta a detalles triviales ni poses ariscas en sociedades sofisticadas sino a los verdaderos problemas que debería asumir ese movimiento: el machismo arraigado, áspero y dañino en sociedades muy rústicas, de Medio Oriente a Latinoamérica.

Y justamente este año el país invitado fue uno de Latinoamérica: Perú. En tal contexto, Mario Vargas Llosa brindó una conferencia inaugural en la que evocó la figura de Fernando de Szyszlo, muerto en 2017, a los 92 años, junto a su mujer en un absurdo accidente doméstico, de quien dijo que, de no haberse empecinado en quedarse afincado en el Perú, habría sido uno de los grandes maestros del siglo a nivel mundial. También abundó en elogios respecto de la exposición Redes de vanguardia: Amauta y América Latina, que se exhibe en el Museo Reina Sofía. Tal mención lo llevó a rescatar la figura de José Carlos Mariátegui, fundador de la revista Amauta, en 1926, que en sus apenas 33 años de vida defendió un marxismo internacionalista y sin dogmas, un indigenismo sin el sectarismo que hoy en día lo torna viscoso y despreciable, y sobre todo alentó las vanguardias en todo el cono sur. Y el Premio Nobel lanzó al público que escuchaba en éxtasis una frase que apuntala las ideas globalizadoras: Perú no es deudor de una sola cultura sino de muchas, muy variadas. Más tarde, cuando tuve ocasión de hablar unos minutos a solas con Vargas Llosa, evocamos aquella siniestra tentativa de desinvitación de Carta Abierta, para inaugurar la Feria del Libro argentina en 2011, y me despidió con una frase memorable: “Con mi amigo Juan José Sebreli necesitamos 80 años para confluir, al fin, en las mismas ideas”.

© LA GACETA

Marcelo Gioffré - Periodista y escritor. Acaba de publicar, junto

con Juan José Sebreli, Conversaciones irreverentes.

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