Políticos que le temen a la política

Políticos que le temen a la política

El desembarco de 2018 se hace un puerto de incertidumbre y poquísimas expectativas de que la dirigencia política abandone su actitud autodestructiva, pero las esperanzas es lo último que se pierde.

Es muy difícil de entender qué es lo que quieren los concejales de Yerba Buena. Ellos -especialmente los díscolos- han elegido el suicidio político. Está claro que alguien que ha decidido transitar por la política tiene una clara intención de relacionarse con el pueblo y trabajar por él. Es al vecino al que le pide el voto, y ante él se compromete a realizar tal o cual tarea. Los ediles de Yerba Buena no sesionan por lo tanto no trabajan para el ciudadano y, además, no tienen posibilidades dar respuestas ni de cumplir con lo que prometieron e, incluso, con lo que soñaron. El presidente que no usó el sillón, Benjamín Zelaya, y sus adláteres, Lucas Cerúsico, Maximiliano García y Pedro Albornoz Piossek, han saltado a la palestra para entrar en guerra contra el municipio pero ni un arcabuz empuñaban. No se puede ir a la guerra con un chupetín.

Está claro que sus electores no los votaron para eso. Deben ser de los pocos políticos de la provincia que decidieron no ser políticos y ellos mismos se cerraron el camino para hacer política. ¿Qué respuesta les darán a los vecinos? Algo muy parecido le ha ocurrido al general en las sombras Ariel García. El legislador radical, enemigo número 1 del oficialismo de la UCR, se ha desesperado tanto por esas batallas que ha terminado mimetizándose con el oficialismo de la Legislatura. En ese TEG que el mismo legislador se ha propuesto jugar se va aislando y se va quedando sin fichas. Las obsesiones son el cáncer de la política. Obnubilados por un sólo objetivo no consiguen ver la amplitud del campo de batalla.

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Inanición

Con aristas muy diferentes, al primer mandatario de la provincia le ocurre algo muy parecido en la Justicia. Después de la designación de Enrique Pedicone como magistrado, el mandatario provincial ve a los Tribunales como un jeroglífico muy difícil de descifrar. El doctor Pedicone fue elegido de una terna con el secreto y silencioso convencimiento que podría ser un hombre de la misma madera. El tiempo demostró que los magistrados son independientes, autónomos, en este caso muy en particular incontrolables, y por lo tanto, Manzur y su sector quedaron descolocados. Desde su llegada, la designación de los jueces avanza con más lentitud que el boca de los 70 de los viejos jugadores del “Toto” Lorenzo. La puerta de los que salen de la Justicia, en su mayoría empujados por la biología más que por sus desaciertos o por su dignidad -último recurso de la renuncia-, es una puerta vaivén que no se detiene. En cambio, la de los que ingresan ahora la está frenando el propio gobernador. Eso es lo que le trataron de explicar el presidente de la Corte, Daniel Posse, y el vocal Antonio Estofán cuando fueron a visitar al gobernador. Así como los ediles de Yerba Buena son políticos que se quedan sin política; la Justicia tucumana avanza hacia el abismo también de convertirse en un tribunal sin magistrados. ¿Eso es lo que quiere Manzur? Esa sería otra de las maneras de conseguir que en Tucumán no haya Justicia. Una muerte por inanición. Mientras tanto, hay nueve ternas listas para cubrir vacantes y no se toman decisiones.

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Bomba a desactivar

Ayer la muerte de la joven concepcionense Natalia Vargas fue una clara muestra de cómo cuesta asumir los problemas y las crisis. Apenas se supo del fallecimiento de la hija del ex concejal Juan José Vargas, empezó el juego de las escondidas. Tan comprensible como inadmisible muchos buscaban proteger el trabajo que genera el parapente, una actividad casi simbólica del turismo Tucumano.

Cuando los concejales de esta capital se encontraron con el planteo de aumentar el boleto de ómnibus, nadie se animó a asumir esa responsabilidad. Todos se preocuparon más por el qué dirán que por lo que estaba pasando. Los ediles y funcionarios de la municipalidad de Capital le huyen al bulto. Ni son capaces de decir que no incrementarán el viaje en ómnibus ni tampoco que es necesario el incremento. Empiezan a tirarse culpas. La última ocurrió esta semana cuando el propio presidente de la comisión de Transporte adujo que le faltaba información para sesionar. Si hubiera querido, le habrían sobrado datos. La cuestión es que el problema sigue y nadie toma el toro por las astas.

