A casi 100 años “resucitó” la librería de su tatarabuelo

A casi 100 años “resucitó” la librería de su tatarabuelo

En pleno barrio Norte un emprendimiento intenta recuperar el espíritu del antiguo Tucumán.

NUEVO PÚBLICO. El espacio apunta, en especial, a los menores de 18 años. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA.- NUEVO PÚBLICO. El espacio apunta, en especial, a los menores de 18 años. LA GACETA / FOTOS DE HÉCTOR PERALTA.-
18 Abril 2018

“Todas las librerías guardan una historia. Esta también”, se lee en el afiche con aire definitivamente retro que preside uno de los rincones de “El libro de oro”, el flamante espacio cultural/librería/barcito/futura editorial que -desde sus anaqueles y mobiliario llenos de color -seduce al transeúnte. La historia que guarda “El libro de oro” se remonta a los finales del siglo XIX, cuando un inmigrante catalán, Ramón Sabaté, instaló en 25 de Mayo y Mendoza una librería -El libro de Oro- que sobrevivió hasta los años 30 de la centuria pasada. Ahora es Natalia Viola, tataranieta de aquel inmigrante catalán y nieta del abogado y filósofo del Derecho Edgardo Fernández Sabaté, la responsable de esta versión siglo XXI del emprendimiento.

¿Por qué una librería? “Muchos me han repetido: “¡abrir una librería en estos tiempos!”. Y yo pienso que justamente es necesaria una librería, justo en estos tiempos. Un lugar para leer en paz, frenar, participar de charlas y talleres, despejarse de lo cotidiano. Así que ¿por qué no?”, responde Viola, que cuenta que su vida ha transcurrido entre libros. “Aquí crecí yo, en el piso de arriba (del local ahora ubicado en Corrientes al 500), donde vivió mi abuela Azucena. Los libros y la música clásica (mi abuela era profesora de piano) siempre me resultaron lo más placentero del mundo”, memora.

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Un recorrido indica que el espacio está dirigido a todas las edades: muebles pequeños conviven con otros más grandes; y en los anaqueles conviven la oferta editorial para adultos con los cada vez más coloridos y vistosos libros para chicos. “Quiero que sea un espacio para todas las edades: pero, en especial, que esté destinado al público infanto juvenil, de 0 a 18 años, porque cuesta encontrar espacios para estas edades”, expresa.

Entre otras particularidades, anticipa que habrá talleres para todas las edades. De hecho, ya arrancó con una actividad sobre parto respetado. Y la agenda para las próximas semanas anticipa un ciclo de “cuentacuentos” para niños, otro de realización de cortometrajes, un tercero de juegos teatrales para adultos y un taller de retrato a partir de la promocionada imagen de Frida Kahlo.

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Otro aspecto que le interesa enfatizar es el “hecho en Tucumán”. “Al no ser una cadena, esto me da libertad para organizar sin presiones la agenda de actividades, y de ofrecer títulos de autores tucumanos, que ya se van acercando de a poco con sus obras bajo el brazo”, cuenta Viola. Ya hay algunos ejemplos en los anaqueles, como las ediciones que hizo el tucumano Daniel Ferullo de las obras de otros tucumanos, Timoteo Navarro y Aurelio Salas..

Otra arista que le interesa fomentar desde el flamante espacio es la cultura emprendedora. “Hacia la segunda mitad del año vamos a organizar charlas para adultos con ganas de emprender; algo que no es fácil”, advierte, ansiosa por “contagiar” parte de lo que ha sido su experiencia de montar una librería y espacio cultural. “No es fácil montar una librería, no es algo que hagas de un día para el otro”, reflexiona.

¿Cuál ha sido, en su caso, el mayor desafío, cuando decidió “largarse sola”? “Mi mayor miedo era la cuestión impositiva, los temas burocráticos....Y una amiga mía, que es mi contadora, me dijo: ‘vos pensá, que los miedos no te trunquen las ganas de hacer cosas. Vos concentrate en desarrollar tus buenas ideas, que de lo otro me ocupo yo’”. Tomó al pie de la letra la propuesta de su amiga y se sumergió en su proyecto. “Eso sí -enfatiza-: la idea tiene que ser viable. Hay muchas ideas buenas que naufragan porque es complicado encararlas”.

Editar en Tucumán

Entre los objetivos también está la producción editorial, en particular en el rubro destinado al lector niño y al adolescente. La idea, anticipa, es juntar buenos textos con buenos ilustradores, y editar buen material, con todos los aditamentos que hoy ofrece la literatura para chicos: texturas, color, objetos que no sólo acompañan al libro, sino que lo complementan: pizarras, brújulas, semillas para la huerta, la cocina, son apenas algunos ejemplos de los libros/objeto que conviven en los estantes. Viola afirma que la evolución del libro infantil es la gran apuesta del mundo editorial. “Basta con leer los informes de la Cámara Argentina del Libro (CAL) para corroborarlo”, apunta. Un mercado, pero también un semillero.

¿Se puede editar en Tucumán? “Creo que sí, lo que es central es el punto de ventas -afirma-. En Tucumán no faltan talentos en cuanto a autores. Y hay buena tecnología para imprimir”.

> Recuerdos

El afiche que se aprecia en una de las paredes cuenta un retazo de la historia tucumana del siglo pasado: la del “Libro de oro” del temprano siglo XX. También se exhibe una prensa de hierro que lleva grabado el nombre de Ramón Sabaté. “Es un hallazgo increíble que encontramos en una casa de retiros del Opus Dei, en El Siambón. La tengo en préstamo por unos días -destacó Natalia Viola-. La verdad es que no sabemos cómo llegó ahí y mi anhelo es que algún día se quede a vivir en la librería”. 

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