La 157 no puede ser “la ruta de las cruces”

La 157 no puede ser “la ruta de las cruces”

Ha recogido el guante de triste fama de su colega, la ex 38. A lo largo de 123 kilómetros tucumanos, puede apreciarse una secuencia de cruces que da testimonio de las víctimas mortales que la han convertido en una suerte de nueva “ruta de la muerte”. En varios de sus tramos, la ruta nacional N° 157, que nace en San Felipe -en el límite con San Miguel de Tucumán- y concluye en Taco Ralo, se halla en mal estado; en su trayecto el camino pasa por 14 localidades.

Por ejemplo, en los cuatro kilómetros que separan a la población de Manuela Pedraza, de la ciudad Simoca, se contabilizan 10 cruces de víctimas muertas en el camino, según comprobó un periodista de nuestro diario; la primera de ellas se ubica en la entrada de Manuela Pedraza, donde un accidente dejó sin madre a cinco chicos.

Pero no sólo el deterioro del asfalto, sino también la falta de señalización y de semáforos en zonas de urbanidad, que alientan la alta velocidad que alcanzan los vehículos -especialmente los camiones de gran porte-, así como la imprudencia, son algunas de las causas de los accidentes.

De Santa Bárbara hacia el sur se hallan la localidad de Manuel García Fernández y la ciudad de Bella Vista; allí está el único semáforo en toda la extensión de la ruta. La crónica del diario advierte que entre San Miguel de Tucumán y Bella Vista, la cinta asfáltica está deformada, hay baches, escasa señalización y la banquina no existe (esto es algo constante en todo el recorrido), lo cual obliga a manejar con mucha precaución. Entre Bella Vista y Simoca la calidad del pavimento mejora y luego vuelve a empeorar hasta Atahona, donde avanza una obra de recuperación integral de la calzada que se inició en Monteagudo y concluirá en San Miguel de Tucumán. Según un funcionario de Vialidad Nacional, más del 60% de la ruta será renovada; se estima que esta obra de 80 kilómetros debería estar concluida en dos años. También se atenderán dársenas de giro para el ingreso a los pueblos, se pavimentarán parte de las banquinas, priorizando las zonas con mucha circulación de vehículos de menor porte, como motos y bicicletas, según dijo.

En nuestra edición del 18 de febrero de 2011, se informó que Vialidad Nacional había licitado las obras de reparación de la 157, se trataba de los tramos comprendidos entre las localidades de Lavalle, en el límite de Santiago del Estero y Tucumán, y La Madrid-Río Gastona-Monteagudo. A comienzos de junio pasado, el gerente de la región NOA de la Dirección de Vialidad Nacional, anunció que en pocos días se iniciarían los trabajos del tramo completo de 123 km que atraviesa Tucumán. Explicó en esa ocasión que los trabajos se habían demorado por cuestiones administrativas; añadió que la contratista tendría además a su cargo el mantenimiento de lo realizado, durante ese lapso, por tres años más.

Si en esos siete años, desde que transcurrió la licitación, los trabajos de reparación de la ruta se hubiesen concretado, probablemente, no se hubiesen registrado tantos accidentes y tantas muertes. La burocracia nunca es una buena amiga de las soluciones que requieren cierta premura. Si las autoridades no pueden controlar los excesos de velocidad en los ingresos a los pueblos, por los menos, deberían tomar los recaudos necesarios para evitar que la vida de los ciudadanos no corriera peligro. Sería importante que los trabajos de renovación se efectuaran en tiempo y forma para que la 157 no se convierta finalmente en “la ruta de las cruces”.

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