Del Potro se entristeció por la final perdida pero sigue disfrutando del tenis

Del Potro se entristeció por la final perdida pero sigue disfrutando del tenis

Se lo toma con calma

FELIZ IGUAL. Del Potro levanta la bandeja que le dieron por el segundo puesto.  twitter @delpotrojuan FELIZ IGUAL. Del Potro levanta la bandeja que le dieron por el segundo puesto. twitter @delpotrojuan
11 Septiembre 2018

NUEVA YORK.- A Juan Martín del Potro no hay resultado que le cambie su postura. Pese a llegar a una nueva final de Grand Slam y consolidarse como el mejor jugador del momento detrás de Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic, el tandilense sigue con su mensaje conformista. Disfrutar del tenis, sin buscar metas más ambiciosas, se convirtió en su premisa.

“Voy disfrutando y dejo que el tenis me sorprenda”, respondió Del Potro ante la consulta de si no había llegado el momento de cambiar el discurso por uno más enfocado a la realidad que vive, la de un jugador top con posibilidades concretas, incluso, de pelear por el número uno del mundo.

“El ranking es importante, pero no me da la felicidad que me da jugar una final de Grand Slam o que me da la gente”, añadió tras perder el domingo ante Djokovic.

“Voy a prepararme de la mejor manera para tratar de repetir esto que vine haciendo este año. Eso es lo lindo que tiene esto y lo que me motiva para los próximos años”, remarcó. Tras perder ante Djokovic, de todas formas, dejó por un momento de lado su muletilla de que simplemente lo contenta jugar al tenis. “No siempre sucede eso. Ahora estoy triste”, admitió.

Tras sus tres operaciones en la muñeca izquierda que casi lo retiran del tenis -a la cual se suma una intervención previa en la mano derecha-, Del Potro fue gestando desde 2016 un regreso que mezcló paciencia, inteligencia y un progreso paulatino y constante, matizado con algunas frustraciones y dolores en la zona que frenaron esa evolución.

Pero lo cierto es que a dos años y medio del retorno sus resultados ya excedieron su discurso. Incluso así lo aseguro Djokovic antes de la final. “Siempre fue un jugador ‘top five’ para los ojos de todos. Incluso cuando su ranking bajó y tuvo que trabajar para volver a subir. Pero todos sabíamos que tenía la capacidad y la calidad para llegar al punto donde se encuentra en este momento. Sólo era cuestión de tiempo”, expresó el serbio.

Con su victoria ante Rafael Nadal en las semifinales, “Delpo” consiguió un récord, ya que es el jugador que más veces en la historia pudo derrotar a un número uno del mundo, sin haber llegado antes o después a esa posición. Le ganó tres veces al español, tres veces a Djokovic y cuatro a Roger Federer mientras estaban en la cima del ranking. “Esa estadística muestra la calidad que tiene, especialmente en los partidos importantes. Es un gran jugador, es un campeón de Grand Slam”, lo elogió el serbio. Tres de esas diez victorias se produjeron después de 2016, período en el que cosechó logros que incluso no había conseguido antes en sus anteriores etapas en el circuito.

El primer hito en su regreso fue en los Juegos Olímpicos de Río 2016, cuando logró la medalla de plata tras anotarse triunfos sobre Djokovic y Nadal. Después lideró al equipo argentino a la conquista de su primera Copa Davis, con triunfos épicos y en cinco sets ante Andy Murray, en Escocia, y ante Marin Cilic, en Croacia.

Este año, después de ganar por primera vez desde 2013 un ATP 500 en Acapulco, celebró su primer Masters 1000, con una victoria en la final de Indian Wells ante Federer. El mes pasado saltó al tercer puesto del ranking, su mejor posición histórica. Y tras nueve años, el domingo volvió a disputar una final en Nueva York, donde chocó contra el poderío de Djokovic, aunque prometió seguir dando pelea. “Nunca me di por vencido en los momentos más difíciles en mi vida. Luché contra mis lesiones y después de nueve años, llegar a una final nuevamente es increíble”, aseguró.

A punto de cumplir 30 años, con las lesiones en el pasado y con un tenis que le permite competir de igual a igual con los mejores del mundo, tal vez sea el momento de dejar a un lado al conformismo de su discurso.

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