“Para crecer hay que cambiar la forma de organizar la economía”, dijo el economista Manuel Figueroa

“Para crecer hay que cambiar la forma de organizar la economía”, dijo el economista Manuel Figueroa

Para avanzar hacia una nación próspera, el experto recomendó reformar la Constitución y modernizar el Estado. Según el consultor internacional, la Argentina es un país de desarrollo imposible.

CONTUNDENTE. Manuel Figueroa reclamó la urgente reforma de la Constitución y la modernización del Estado. la gaceta / foto de Ines Quinteros Orio CONTUNDENTE. Manuel Figueroa reclamó la urgente reforma de la Constitución y la modernización del Estado. la gaceta / foto de Ines Quinteros Orio
03 Junio 2018

“La Argentina es un país de desarrollo imposible”. La afirmación, breve pero contundente, pertenece al economista y consultor internacional, Manuel Figueroa, quien visitó Tucumán días atrás y, entre otros puntos, recomendó al Gobierno un drástico cambio de rumbo económico.

En diálogo exclusivo con LA GACETA, Figueroa explicó que la reconstrucción de la Argentina es una tarea difícil. “La cultura del poder históricamente dominante en el país, impulsó años de esplendor económico entre 1860 y 1915, lo que permitió incluir a la Argentina del primer centenario, entre los 8 países más ricos del mundo. Sin embargo, esta misma cultura se transformó, tiempo después, en una potente impulsora de su decadencia y degradación”, sentenció. Siempre basado en rigurosos datos históricos, el experto (que trabajó en la Organización de las Naciones Unidas) agregó: “los proyectos de cambio liderados por el radicalismo a partir de 1916, por el conservadurismo modernizante en los años 30 y por el peronismo entre 1946 y 1955, alentaron las esperanzas de progreso y equidad social. Pero al poco tiempo quedaron inconclusos y no pudieron consumar sus propósitos de transformación y desarrollo”.

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Lo mismo sucedió posteriormente con los sucesivos gobiernos militares y los fallidos intentos del radicalismo y el peronismo en los últimos tramos del siglo pasado que derivaron en la crisis del 2001, donde los indicadores se agravaron radicalmente. “La involución económica y la degradación institucional alcanzaron su máxima expresión hacia finales de 2015. A partir de entonces, el gobierno no pudo consensuar con la sociedad un programa consistente de políticas públicas para los próximos 20 años. Y si las autoridades persisten con este camino, desde la soledad, no podrán contar con la necesaria sustentación social para enfrentar la resistencia de la oposición en el seno del Congreso Nacional”, argumentó.

Según Figueroa, la Argentina necesita comprender que la resolución de sus graves problemas desborda ya la exclusiva responsabilidad de los gobiernos de turno. “Ya es un problema de la misma sociedad. Mientras esta simple evidencia no sea reconocida, la Argentina permanecerá como un país de desarrollo imposible”, declaró.

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Los desafíos

Para avanzar hacia un país próspero, sin desempleo ni pobreza, se necesitan varios cambios. “Es imperioso que el gobierno movilice en todo el país, representaciones sociales genuinas para desplegar un intenso proceso de reflexión en torno a la nación que queremos”, dijo. Para esto es clave la reforma de la Constitución, en la que puedan insertarse nuevos marcos de convivencia. “Todavía seguimos regidos por una Constitución que tiene más de 100 años y necesita los cambios a nivel institucional, político, económico y social que reclama la actual sociedad para asegurar su dignidad, progreso y equidad. Esta tarea gigantesca debería implementarse en los próximos años, antes de que el país asista a su convulsiva implosión”, agregó.

Figueroa detalló, además, otras propuestas, entre ellas, la necesaria modernización del Estado para poder disminuir el gasto público y multiplicar la capacidad de gestión. “La historia nos enseña que los males de nuestra sociedad se incubaron en los tiempos de la colonia. Por eso, la eficaz resolución de estos problemas que traban el desarrollo argentino radican en la urgente necesidad de sanear la macroeconomía severamente desquiciada y edificar una nueva institucionalidad inclusiva. Porque es preciso redimensionar, desde la política, los flujos de distribución del ingreso nacional a fin de mejorar, en términos relativos, la participación de ‘los de abajo’. Y para lograr esto se requiere fundamentalmente cambiar la forma de organizar la economía”, declaró.

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