Tucumán es Tuckerman en la película sobre la captura del nazi Eichmann

Tucumán es Tuckerman en la película sobre la captura del nazi Eichmann

El joven Klaus charla con sus anfritriones durante la cena. Les habla sobre su adolescencia y la pasión con la que salía a caballo a “explorar Tuckerman”. Es lo que se lee en los subtítulos, pero no lo que había dicho en realidad. El “Tucumán” de Klaus sonó con lógico acento extranjero, porque están hablando en inglés, pero la traductora -María Laura Aguilar firma ese trabajo- no hizo los mínimos deberes de investigación y escribió “Tuckerman” porque, simplemente, es lo que percibió a la carrera. De ese modo, para los millones de usuarios de Netflix en Latinoamérica que vieron la película “Operación final”, el paso de Adolf Eichmann por Tucumán quedó invisibilizado.

Klaus era el hijo mayor de Eichmann, aunque en público se refería a él como el “tío Ricardo”. Eichmann tomó el nombre de Ricardo Klement cuando se refugió en la Argentina y así lo certifica la cédula de identidad número 212.430 que le expidió la Policía de Tucumán, comandada allá por 1952 por Amado Juri. Eichmann ya había recibido un documento de la Policía Bonaerense, en 1950. Son pruebas fehacientes de la protección que recibieron los nazis bajo el paraguas del peronismo, porque Argentina fue uno de los santuarios que cobijaron a los criminales de guerra tras la victoria de los Aliados. En el caso de Eichmann, se trataba de uno de los mayores genocidas de la historia de la humanidad, responsable del sistema que transportaba a millones de judíos a los campos de concentración.

“Operación final” describe el operativo montado por el Mossad para secuestrar a Eichmann en Buenos Aires y llevarlo a Israel. Allí fue juzgado y condenado a muerte. Lo ahorcaron en 1962. Dirigida por Chris Weitz, la película recurre a un trazo excesivamente grueso para contar la historia y cae en algunos costumbrismos rayanos con la ridiculez, como pretender que en los bares porteños la gente se la pasa bailando tango y los hombres se visten de compadritos. Podrá decirse que se trata de una ficción y le caben todas las licencias, pero lo cierto es que más allá del correcto trabajo de Ben Kingsley en la piel de Eichmann no hay mucho para destacar.

Un personaje importante de la película es Carlos Fuldner (interpretado por el portugués Pêpê Rapazote). Nacido en Buenos Aires, Fuldner había vivido en Alemania, donde integró las SS. Tras la guerra fue uno de los encargados de aceitar la “ruta de las ratas”, la vía de escape de los nazis rumbo a Buenos Aires a través del puerto de Génova y con la colaboración del Vaticano y de la Cruz Roja. A la vuelta de los años, Fuldner fundó Capri (Compañía Argentina para Proyectos y Realizaciones Industriales), la empresa dedicada a la construcción de represas hidroeléctricas que trajo a Eichmann/Klement a Tucumán.

El paso de Eichmann por Tucumán quedó muy bien documentado en “El vecino alemán”, documental que se estrenó este año en el Espacio Incaa de la sala Caviglia. El equipo dirigido por Martín Liji y Rosario Cervio entrevistó a quienes fueron sus vecinos en La Cocha y llegó hasta la casa que Eichmann y su familia ocuparon durante un breve lapso en Las Estancias. Es comprensible que los recuerdos no sean tan precisos sobre un individuo que pasó por la zona hace más de 60 años, pero nadie había notado algo fuera de lo común. En líneas generales, se lo describe como “un tipo amable y distante”. Ese registro de Eichmann y de sus “sobrinos” (sus hijos) abarcó también Concepción y Graneros, por donde ocasionalmente se movían. Cuentan que le gustaba calzarse un poncho y salir a cazar guanacos. No mucho más. El documental, valga el apunte, es recomendable desde todo punto de vista. Incluye entrevistas a filósofos y pensadores y muestra conmovedores pasajes del juicio en Jerusalén.

Un punto interesante de esta historia quedó consignado en una investigación del diario catamarqueño El Ancasti. “Eichmann concurría frecuentemente a la Universidad Nacional de Tucumán pues debía reportar su tarea al ingeniero Armin Schoklist, jefe del Departamento Hidrología de la Facultad de Ciencias Exactas, que paradójicamente también era consultor de la empresa Capri”, indica el artículo. Ese vínculo Eichmann-UNT es una arista en la que valdría la pena profundizar.

Tan oscura como oprobiosa y fascinante, la huida de Eichmann y su acogida en la Argentina siguen generando interés: películas, ensayos, ficciones. En ese entramado a Tucumán le tocó jugar un rol trascendente y, está a la vista, el capítulo histórico no pierde vigencia. Por más que para Netflix seamos Tuckerman.

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