Una obra maestra del extrañamiento

Una obra maestra del extrañamiento

EL MÉRITO. La obra de Alfred Kubin puede leerse como una utopía al revés. EL MÉRITO. La obra de Alfred Kubin puede leerse como una utopía al revés.
01 Julio 2018

Por Fernando Sánchez Sorondo

PARA LA GACETA - BUENOS AIRES

Un artista recibe de pronto la más extraña invitación, proveniente de un antiguo compañero de escuela, devenido en millonario: dejar todo e irse a vivir al “Reino Soñado”, una especie de paraíso en la tierra.

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Tras razonables vacilaciones, el invitado y su esposa ceden al convite y allí empieza para ellos una odisea procelosa y fantástica. Y en medio de gente que el autor describe con humor y perspicacia -como si se tratara de verdaderas “raras avis”, sin serlo en realidad-: “Entre las mujeres la histeria era el rasgo más común.

Por su parte, el pueblo también había sido elegido teniendo en cuenta desviaciones o imperfecciones en el desarrollo: bellos ejemplares de dipsómanos, personas infelices peleadas con el mundo y consigo mismas, hipocondríacos, espiritistas, buscapleitos temerarios, engreídos, cazadores de acción, aventura o tranquilidad, prestidigitadores, acróbatas, refugiados políticos, incluso asesinos perseguidos en el extranjero, falsificadores y ladrones, entre otros”.

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Un universo exótico pero humano -“demasiado humano” tal vez- que, si bien al principio les atrae de mil maneras, va perdiendo para ellos su fascinación al mismo tiempo que no pueden evadirse de él.

El otro lado, de Alfred Kubin, puede leerse como el despliegue de una utopía al revés, la ficcionalización de un mundo horrible. Pero gradualmente el lector -de un modo sibilino pero incuestionable- advierte que en realidad él mismo y su universo configuran ese “otro lado” que el autor logra, al principio, mostrarnos como ajeno. En eso consiste el mérito superior del libro: una suerte de obra maestra del extrañamiento, de aquello que vivimos diariamente pero visto por ojos asombrados. Un verdadero y gigantesco espejo.

A ese mérito –y al de su excelente traducción por Gabriela Adamo- se añaden las muy bellas ilustraciones del autor, Alfred Kubin, nacido en 1877 en Bohemia, famoso por sus dibujos de las obras de Edgar Allan Poe, Honoré de Balzac, Franz Kafka, Gérard de Nerval y Fiodor Dostoievski.

© LA GACETA

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