Cartas de lectores
30 Julio 2018

El arbolito de San Roque

Esta ciudad expone hoy un nuevo capítulo del inexorable retroceso de su arbolado urbano, arbolado que llegó, recordemos, como signo inequívoco de civilización. Esta vez le tocó morir al hermoso ejemplar de plátano, que regalaba su generosa sombra en el atrio de la iglesia San Roque. Nos queda, como recuerdo de días más felices, las tristemente mudas imágenes del Google Earth. ¿Podrá la Municipalidad multarse a sí misma? Pocas esperanzas en esta gestión, que sacó las peatonales para construir el “Monumento a la Insolación”. Prefiero enfocarme en los operarios, que son los que transmiten la cultura, y recordarles que el Familiar persigue a los depredadores de los santos árboles inocentes. La vida vegetal está en constante emergencia en nuestra ciudad, víctima no tanto de nuestras motosierras, como de nuestra pertinaz indolencia. Pido un réquiem por el santo del perrito. A los fieles de la iglesia San Roque, asaltados en sus buenas intenciones, mis sinceras condolencias y la esperanza puesta en que la vida vuelva a reinar en sus veredas.

Gerardo Isas


Avenida Soldati 542, piso 8°
San Miguel de Tucumán

El aborto y lo que implica

Ha pasado bastante tiempo desde que se discute el tema del aborto en distintos ámbitos, desde dos posiciones opuestas, sin que haya todavía un acercamiento que marque ninguna tendencia de ideas. Si tenemos en cuenta que más allá de lo religioso, profesional o lo que cada ciudadano/a puede querer, todo lo que al aborto se refiere está sujeto a lo cultural, a experiencias de vida, a lo económico y social y a lo subjetivo. De una manera u otra, las dos posiciones tienen fundamentos que los apuntalan de manera importante y al mismo tiempo otros que no solucionan como quisiéramos, integralmente. Pero mientras tanto, ¿qué hacen todos los que opinan sobre el aborto para y por los niños sumidos en pobrezas denigrantes? ¿O es que acaso no son una realidad, para los que luchan o no por el respeto a la vida desde su misma concepción, ellos (los niños) que deambulan con rostros signados de miserias, también fueron concebidos y crecieron en el vientre de una mamá. Como para darle la importancia merecida a los que luchan por el derecho a las vidas, ¿ya han previsto cómo crear centros maternoinfantiles? ¿O vamos dejar a los que por primera vez vean la luz de ese momento estén desamparados para esta sociedad de indiferentes, proclives a plantear, sin dar antes soluciones que generen garantías ciertas y concretas de cuál ha de ser el futuro de esos niños? De no ser así, lo moral se vuelve vacuo, sobre todo para los que no quieren ver esta realidad. Yo sugiero que, ante la gravedad que vivimos, se deben crear cátedras, desde el mismo inicio de la enseñanza, sobre el sexo y la sexualidad, para que el niño que llegue a su adolescencia tenga una sana conciencia de cómo debe manejarse en cada acto de vida (en lo que al tema se refiere). Mi viejo, médico él, solía decir: “a lo que en la vida alguna vez hemos de vivir, lo mejor es educar”. Sirvan los conceptos de mi viejo para determinar que la mejor forma de prevenir es educar.

Héctor Leonardo Bravo

“Es la vida, que me alcanza”

Mis abuelos vivían en la Entre Ríos al 100, una casa que, en otras manos, aún se conserva. Al lado, pegadito, el doctor Piossek, que en una de las paredes tenía un reloj: bien de noche, cuando la ciudad dormía, hacía resonar sus campanadas fantasmagóricas. Al frente vivían los Courel y del otro lado, antes de llegar a la esquina, “Nuestro Teatro”, de Rosita Ávila. En la esquina de la San Lorenzo, cruzando la calle, estaba la heladería Capri, los primeros helados en la vida que probé. Y frente a Capri, en la misma vereda de mis abuelos, don Chicho, el verdulero, que una vez participó en un concurso de tangos de la LV12, con “La vida me engañó”. Los otros vecinos, pared con pared, eran los Móllica, que tenían un hijo, Ernesto, el primer amigo que recuerdo de la infancia. En la esquina de la Crisóstomo, también cruzando la calle, un señor puso una venta de panchos, nos daban diez pesos, el caballito, para comer uno, con una Coca. También en la vereda de esa casa pusieron una peluquería; ahí vimos por primera vez, con asombro, que a los hombres ¡les lavaban el pelo con champú! ¡Con champú, oíme! En la otra cuadra, también sobre la Entre Ríos, vivían mis primos los Martínez, Manuel (que después se hizo cura dominico y hace poco falleció), César y Beatriz, que al tiempo se mudaron a la vueltita, a la Crisóstomo. Y sobre Las Heras, los primos Stagnetto, en una casa de dos pisos a la que iba a jugar cuando veníamos a esta provincia. A veces recuerdo ese tiempo, a mis abuelos, el barrio aquel, la infancia, ese Tucumán y como una agüita salada me sorprende, resbalando por la mejilla. Es la vida, que me alcanza.

