Una banda de chicos sale a conquistar su ciudad

Una banda de chicos sale a conquistar su ciudad

Adolescentes que imponen sus leyes y designios

VIOLENCIA. En el inicio, la novela narra el bullying contra un niño, perpetrado por el mero gusto de causar daño. VIOLENCIA. En el inicio, la novela narra el bullying contra un niño, perpetrado por el mero gusto de causar daño.
10 Diciembre 2017

NOVELA

LA BANDA DE LOS NIÑOS

Roberto Saviano

(Anagrama - Barcelona)  

El relato es ágil; la escritura, dinámica; los personajes, bien delineados; la acción, hiperquinética. Y sin embargo, la sensación que produce la lectura de esta novela es que, a lo largo de tantas páginas, “no pasa nada”… Quizás porque suceden demasiadas cosas: muchas, insustanciales y todas, intolerablemente agresivas.

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Desde su inicio nomás La banda de los niños narra el bullying perpetrado, de la manera más atroz y gratuita, realizado por el mero daño, a un niño inocente y absolutamente inobjetable aún desde los patrones más mafiosos.

Es cierto que su autor, best seller internacional a partir de Gomorra, amerita un coraje en la denuncia de la camorra italiana que resulta admirable y lo ha llevado a vivir con escolta, debido a las amenazas de los clanes con los que se atrevió. Pero ya lo ha señalado Henry James: en narrativa lo eficaz es lo verosímil y no lo verdadero. Y en La banda de los niños hay tal acumulación, tal amontonamiento de hechos, situaciones y personas de tan extrema índole y morbosidad que, aunque sean reales, no parecen creíbles. Porque la realidad misma no es maniquea.

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Por lo demás, a la trama de esta novela -el continente, por así decir- no le faltan méritos ni agilidad ni interés social, psicológico y hasta antropológico: un mundo donde son los grupos de adolescentes pisocópatas, liderados por Nicolas Fiorillo -alias el Marajá-, quienes imponen sus leyes y designios. Y cuyo poder se fundamenta en el miedo, la amenaza, el vandalismo. Y donde a los réprobos solo les espera el exilio de la cárcel o el reformatorio, cuando no la tumba.

© LA GACETA

Fernando Sánchez Sorondo


Paranza
Fragmento de La banda de los niños*
Por Roberto Saviano
Paranza es el nombre de las barcas que van a la caza de peces a los que engañar con la luz. El nuevo sol es eléctrico, la luz invade el agua, toma posesión de ella, y los peces la buscan, le tienen confianza. Tienen confianza en la vida, se lanzan boquiabiertos guiados por el instinto. Y, mientras, se abre la red que los rodea, veloz; las mallas aprisionan el perímetro del banco, lo envuelven.
Luego la luz se detiene, parece finalmente al alcance de las bocas abiertas. Hasta que los peces empiezan a recibir empujones el uno contra el otro, todos moviendo la aleta, en busca de espacio. Y es como si el agua se convirtiera en un charco. Rebotan, cuando se alejan casi todos chocan, chocan contra algo que no es blando como la arena, pero no es tampoco roca, no es duro. Parece violable, pero no hay manera de superarlo. Se agitan arriba abajo arriba abajo derecha izquierda y de nuevo derecha izquierda, pero cada vez menos, cada vez menos.
Y la luz se apaga. Los peces son izados, el mar para ellos sube repentinamente, como si el fondo se estuviera alzando hacia el cielo. Son sólo las redes, que tiran hacia arriba. Ahogados por el aire, las bocas se entreabren en pequeños círculos desesperados y las branquias, colapsadas, parecen vejigas abiertas. La carrera hacia la luz ha terminado.
* Anagrama.

Paranza
Fragmento de La banda de los niños*
Por Roberto Saviano

Paranza es el nombre de las barcas que van a la caza de peces a los que engañar con la luz. El nuevo sol es eléctrico, la luz invade el agua, toma posesión de ella, y los peces la buscan, le tienen confianza. Tienen confianza en la vida, se lanzan boquiabiertos guiados por el instinto. Y, mientras, se abre la red que los rodea, veloz; las mallas aprisionan el perímetro del banco, lo envuelven.
Luego la luz se detiene, parece finalmente al alcance de las bocas abiertas. Hasta que los peces empiezan a recibir empujones el uno contra el otro, todos moviendo la aleta, en busca de espacio. Y es como si el agua se convirtiera en un charco. Rebotan, cuando se alejan casi todos chocan, chocan contra algo que no es blando como la arena, pero no es tampoco roca, no es duro. Parece violable, pero no hay manera de superarlo. Se agitan arriba abajo arriba abajo derecha izquierda y de nuevo derecha izquierda, pero cada vez menos, cada vez menos.
Y la luz se apaga. Los peces son izados, el mar para ellos sube repentinamente, como si el fondo se estuviera alzando hacia el cielo. Son sólo las redes, que tiran hacia arriba. Ahogados por el aire, las bocas se entreabren en pequeños círculos desesperados y las branquias, colapsadas, parecen vejigas abiertas. La carrera hacia la luz ha terminado.

* Anagrama.


PERFIL

Roberto Saviano (Nápoles, 1979) es el autor, entre otros, de Gomorra (2006), traducido en más de 50 países y con venta de más de diez millones de ejemplares. Es colaborador de La Repubblica, L’Espresso. The Washington Post, The New York Times, El País y Die Zeit, entre otros medios. Ganó, entre otros premios, el Enzo Biagi, el Geschwister-Scholl-Preis y el European Book Prize. Desde 2006 vive con escolta, debido a las amenazas de los clanes a los que denunció.

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