Impecable abordaje a la compleja figura de Urquiza

una vuelta de tuerca en la profundización y análisis de la vida del caudillo.

PERSONAJE FORMIDABLE. El político, guerrero y hacendado tuvo ansias de organizar definitivamente el país que venía dando tumbos desde su Independencia.  PERSONAJE FORMIDABLE. El político, guerrero y hacendado tuvo ansias de organizar definitivamente el país que venía dando tumbos desde su Independencia.
28 Enero 2018

De Pedro León Cornet.-

La historiografía argentina está inundada de autores que, las más de las veces, adoptan inocultables propósitos de adhesión a criterios filosófico-políticos o socio-políticos tan marcados como las diferenciaciones que caracterizaron a los hechos históricos que los ocupan. Esto, cuando no la tendencia a la narración novelística, o la antología de situaciones ocurrentes y puntuales, viene caracterizando a las publicaciones del género.

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Esta Vida de Urquiza, de Isidoro J. Ruiz Moreno, texto de 557 páginas, es ilustrativo de la forma y manera de profundizar la investigación histórica y exponerla con íntima actitud de seriedad por los hechos y por sus circunstancias, ello unido al sagaz análisis de sus variadas causas y variados efectos.

La biografía de un personaje tan involucrado en el fárrago de las guerras civiles, que transitó los acontecimientos políticos y bélicos desde su juventud veinteañera hasta su trágica muerte a los 68 años, resulta un desafío científico. Porque esos años coinciden con una época en que predominaban la alteración y la confrontación, y aún más porque el biografiado fue protagonista principal de un sinnúmero de cuestiones de mucha relevancia en aquel tiempo turbulento.

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Ruiz Moreno, un auténtico y sólido especialista en el período de la Organización Nacional, afronta tan laboriosa obra desde una óptica que la torna aún más compleja y desafiante. En efecto, encara la completa trayectoria de Justo José de Urquiza, fundando y sosteniendo su investigación, afirma, en la sólida “base de escritos y relatos contemporáneos, para que reflejen los hechos sin interferencias posteriores”. Vale decir, hay un apartamiento voluntario de la historiografía –voluminosa- existente, y una concentración formidable en la masa documental a la que ha tenido acceso. Ofrece una lectura sin interrupciones (no hay citas de ninguna clase), mencionando, al final de cada capítulo, algunos estudios indispensables para quienes quisieran ampliar la información proporcionada.

Años de confrontación

Tal empresa, de por sí, importa un mérito destacable y poco habitual en el género. Pero cobra particular relevancia cuando se ha utilizado, adecuada y pormenorizadamente, documentación insospechable, mucha de ella inédita y hasta sorprendente. Y no se trata de la única particularidad de este trabajo impecable. Ruiz Moreno transita con jerarquía la totalidad de la trayectoria de Urquiza, soslayando hasta lo posible las calificaciones o adjetivaciones, y con ajuste al panorama concomitante de los contemporáneos, así como a la numerosa producción escrita del propio biografiado. Un protagonista de esa talla, reclamaba otra vuelta de tuerca en la profundización y análisis de su vida –pública y aún la privada- y ese cometido se cumple acabadamente en el trabajo del académico Ruiz Moreno.

Político, guerrero, hacendado, provinciano comprometido con su gente y con las ansias de organizar definitivamente el país que venía dando tumbos desde su independencia, Urquiza es un personaje formidable, un hombre de fuerte carácter y de claros objetivos. Hizo lo indecible para pacificar primero su provincia de Entre Ríos, y luego para lograr una nueva Confederación Argentina: la que, por su persistente iniciativa, se convirtió en república constitucional, de la que fue su primer presidente. Participó en muchas contiendas, jamás fue derrotado en las batallas que comandó (ni siquiera en Pavón, de la que se retiró cuando triunfaba cabalmente) y, aunque su figura fue controvertida, no puede dejar de apreciarse que es uno de los más importantes conductores de la Argentina, más allá incluso de sus errores. Que, como lo quiere Ruiz Moreno, “poco pesan en el balance de una existencia”.

El desempeño inicial de Urquiza –su gestión como gobernante y como guerrero- se desarrolló en la época de Rosas, sobre quien triunfó en Caseros. Su hora más alta se inició inmediatamente después, cuando planificó un nuevo país, a la vez que Buenos Aires desoía el clamor argentino por conformar una nación organizada. Fueron años muy duros, muy confrontativos. A pesar de eso, el Urquiza gobernante logró el crecimiento nacional en numerosos órdenes, realizando una transformación económica, política y cultural impensada hasta entonces.

Etapa fundacional

La participación de contemporáneos de la talla de Rosas, Lavalle, Mitre, Sarmiento, Alberdi, Paz y tantos otros que, a su lado o en la vereda de enfrente, compusieron el dramático cuadro de la historia argentina durante medio siglo, está inteligentemente descrita y analizada en este libro. Los encuentros militares, las pequeñas y grandes batallas han sido pormenorizadamente relatados, con abundancia de detalles sustanciosos. Las correspondencias transcriptas, tanto las favorables como las que cuestionaron o denigraron a Urquiza, son de un notable valor documental: un rescate de mucha significación para valorar y entender el pasado argentino.

Destaco, como suceso dominante en la vida de Urquiza, estudiado y reflejado con firme sustento documental, todo lo referido a la realización del Congreso Constituyente y la creación y puesta en marcha de la Constitución de 1853, etapa fundacional de la definitiva organización argentina. Ruiz Moreno, investigador de merecido renombre, aporta consideraciones, argumentos y rotunda como profusa documentación, para demostrar el infatigable esfuerzo de Urquiza para lograr la unidad y la puesta en marcha de una nación integral, unida, laboriosa y asentada en los derechos emanados de su sabia Constitución.

Un libro confiable, de utilísima lectura, muy recomendable para los interesados en la historia, que ciñe su propósito con alta calidad narrativa.

© LA GACETA

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