Juan Manuel Aragón

Estatuto docente

En 1958 la docencia de la provincia de Buenos Aires desarrolló una huelga por tiempo indeterminado exigiendo la sanción del Estatuto y el aumento salarial, incluyendo el problema de la importante diferencia con los sueldos de los nacionales. El gobierno decidió nombrar suplentes. Cuando llegaron los telegramas de nombramientos para reemplazar a las huelguistas, en las puertas de las escuelas los rompían. Las huelguistas y las suplentes se unían”. Semejante lucha, durante el gobierno de Arturo Frondizi, fue posterior a la gran huelga en Santa Fe de 1957. La huelga santafesina debió sortear la dificultad de que no era propio de un maestro comportarse como un obrero cualquiera, ya que no correspondía a su nivel social apelar a semejante recurso. La de 1958 en Buenos Aires, con los métodos de la clase obrera, fue una lucha a fondo por su propio convenio, quebrando en este caso el concepto de apóstol de la educación o de funcionario del gobierno, como se pretendía que fuera a partir de los nombramientos a “dedo” por el poder político del momento. En palabras de Alfredo Bravo, fundador de Ctera, “ese fue un gran avance y lo que les dio impulso y fuerza a las agrupaciones gremiales docentes, ya que el estatuto les sacó el poder a los políticos. La carrera docente era una canonjía (prebenda) post, pre electoral siempre: yo te nombro, te asciendo, te traslado, te acerco a la ciudad. No te olvides que estaba vigente desde 1905 la Ley Láinez (sólo existían primarias nacionales de mayor jerarquía) y además la categoría de las escuelas: zona desfavorable, muy desfavorable, suburbana, urbana. Entonces, a partir de la sanción del estatuto vos te sentiste fortalecido, vos dependías de vos, de tus antecedentes, de tu oposición, hubo una gran movilidad”. La huelga que se inició por fuera de las pocas significativas organizaciones profesionales docentes en manos del partido Socialista, se originó en Avellaneda y La Matanza hasta extenderse a toda la provincia. Conquistaron un aumento del 60% y dieron origen a la organización gremial a partir de Uniones de Educadores que formaron la Federación Sarmiento, hoy Federación Educadores Bonaerenses. El 12 de septiembre de 1958 se sancionó el Estatuto del Docente (ley 14.473), dejando afuera a los docentes privados por imposición de la Iglesia liderada por Septimio Walsh. Tampoco incluyó el régimen jubilatorio, que formó parte de otra ley en el intento de quitarle el sentido de salario diferido, aunque indiscutiblemente debía formar parte del Estatuto del Docente, como reclamaban los huelguistas. Las huelgas de 1957 y 1958, como las que se sucedieron en las provincias para conquistar los respectivos estatutos, forman parte de la historia de la docencia por sus derechos, por la educación pública, por construir sus sindicatos y por formar parte del conjunto de los trabajadores, inaugurando un largo período de lucha por la vigencia del Estatuto, por defender sus conquistas, por impedir la injerencia del Estado-patrón en sus respectivas modificaciones. La última dictadura lo suspendió lisa y llanamente junto con la proscripción de los sindicatos, las detenciones y desapariciones. Por esa razón, la lucha emprendida a fondo en 1983, reorganizando Ctera y los sindicatos de base, tuvo como uno de los puntos fundamentales la vigencia del Estatuto del 58. En este cuadro, en Tucuman, Isauro Arancibia fue parte de este proceso. Fue asesinado un 24 de marzo de 1976, día del golpe de Estado. Fue uno de los fundadores de Ctera, donde ocupó el cargo de secretario General Adjunto y dirigente principal de la Agremiación de Trabajadores de la Educación Provincial (ATEP). Las conquistas plasmadas son su gran legado.

Pedro Pablo Verasaluse


“Restos de un naufragio”

Quiero expresarle al lector Hugo Vallejo (carta “Restos de un naufragio”, 23/7) que respeto la letanía de reproches que le hace al Gobierno nacional, aunque no las comparto en su totalidad. Tampoco comparto, y me llama la atención este punto, donde no es el único que se refiere al votante de Macri, que según él se encuentra arrepentido, sin pedir disculpa. Me pregunto: ¿arrependido de qué? ¿Pedir disculpas por qué? Hasta aquí se entenderá que soy uno más de los que votaron al actual Presidente y, como ya dije en otras cartas anteriores, jamás reprocho a nadie por quién ha votado; respeto tal decisión; de igual modo, me gustaría que respeten la mía.

Fernando R. Franco


Pasaje Einstein 1.015


San Miguel de Tucumán

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