Viaje poco profundo al corazón del ídolo

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EL POTRO, LO MEJOR DEL AMOR | BIOGRÁFICA/DRAMA - PM16 - 122’

BUENA

ORIGEN: Argentina, 2018. DIRECCIÓN: Lorena Muñoz. CON: Rodrigo Romero, Florencia Peña, Fernán Mirás, Daniel Aráoz, Malena Sánchez, Jimena Barón, Diego Cremonesi. guión: Lorena Muñoz y Tamara Viñes. FOTOGRAFÍA: Daniel Ortega. MÚSICA: Pedro Onetto.

A la madre de Rodrigo la película no le gustó, por más que la interpretación de Florencia Peña la haya dejado más que bien parada. Marixa Balli (encarnada por Jimena Barón) dice que su relación con Rodrigo fue mucho más allá del sexo, al contrario de lo que se ve en la pantalla. También le bajó el pulgar José Luis Gozalo, manager del ídolo cordobés (lo recrea Fernán Mirás). Numerosos fans desfilan por los programas de TV quejándose porque -sostienen- el Rodrigo que ellos conocieron era distinto. Tanta polémica es ganancia neta para “El Potro, lo mejor del amor”, publicidad gratuita que inflama las boleterías.

Opiniones al margen, una película no está hecha para conformar a nadie. Es apenas un abordaje artístico y no puede afirmarse que Lorena Muñoz -directora y coautora del guión, junto a Tamara Viñes-no lo haya ensayado desde el respeto. Al contrario, a los costados escabrosos en la vida del cuartetero cordobés ni siquiera los exhibe. Por caso, jamás se ve a Rodrigo tocando drogas. Todo está en el plano de la sugerencia, hasta el presunto dealer parece más un compinche que un narco.

Lo que le falta a “El Potro...” es la hondura emocional que Muñoz había alcanzado cuando filmó la vida de Gilda. Será por las enormes diferencias entre Natalia Oreiro y el debutante Rodrigo Romero al momento de componer al personaje. Será porque el guión es en este caso mucho más disperso y los diálogos nunca alcanzan a levantar vuelo. O será porque el espíritu de la película es distinto.

La carrera de Rodrigo transcurre a toda velocidad durante dos horas que intentan resumir un trayecto fulgurante, desde el dormitorio lleno de pósters en la casa familiar de Córdoba hasta sus emblemáticos shows en el Luna Park. En el medio se cruzan las relaciones familiares, la fama, las chicas, la paternidad y la tragedia. Son demasiados episodios, lo que deriva en varios pasajes de trazo grueso e impide, por ejemplo, ahondar en el personaje, en sus motivaciones, en su pensamiento.

La música de Rodrigo se luce a pleno. Todos los hits están prolijamente filmados por Muñoz con la forma de miniclips y en ese aspecto, definitivamente, los fans no tienen de qué quejarse. El resto es una ficción cuyo anclaje en la realidad queda sujeto a un mar de especulaciones. Desde ese lugar, la película juega sus cartas con honestidad.

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