Una puerta semiabierta

Tucumán es la entrada artística de la región, y la provincia más importante para cuanto artista nacional e internacional quiera llegar al NOA. Alcanzó ese sitial al lograr desplazar a Salta, producto de una programación cada vez más firma y de la existencia de dos espacios clave en capacidad, según las necesidades de los productores: el estadio Central Córdoba (con una parte techada y otra al aire libre) y el teatro Mercedes Sosa, con 1.552 localidades). Pero es poco: esa puerta sólo está semiabierta y debe consolidarse con políticas e inversiones públicas y privadas.

Entre ambos lugares se dividen la mayor cantidad de espectáculos que llegan a la provincia, tendencia que se mantiene para el año que se está desperezando y con mcuhos espacios en blanco en la agenda por la incertidumbre de la economía y de la respuesta del público en boleterías. Los empresarios programan sus artistas con la idea de una gira que abarque varias provincias, pero en el año que acaba de concluir hubo una fuerte caída en otras plazas, principalmente la salteña. Santiago del Estero, Jujuy y Catamarca nunca tuvieron una masa crítica que resultase atractiva para que un elenco cuantioso invirtiese en un viaje.

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Las dudas acerca de la evolución de la economía inciden en el cierre de los acuerdos artísticos. Para asegurar la llegada de un espectáculo, hay que tener una proyección estimativa de cuántas entradas se venderán y cuál es el costo de los traslados, hospedajes y comidas (los elencos de obras porteñas están asalariados y no cobran a porcentaje de localidades, así que esa variable no entra en la ecuación; deben pagarles los sueldos independientemente de la cantidad de funciones que se hagan). Amortizar el viaje con dos o tres funciones sucesivas en distintos puntos del NOA es lo ideal al momento de hacer cálculos, sobre todo en tiempos en que la conectividad aérea nacional e internacional mejoró considerablemente, lo que facilita volver a tiempo de atender otros compromisos.

Los precios también dependen de esas previsiones, pero la mayoría de los espectáculos rondarán entre los $500 y los $1.500, según la ubicación, para el primer tramo del año. A partir de julio habrá un barajar y dar de nuevo según la cotización del dólar, moneda de intercambio lógico con los artistas extranjeros y respecto a la cual se mueve además la cotización de los locales con proyección internacional.

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Para alcanzar el punto de equilibrio hay variables importantes en juego que cambian según cada sitio. En el teatro Mercedes Sosa, un espectáculo de primer nivel que venda menos de 800 localidades va a pérdida (no para la sala que cobra su porcentaje del 20% de cada entrada, sino para el empresario que lo trae). Ese número, que implica el 50% de la capacidad total del lugar (incluye la platea y sus tres niveles de palcos), significa un lleno absoluto y a reventar en el teatro San Martín, la segunda sala en capacidad de la provincia y que ahora quedó chica a la mirada de los productores. Es la misma suerte que le tocó al universitario teatro Alberdi, que con sus casi 600 localidades tiene cada vez menos presencia de shows nacionales.

Además, la actuación tecnológica que se vino concretando en el Mercedes Sosa y la proyectada a futuro asegura una calidad de equipamiento montado y probado en el lugar que hace innecesario alquilar por aparte, lo que significa una merma de gastos. Este es el principal ariete con el que se manejan los administradores del ente autárquico a la hora de mantenerse en el porcentaje que cobran, el doble que otras salas donde sí se necesitan luces y sonidos extras.

Para este año, está en última etapa de estudio una inversión de $5 millones en un nuevo equipo de sonido de última generación, para tratar de terminar de solucionar el principal defecto que tiene el teatro. Pese a haberse eliminado bastante de los ecos y de la reverberancia que se escuchaban hace cuatro años, cuando fue reinaugurado en manos del Estado, sigue sin ser una sala de excelencia en la acústica, privilegio que puede levantar en alto el San Martín y terreno en el cual hasta el Alberdi le saca aún ventaja. Se promete que en el primer semestre de este año el tema quedará superado definitivamente, y con recursos genuinos obtenidos por los espectáculos que alojará.

Con el equipo de audio actual se logra una calidad que permite grabar master de discos o de DVD, como fue la experiencia hecha por el dúo La Yunta (uno de los pocos grupos tucumanos que habitó ese escenario) en mayo de 2016, para su última producción. Pero el asunto no es cómo se emite el sonido sino cómo lo recibe el público, lo que necesita todavía de trabajos edilicios de adecuación, ya que fue diseñado como un sitio sin amplificación pára su reapertura.

Si de volumen (en localidades) hablamos, la decisión del Central Córdoba de ubicarse como el lugar de referencia de los shows masivos en la región también implica una inversión determinada. Un gesto en ese sentido se dio cuando Flavio Mendoza trajo su “Stravaganza” al estadio tucumano en septiembre de 2014 y fue visto por más de 15.000 personas. En ese momento, se levantó varios metros el techo de la zona cubierta por exigencias técnicas de la puesta, lo que implicó un gasto extra cubierto por el club. Fue la señal de que para ganar un lugar en este complejo universo hay que estar dispuesto a gastar, a reducir ganancias e incluso a salir hecho económicamente.

Esa decisión empujó un poco más afuera del radar de quienes organizan recitales a otros sitios como el Estadio Floresta, hoy en una situación marginal respecto de la que gozaba hace una década. Otros lugares que alguna vez fueron emblemáticos, como el Palacio de los Deportes, agonizan sin remedio, relegados a escenografía fría de películas que remiten a situaciones extremas como “El motoarrebatador”. Sin embargo, los números en juego impiden todavía que se adelante una programación precisa de quienes vendrán este año al club de Bolívar y avenida Alem, con nombre y apellido, fecha, hora y precio. Hay contratos a punto de firmarse, pero mucha cautela en cuanto a anuncios.

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