Memorias de un viaje espiritual

Memorias de un viaje espiritual

Ilusiones y desilusiones, experiencias genuinas y apócrifas con maestros, swamis y chamanes.

HEREDERA DE UN RICO ACERVO ESOTÉRICO. Koenig es una de los mayores referentes de la New Age y de los diversos movimientos colaterales. HEREDERA DE UN RICO ACERVO ESOTÉRICO. Koenig es una de los mayores referentes de la New Age y de los diversos movimientos colaterales.
16 Diciembre 2018

ESPIRITUALIDAD

DESDE OM HASTA AMÉN

 SHARON M. KOENIG

(Harper Collins - Barcelona)

La joven autora de esta narración autobiográfica -que constituye, en efecto, sus “memorias de un viaje espiritual”-, nacida en los Estados Unidos, heredó de sus antepasados próximos y remotos todo un acervo esotérico que ella, aún desde la disidencia, perfeccionó. Hasta convertirse en un ícono y una de los mayores referentes de la New Age y de los diversos movimientos colaterales: la neurociencia, la serendipia y todas las variantes de las corrientes que, en oposición a los cultos religiosos institucionalizados, buscaron una salida espiritual inclusiva, capaz de dar respuestas y técnicas prácticas -por ejemplo la meditación, el mindfulness- a quienes rechazaban lo que se proponía como “verdad revelada”, sobre todo en tiempos de post-guerra y esceptisimo absoluto respecto de la condición humana.

Sharon M. Koenig ofrece a sus lectores esa inigualable credibilidad de quien ha vivido en carne propia las idas y vueltas de estas búsquedas -no siempre rigurosas ni ajenas a cierto snobismo facilista- sin proponerse ninguna suerte de proselitismo ni de un afán protagónico. Al contrario: Desde Om hasta Amén traza un itinerario, guardando las obvias distancias, de algún modo análogo al de Yogananda en su maravillosa y novelesca Radiografía de un Yogui.

Al igual que el Maestro Hindú que llevara el Kriya Yoga a los Estados Unidos, ella narra ilusiones y desilusiones, experiencias genuinas y apócrifas con maestros, swamis y chamanes del mundo entero, incluyendo, desde luego, la India. Y lo hace con sencillez y naturalidad, ni más ni menos que como como quien hace un “Satsang”, es decir compartiendo, a la manera del vedanta hindú, su propia y apasionante experiencia en ese camino evolutivo que, como dijo Machado, “se hace al andar”.

© LA GACETA

FERNANDO SÁNCHEZ SORONDO

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