Machimbre de ritmos, esencia y tiempo

Machimbre de ritmos, esencia y tiempo

> CRÍTICA DE DISCO

“EN FRANCIA” | ANACRUSA

MUY BUENO

PRODUCTOR: Joël Cartigny. GÉNERO: Música latinoamericana. DURACIÓN: 75’. SELLO: Acqua Records.

Un lamento desgarrado crece amparado en una música que trae ecos de epopeya. “Prisionero de otros... dame la esperanza de un camino nuevo... todo lo que siembro, todo lo que brota, otros se lo llevan, el viento lo cobra, me quedan las manos, mi esperanza sola...” La voz abagualada estalla. Se emancipa. Arenga: “¡Vámonos hermanos! ¡Marchemos!” Anacrusa está pariendo “Fuerza”. El grupo, creado en 1972 por José Luis Castiñeira de Dios (guitarra, bajo, arreglos), resucita con vigor cada tanto, esta vez en dos discos editados en Francia, durante la época del exilio, con distintas formaciones. Participan el Chango Farías Gómez (percusión), Juan Mosalini (bandoneón), Julio Pardo (flauta), Narciso Omar Espinosa (guitarra), Tony Bonfils (bajo), André Arpino (batería), Patrice Mondon (violín), Jean-Louis Chautemps (saxos), Philippe Pages (sintetizador), entre varios. En ambos registros, el canto dramático y potente de Susana Lago, autora también de las letras, le pone un sello distintivo al conjunto. Las quince piezas que conforman este cedé doble han marcado el norte de Anacrusa que machimbró ritmos criollos, latinoamericanos, con condimentos de jazz y de rock, logrando tempranamente construir un lenguaje musical inconfundible. La melancolía del “Homenaje a Waldo” se abraza con la vitalidad de “El pozo de los vientos”, la tragedia de “El sacrificio” (“¿de qué servirá llorar... reír, si nunca he de conseguir mi dicha resucitar?”), la urgente heroicidad de “Calfucurá”, el amor festivo en “Monserrat”. La añoranza, lo primordial, el agua, el fuego, el aire, la tierra, lo épico, respiran en la música de Castiñeira de Dios que fluye como una secuencia cinematográfica del tiempo, de la historia americana. Ese regreso al pasado que es también una puerta hacia el futuro, tal vez está resumido en “Chaya” (“sigo el camino, paso tras paso, busco los rostros, que no puedo ver, hasta volver”), de allí quizás su vigencia. Para disfrutar en compañía de un conversado bienbec.

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