Hoy la realidad es que no hubo aumentos desde enero de este año que ya no volverá. Los cambios de Gobierno trajeron implícitas otras políticas que, específicamente, licúan los subsidios que tanto les gustaban a los empresarios. En la actualidad, el 60 por ciento de lo que les ingresa por un boleto va a parar al pago de sueldos. Estos salarios no pueden atrasarse ni un ápice porque los dueños de empresas perderían los beneficios del Sistau. Este el Sistema del Transporte Automotor por el cual se canalizan los subsidios nacionales. El Gobierno Nacional también tenía vigente la Compensación Complementaria Provincial por la cual se buscaba que los aumentos salariales no impactaran en el boleto. Esto implicaba que si la empresa tenía tres trabajadores por coche se compensaban los costos. Si había más de tres no había tal compensación y si había menos se los restaba. Los empresarios además indican que desde el último aumento el gasoil se incrementó un 48 por ciento y afirman que han hecho millonarias inversiones. En el Municipio dicen que son como 300 millones de pesos y ellos sostienen que la cantidad es el doble. Mientras tanto, los tucumanos ven la realidad de los cordobeses que pagan $ 15,38 y tienen unidades de menor calidad (sin aire acondicionado y sin rampas para discapacitados). Pero también tienen presente la situación de Salta el viaje en ómnibus está en 6,95 pesos y se va a 7,45. Es específicamente el Gobierno provincial de Salta que destina 50 millones de pesos mensuales para que se mantenga ese valor.

El tema es tan complejo que no puede convertirse en una pieza más del tablero del TEG en el que se pelean el oficialismo de Cambiemos de la Municipalidad con el oficialismo del Gobierno provincial peronista. Los vecinos están en el medio. Alguna vez cuando las hiperinflaciones no sólo lo empujaban a Raúl Alfonsín fuera de Olivos sino también golpeaban a todos por igual, los concejales tenían una fórmula polinómica donde se cargaban cada uno de los ítems que hacía al costo del boleto. La desesperación por sacar una tajada política de este problema puede derivar en una reyerta en la que los ciudadanos son rehenes. Los primeros días de enero van a poner al rojo vivo este tema.

Profetas de esta tierra

Es raro Tucumán. Esa personalidad difícil quedó de manifiesto en el anuario que publicó ayer LA GACETA. Muchos intelectuales contaron que ven en Tucumán virtudes que nos cuesta rescatar a los que vivimos a diario en la provincia. Algo de eso le ha pasado a la dirigencia del Pro tucumana. Son incapaces de encontrar a alguien que los lidere. Cuando alguno asoma, empiezan las mezquindades y le ponen las trabas: “con este, sí; con este, no”. Por eso cada vez más ven a Alfonso Prat Gay como un salvador que puede llegar desde Buenos Aires como un técnico con capacidad para administrar y como un político bajo cuya carpa todos pueden encontrar un lugar sin empezar a despedazar a los otros.

En la Casa Rosada han dado la señal de que compitan, se acomoden ellos y el que mejor esté será el candidato. Lo cierto es que Tucumán ha desaparecido del mapa del Gobierno Nacional. Tienen claro que con el gobernador Manzur nada es transparente ni concreto. Demasiados ambages tiene la sinceridad de Manzur y, por lo tanto (a juzgar por las obras previstas para 2018 donde hasta Salta figura mejor que Tucumán), la provincia parece a la deriva.

Prat Gay tiene previsto venir en enero y se parará ante el Indio, en la ruta 307, para recordar y rendir homenaje a un antepasado. Mientras tanto, mira a Tucumán de reojo, no habla de la provincia, ni de su gente, sólo cuenta sus intenciones de gobernarla alguna vez como gran plataforma de lanzamiento de sus ambiciones (eso le sobran y se le notan) nacionales. Y, lo increíble, es que le viene dando resultado. En cualquier asado o café con charla política aparece su nombre y hasta los que se ofrecen no sólo para trabajar con él sino para ser su vice. Al cualquier tucumano que arrastre historia le hubieran exigido mucho más.

El Pro ve en Prat Gay una solución para emparejar el camino recorrido y las horas de trabajo invertido en Cambiemos de José Cano y de Germán Alfaro. A este trípode se le para enfrente el que integran José Alperovich, Manzur y Osvaldo Jaldo. Durante todo el año se especuló con la ruptura del trío. De la prudencia y de la inteligencia de cada uno de ellos para mantener a los tres amalgamados depende la continuidad del poder peronista en la provincia.

Este 2017 ha tenido la gran capacidad de hacer añicos lo que se había sembrado en el 2016 del Bicentenario. El desembarco de 2018 se hace un puerto de incertidumbre y poquísimas expectativas de que la dirigencia política abandone su actitud autodestructiva, pero las esperanzas son lo último que se pierde, más aún cuando algo comienza. Feliz año.

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