La guerra no detuvo al fútbol

La guerra no detuvo al fútbol

El “Santo” disputó el Nacional 82

NO PUDO. En 1982, el “Santo” jugó el torneo Nacional. Cayó en cuartos de final, ante Estudiantes. LA GACETA daba cuenta así del partido de vuelta, jugado en La Ciudadela. NO PUDO. En 1982, el “Santo” jugó el torneo Nacional. Cayó en cuartos de final, ante Estudiantes. LA GACETA daba cuenta así del partido de vuelta, jugado en La Ciudadela.
02 Abril 2018

Hace exactamente 36 años, el 2 de abril de 1982, la Argentina se sumía en aquella pesadilla, en aquel cuento de terror que significó la guerra por las islas Malvinas. Muchos ciudadanos, enfervorizados por un sentimiento nacionalista, vistieron casas y sitios públicos con banderas “blanquicelestes”. Y aunque todos estaban pendientes de lo que sucedía en el Atlántico sur, la mayoría de las actividades continuaron con normalidad.

El fútbol fue una de estas. Durante el período dentro del cual se desarrolló el conflicto bélico -entre el 2 de abril y el 14 de junio; es decir, 74 días-, las canchas de los equipos locales mantuvieron sus puertas abiertas, aunque sin jugar. Pasa que, por una cuestión de cronograma de la Liga Tucumana de Fútbol, los partidos correspondientes al Anual comenzaron a disputarse cuando la guerra ya había concluido. Atlético, que ese año no había clasificado para el Campeonato Nacional, permaneció inactivo.

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San Martín y Atlético Concepción sí compitieron durante ese lapso. Ambos se habían clasificado para jugar el viejo Nacional. Los “Leones” integraron la zona “B”, junto a Ferrocarril Oeste, Unión, Independiente, Argentinos, San Lorenzo (Mar del Plata), Unión (San Vicente) y Estudiantes (Santiago del Estero). Pero finalizaron quintos y no lograron pasar a la fase final.

El “Santo” integró la zona “D”, al igual que Racing (Córdoba), Vélez, Renato Cesarini (Rosario), Platense, Deportivo Roca (Río Negro), Guaraní (Misiones) y Racing.

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El Teniente General Leopoldo Fortunato Galtieri había pronunciado un viernes el discurso que daba cuenta del desembarco de las tropas argentinas en las islas, lo que implicaba la declaración de la guerra a Gran Bretaña. Al día siguiente, el Racing cordobés y Deportivo Roca inauguraron la competencia en la zona “D”. San Martín debutó el domingo 4, en Vicente López, ante Platense: ganó 1 a 0, con gol de Ángel Molina.

Durante aquellos oscuros 74 días, San Martín disputó ocho partidos, en lo que sería una de sus mejores participaciones en un Nacional. Pasó sin problemas la primera etapa y logró llegar hasta cuartos de final, instancia en la que enfrentó a Estudiantes de La Plata. El partido de ida de la llave se disputó en La Plata, el 23 de mayo. Los “Pincharratas” se impusieron 3 a 1, con goles de Guillermo Trama, Hugo Gottardi y José Luis “Tata” Brown -el que abrió el triunfo ante Alemania, en el Mundial de México 1986-; descontó Jacinto Eusebio Roldán, para los tucumanos. La vuelta se jugó en La Ciudadela, siete días después. Finalizó 2 a 2 -marcaron Roldán y Luis Heriberto Ignacio para San Martín; Gottardi (2), para Estudiantes-.

El Campeonato Nacional terminó el 27 de junio, 13 días después del silencio que implicó la derrota argentina en Malvinas. En ese momento ya había empezado a jugarse la fase de grupos del Mundial de España 1982.

Abucheos a “Ossie”

El 3 de abril de 1982, la entonces Premier británica, Margaret Thatcher, había mandado sus flotas hacia las islas. Ese día tampoco se detuvo el fútbol en Inglaterra. Por las semifinales de la Football Association Challenge Cup (FA Cup), Tottenham derrotó 2 a 0 a Leicester. El pase a la final del victorioso se vio empañado porque sus hinchas abuchearon al volante cordobés Osvaldo Ardiles -campeón del mundo de 1978-, que jugaba en su propio equipo.

Maradona, México y una suerte de revancha

El año en el cual se disputa un Mundial es especial en nuestro país. Durante los 30 días que dura la competencia no se habla de otra cosa que de la Selección y de sus rivales. Las ciudades se visten de celeste y blanco, con camisetas y banderas. La argentinidad se vive a flor de piel.

Cuando el 2 de abril de 1982, desde el balcón de la Casa Rosada, Galtieri anunció el desembarco de las tropas argentinas en las islas Malvinas, la gente congregada en Plaza de Mayo lo celebró como si el Mundial de ese año se hubiese adelantado.

La copa del mundo de 1982, disputada en España, comenzó el 13 de junio, un día antes de que el comandante Mario Benjamín Menéndez firmara la rendición. En el partido inaugural, la selección argentina cayó 1 a 0 ante su par de Bélgica. Finalmente, los dirigidos por César Luis Menotti retornaron al país con la cabeza gacha, tras caer 3 a 1 ante Brasil, el 2 de julio.

Luego de la derrota bélica, los cruces deportivos -en especial, los futbolísticos- contra Inglaterra se convirtieron en un clásico. El 9 de diciembre de 1984, Independiente venció 1 a 0 a Liverpool (gol de José Percudani) en Tokio, por la vieja Copa Intercontinental -en la actualidad, el Mundial de Clubes-.

Dos años después, las selecciones de Argentina y de Inglaterra se vieron las caras por los cuartos de final del Mundial de México 1986. En la previa de aquel partido, los gobiernos de ambos países bregaron porque el conflicto de Malvinas no se cuele en el campo de juego. El 22 de junio de 1986, a casi cuatro años exactos del fin de la guerra, en el estadio Azteca la “Albiceleste” derrotó 2 a 1 a “La Rosa”, y pasó a semifinales. Pero no se trataría sólo de una victoria; más bien tuvo ribetes de gloria: ese día, Diego Armando Maradona quedó en la historia. Primero, el diablo metió la cola para que el árbitro no advierta la “Mano de Dios”; luego, tras una eterna apilada, coronó el mejor gol de la historia de los mundiales. Se lo vivió como una especie de revancha.

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