La historia de Laëtitia Perrais

La historia de Laëtitia Perrais

Un femicidio atroz que nos obliga a reflexionar

El diagnóstico. “Laëtitia no pudo construir nada: se lo impidieron de manera sistemática”, testimonia Jablonka.- El diagnóstico. “Laëtitia no pudo construir nada: se lo impidieron de manera sistemática”, testimonia Jablonka.-
16 Diciembre 2018

CRÓNICA

LAËTITIA O EL FIN DE LOS HOMBRES

IVÁN JABLONKA

(Anagrama / Del Zorzal - Buenos Aires)

En 2011, los franceses se estremecieron ante la desaparición de la joven Laëtitia Perrais, de 18 años. El horror creció cuando aparecieron sus extremidades y su cabeza en un estanque. Arrestado como presunto autor del crimen, Tony M., con antecedentes penales, confesó el asesinato pero se niega a declarar sobre el paradero del resto del cuerpo. El hecho desató un debate entre el presidente Sarkozy y la administración de justicia.

El autor de Laëtitia o el fin de los hombres es Iván Jablonka, historiador y académico, quien escribió un conmovedor texto sobre sus abuelos judíos muertos en los campos de concentración. Con la misma persistencia y con gran ternura reconstruye la historia de la joven asesinada. Le interesa cómo se cuentan los hechos y trabaja la historia buscando un máximo acercamiento a la víctima.

El femicidio lo lleva a rastrear la historia de las gemelas Laëtitia y Jessica, condenadas a una turbulenta existencia desde su nacimiento: un padre violento, una madre incapaz, un asilo, una familia de acogida, un tutor abusador que viola a Jessica.

El lugar de la víctima

Jablonka declara que no se interesa por la historia del verdugo sino por la de la víctima, que suele quedar oculta. “Que nuestra fascinación y nuestra ternura vayan a los inocentes”, escribe.

En el libro podemos identificar dos historias igualmente tremendas: la investigación del crimen y el relato de la historia familiar. Se puede comparar el trabajo con obras como A sangre fría, de Capote y El adversario, de Emmanuel Carrére pero las preocupaciones de Jablonka van más allá de la denominada “non fiction”. Se convierten en una lectura sociológica e histórica que denuncia la noción misma de justicia. Con respecto a la vida de la joven: “Decir que su vida es un campo de ruinas sería inexacto, ya que para tener ruinas, primero hay que haber construido algo. Y Laëtitia no pudo construir nada: se lo impidieron de manera sistemática”.

El narrador escribe desde un lugar distinto al del personaje, pero simpatiza con ella, se acerca con compasión a la niña descuartizada, convirtiéndola en heroína. Al terminar, casi dolorosamente, el libro expresa: “Que mi libro sea su fosforescencia, el surco con lentejuelas y la risa que dejo en el aire de una tarde de verano, una estela de palabras que denoten su gracia y su nobleza, igual que sus faltas de ortografía, su desamparo y su desgracia... Quisiera que baile, baile, baile, por ella y por nosotros, hasta el fin de los tiempos…”

Su deseo es una forma de reponer la vida tronchada de una mujer, casi una niña, como tantas cuyas vidas son segadas por el solo hecho de ser mujer.

© LA GACETA

CARMEN PERILLI

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