Quedaron en la historia... negra

Quedaron en la historia... negra

La tentación fue grande. Una final de la Copa Libertadores protagonizada por River y Boca fue el sueño de los dirigentes que se hizo realidad. El cierre perfecto para una edición del máximo torneo continental que fue presentada como la mejor de la historia pero lejos estuvo de alcanzar esa dimensión. Los desaciertos de la Conmebol se sucedieron uno detrás de otro. Hubo jugadores mal incluidos; reclamos de puntos; protestas generalizadas y numerosas polémicas. Con ese panorama no debe sorprender que la definición se convirtiera en un bochorno que trascendió en el mundo entero.

La tentación fue tan grande que muchos buscaron sacar réditos personales y al final quedaron mal parados. La Conmebol alternó las fechas programadas originalmente para que se jueguen el sábado -aunque finalmente el partido de ida se disputó el domingo por culpa de la lluvia y la revancha vaya a saber uno si finalmente se jugará- pasando por encima a los organizadores de la Superliga. Esa decisión obligó a reacomodar la reprogramación de la competencia local y hasta se suspendieron partidos, generando un enorme problema a los clubes. La medida no fue caprichosa. Jugar el fin de semana a las 17 significaba vender los derechos televisivos a Europa. Un negocio imperdible. Lo presentaron como la final del Mundo y se lo promocionó como un espectáculo único. Hasta la AFA aceptó el “convite” y produjo un video destacando que los dos clubes más populares de Argentina iban a protagonizar un momento histórico. Incluso el presidente Mauricio Macri se animó a pedir que el partido se juegue con ambas hinchadas para darle un ejemplo al mundo entero. ¿Qué hubiese pasado si se aceptaba su pedido?

Los que quisieron sacarle una tajada a la gran cita futbolística terminaron salpicados por un escándalo mayúsculo. Se suponía que el campeón iba a quedar en la historia. Pero lo único que quedará en la historia negra del fútbol es la vergüenza por todo lo vivido.

¿Cómo actuará la Conmebol ahora? La entidad quedó presa de anteriores decisiones y en un laberinto del que será difícil salir sin que alguien se sienta perjudicado. El fallo de 2015, cuando ante una situación muy parecida decidió darle por ganada la serie a River, condiciona su accionar. Es cierto que la agresión no es exactamente la misma, pero es lo más parecido posible. Todos quieren que los partidos deben ganarse en la cancha, pero cuando un fallo se orienta en sentido contrario es difícil volver atrás. Decida lo que decida la Conmebol, esta final ya quedó manchada.

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