Baldazo sobre Manookian

Hace tres años, se viralizó una campaña mundial para concientizar sobre la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA) y recaudar fondos para alcanzar su cura. El baldazo de agua fría que recorrió la espalda de cientos de miles de personas representaba el golpe anímico que sufría quien recibía el diagnóstico de la enfermedad, y todo su entorno cercano de afectos. Es difícil reponerse a semejante anuncio, que sacude el alma y cambia todo lo referido a la vida cotidiana.

Esa helazón fue la que debió haber sentido hace una semana Jeff Manookian, cuando fue citado a la oficina del presidente del Ente Cultural de la Provincia. En ese despacho, con una solemnidad que tenía bastante de respeto profesional, Mauricio Guzmán le informó que debía dejar su cargo de director de la Orquesta Estable en manos de Alejandro Jassán. Al mismo tiempo, se anunciaba a los medios de comunicación que al día siguiente (el miércoles pasado) se concretaría la asunción del nuevo responsable de la principal formación musical oficial.

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En el arte, la velocidad trae aparejada, muchas veces, confusión. No es lo mismo que un concierto tenga mucho ritmo a que sea rápido. Los conceptos no son intercambiables, menos cuando el resultado deriva en una obra fallida. En esas horas del martes al miércoles, se filtró primero que Manookian se alejaba de toda labor pública (e incluso se aventuraba una partida de la provincia que lo cobijó una década y hasta de su país adoptivo, para retornar a Estados Unidos) hasta que luego se informó que iba a estar a cargo de un área de creación artística, bastante indefinida por cierto.

El músico de ascendencia armenia se radicó en la provincia hace 10 años, procedente de Salt Lake City, la capital de Utah, conocido como el Estado mormón de EEUU. Hace menos de un mes declaró en LA GACETA: “tengo mi DNI argentino. Soy un tucumano más. Este es mi hogar. Es mi casa permanente”.

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Aún es pronto para saber si Jassán sentirá lo mismo dentro de algunos años. El riojano, quien no llega a las cuatro décadas de vida, tuvo su último destino fijo en España, donde está vinculado a la Asociación Española de Directores de Orquesta (Aesdo), tras una etapa de perfeccionamiento en Francia. En ambos países y en varias ciudades condujo distintas formaciones, y se especializó en lírica.

Su apellido circuló con intensidad en tiempos del menemismo: su padre, Elías Jassán, fue ministro de Justicia del presidente Carlos Menem entre 1996 y 1997, función que dejó cuando se supo que a su despacho llegaban frecuentes llamadas del entorno del empresario Alfredo Yabrán, considerado el responsable del asesinato del fotoperiodista José Luis Cabezas. Se recluyó en el ejercicio del derecho comercial (antes de ser ministro había ejercido la profesión con Elena Highton de Nolasco, hoy la única mujer de la Corre Suprema de Justicia del país) hasta que su nombre volvió a los impresos de los diarios el año pasado, como director de Avian Líneas Aéreas, la filial argentina de Avianca creada tras la compra de MacAir a la familia Macri.

Este fue un lazo más que acercó a la familia riojana a la provincia, fortalecido por varias reuniones entre Jassán padre con el gobernador Juan Manzur para que la idea de que la aerolínea colombiana tuviese una cabecera (hub) en Tucumán. En los pasillos del Ente Cultural aventuran que fue el mandatario quien dispuso la designación de Alejandro (tiene el mismo nombre que su abuelo) como la mayor batuta local, sin pasar por un utópico concurso.

Darle a Manzur el suficiente oído musical como para decidir sobre semejante responsabilidad orquestal sería otorgarle más capacidad que al propio Superman: parará las balas de la Casa Rosada; no le hará mella la kriptonita alperovichista; mirará a través de las gruesas paredes de la Legislatura y doblará con sus manos el hierro radical, pero de ahí a entender de ópera hay un trecho muy largo. Si hubo una orden, no se sostuvo en lo artístico. Mejor es pensar en la autonomía de Guzmán en la elección.

Si se ratifica que Manookian se dedicará a componer, hay varias cosas por definir, como en qué estilo y qué género lo hará; para cuál formación (no es lo mismo de cámara que sinfónica); dónde se estrenará (no olvidarse que la Provincia tiene una centenaria banda sinfónica, que actúa en la calle); con qué periodicidad y una larga lista de otras cuestiones pendientes. Trascendió que desde la Orquesta ya le dijeron al autor de unas 140 piezas que no interesan los sonidos contemporáneos, sino lo clásico.

Pero más allá de las intrigas de oficina, hay dos protagonistas de siempre: por un lado los músicos, principales involucrados en todo cambio que se realice; y por el otro, el público, ya que hay que garantizar un repertorio atractivo y convocante, ante el riesgo de plateas a medio ocupar (hay que recordar que el último Septiembre Musical fue flojo en asistencia en comparación con otros años).

Entre los intérpretes había caído bien el nombre de Jassán. Lo consideran un joven con cualidades suficientes como para cubrir la responsabilidad de la dirección, y con un ímpetu que permitirá insuflar otra energía al grupo. Las experiencias previas con él en la batuta en los últimos tres años (sucesivamente, “La hija del Regimiento”, “Romeo y Julieta” y “La clemenza di Tito”) permitieron testear su compromiso y su labor, y se le destaca, especialmente, el buen tono con el que se dirige a la formación. No hay gritos ni malos tratos, lo cual es un buen comienzo en toda relación. Si a eso se le suma la promesa de especializaciones, capacitaciones e incluso giras por el exterior (se habla de 30 cuerdas que recorrerán Europa el próximo año), la bienvenida será cálida.

Respecto al público, sólo la definición de un repertorio versátil y de calidad dentro de un proyecto de crecimiento que abarque varios años, con renovación de partituras y aumento de ejecutantes, hará que los cmabios por venir sean aplaudidos en la sala y no en los despachos.

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