La seguridad y los estadios de fútbol

La seguridad y los estadios de fútbol

Atlético y San Martín comparten por estos días la participación en la Superliga, el certamen mayor del fútbol argentino. Pero hay muchas otras cosas que también los relaciona, como la pasión de sus fanáticos y la proyección que alcanzan todas y cada una de sus acciones. En este último rubro se anota el de haber puesto a sus estadios en condiciones para afrontar las competencias, en el caso de los “Decanos” de alcance internacional y en el de los “Santos”, con referencia nacional. Aunque haya todavía mucho por hacer, tanto el Monumental “José Fierro” como “La Ciudadela” están a la altura de las circunstancias y se constituyen en referentes en la región del NOA. Sin embargo, esa situación no encuentra extensión, salvo alguna excepción, en el resto de los escenarios deportivos que albergan al fútbol en nuestra provincia.

Suele afirmarse que las comparaciones son odiosas, pero de todos modos siempre es bueno apelar a ellas, para entender con mayor grado de realidad lo que se está haciendo. Los presupuestos que manejaron en los últimos tiempos Atlético y San Martín no fueron iguales. No obstante, hicieron inversiones que les fueron cambiando las caras a sus estadios, insertos en zonas densamente pobladas de San Miguel de Tucumán. Y lo hicieron con todas las limitaciones que el entramado urbano les impuso. En ambos casos, no sólo apostaron a embellecer las moles de cemento con que cuentan, sino que pusieron especial énfasis en atender cuestiones de seguridad, un aspecto en el que nunca está de más lo que se hace.

¿Puede Tucumán decir que cuenta con otros estadios que ofrezcan ámbitos seguros a los espectadores? Definitivamente no. Volvemos a las excepciones: quizás San Jorge en su flamante casa ubicada en San Andrés haya dado un paso adelante en la materia. Y puede haber algún otro esfuerzo aislado, pero no más que eso. En general, el fútbol de la provincia no ofrece garantías, visto desde las estructuras en las que desarrolla el juego.

¿Qué se hace para mejorar? ¿La Liga Tucumana actúa con el rigor que el caso requiere o debe ser contemplativa dado el presupuesto paupérrimo con el que se maneja la mayoría de las instituciones? ¿Hay que jugar pese a todas las circunstancias? ¿Es necesario establecer una política más dura en la materia?

La cuestión no es menor. Más allá de un tema cultural y de actitudes agresivas de minorías, los hechos de violencia en nuestro fútbol de entrecasa muchas veces se originan en el mal estado de los estadios. Sin comodidades en las tribunas, con elementos punzantes-cortantes-contundentes a mano, con una cercanía peligrosa entre gradas y campo de juego, con ingresos y salidas que en ocasiones se convierten en “bocas de lobo”, el común de las canchas es como una invitación a lo impredecible.

Se sabe que no son tiempos fáciles para los clubes, que subsistir se convirtió hace mucho tiempo en un modo de existencia para ellos, que la parábola de la sábana corta desde lo presupuestario condiciona cualquier pensamiento de buena voluntad. Pero nunca es tarde para cambiar las cosas que no están bien. Como dice el refrán, siempre es mejor prevenir que curar.

En un contexto de mucha precariedad, que los clubes de la provincia vean, se informen, traten de emular lo hecho por la dirigencia de Atlético y San Martín, será un buen síntoma para ofrecer en definitiva mejores lugares, más confortables y fundamentalmente más seguros para quienes quieren ver rodar la pelota en paz.

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