Innovaron para educar con la realidad aumentada

Innovaron para educar con la realidad aumentada

Guillermo Tula y Sofía Alderete quieren revolucionar la educación por medio de una aplicación móvil que ellos desarrollaron. Su emprendimiento genera cada vez más interés en las aulas.

REALIDAD AUMENTADA. Tula demuestra cómo funciona su aplicación con las láminas.  REALIDAD AUMENTADA. Tula demuestra cómo funciona su aplicación con las láminas.

La disconformidad con la realidad de la educación, unas vacaciones por Colombia, y el proyecto de una tesis de grado fueron los ingredientes necesarios para que Guillermo Tula y Sofía Alderete decidieran fundar “RAbit Lab”, un emprendimiento tecnológico dedicado a la enseñanza de niños de nivel primario.

El nombre de la compañía no es casual: sus dos primeras letras hacen referencia a la realidad aumentada (RA), la técnica utilizada por estos jóvenes tucumanos para crear láminas interactivas con fines educativos. La tecnología, aún reciente en todo el mundo, usa las cámaras de los teléfonos móviles para crear en sus pantallas imágenes tridimensionales de los objetos dibujados en el papel.

Tula había conocido a Alderete, ingeniera en Computación de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), un par de años antes de embarcarse en el proyecto iniciado en 2016. Cuando supo que ella ya había desarrollado una aplicación móvil de realidad aumentada para su tesis de grado, le propuso trabajar juntos a partir de esa tecnología.

Previamente, él había adquirido interés por el emprendedurismo durante unas vacaciones por Colombia, en donde había visitado numerosas ferias tecnológicas y había hecho contactos con empresas del rubro. “En mi experiencia en Medellín me impactó ver cómo la tecnología cambiaba las ciudades. Así, decidí que debía aplicar eso acá”, cuenta durante una entrevista concedida a LA GACETA.

Tula, que tiene 37 años, asegura que prefirió emprender con la educación y no con la publicidad, pese a que esta última actividad le habría dado más ganancias en un menor tiempo. “Aunque nos resulte más difícil insertarnos en el mercado, decidimos trabajar en el ámbito educativo por las implicancias que esto conlleva. Nos dimos cuenta de que hacía falta un gran cambio: incluir tecnología en el aula”, reflexiona. Y agrega: “la brecha generacional entre docentes y niños es muy grande. Esto les ayudará a prestar más atención a la hora de aprender”.

El joven recuerda que el proyecto que emprendió junto con Alderete resultó aún más complejo ya que no tuvieron ningún caso previo del que guiarse. “Estamos entre los pioneros en la región. El proceso se hizo muy lento: tuvimos que buscar asesoramiento docente y crear todo desde cero”, explica.

El año pasado, los dueños de“RAbit Lab” fueron invitados por el Instituto de Desarrollo Productivo de Tucumán (IDEP) a una feria de emprendedores en Santa Cruz de la Sierra. Allí, una empresa boliviana dedicada a la educación decidió utilizar la aplicación de los tucumanos en proyectos propios. “Nuestra provincia es sumamente difícil en esta área. Recién se empiezan a abrir las puertas”, considera Tula. Al respecto, también se muestra escéptico sobre el ambiente emprendedor local. “Prefiero no perder tiempo y salir yo mismo a la calle para vender mi producto”, sentencia.

Por lo pronto, el siguiente paso de estos emprendedores tecnológicos es continuar con la venta de sus productos, sumar personal a su equipo, y atraer más inversores para llegar a más escuelas y colegios. 

La receta de “Rabit Lab”

1. Introducir tecnología en la educación

Guillermo Tula y Sofía Alderete prefirieron utilizar la realidad aumentada para apostar por un emprendimiento en el ámbito educativo antes que iniciar un negocio dedicado a la publicidad. “Creemos que con este proyecto los niños prestarán más atención en las aulas. No podemos evitar que usen los celulares, entonces, debemos educar a través de ellos”, manifiesta Tula.

2. Publicitar el producto en la calle

Si bien el empresario del rubro tecnológico mantiene relación con el ambiente emprendedor, cree que es mucho más importante “ganar tiempo” publicitando su producto en la calle. “Decidí no involucrarme mucho en esos espacios, prefiero encargarme yo de las ventas de las láminas educativas”, sentencia.

3. Reinvertir los ingresos obtenidos

“Todo el dinero que ganamos con este proyecto es invertido de nuevo para producir otros contenidos para las láminas. Preferimos hacer eso antes que extraer ingresos para nosotros”, explica Tula.

4. Crear una red de contactos para darse a conocer

El viaje que el joven tucumano realizó por Colombia en 2010 le dio acceso a su primer contacto con empresarios del rubro tecnológico. Años después, la invitación a la feria de emprendedores en Bolivia fue el paso final para ampliar esa plataforma y conseguir a los primeros inversores interesados en su emprendimiento.

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