Raúl Mostoslavsky: "estamos en una revolución en el tratamiento del cáncer”

Raúl Mostoslavsky: "estamos en una revolución en el tratamiento del cáncer”

El médico e investigador tucumano, radicado en Harvard, fue distinguido con el premio “Raíces”, del Ministerio de Ciencia de la Nación

26 Noviembre 2017

› Raúl Mostoslavsky 

Estudió Medicina en la UNT. Doctor en Biología Molecular en Israel con posdoctorado en la Universidad de Harvard, hoy es investigador en el  Massachusetts General Hospital Cancer Center y en el Laurel Schwartz; y Profesor Asociado en la Facultad de Medicina de Harvard. Recibió el premio Internacional de la Revista Science a Tesis Doctoral de Excelencia. Miembro coordinador de la Red de Científicos Argentinos en el Noreste de Estados Unidos, tuvo un rol fundamental en la promoción de estudios de biología molecular y cáncer en la Argentina. 

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Cubierto con la gorra eterna que no ha abandonado ni cuando en Buenos Aires le dieron el premio “Raíces”, el médico e investigador Raúl Mostoslavsky se entusiasma cuando marca los avances logrados en la batalla contra el cáncer y se opaca cuando reconoce que en esa materia todavía hay tumores duros de roer, como el de páncreas (“sigue siendo la caja negra”, se indigna). Hace unos días, este tucumano egresado como médico de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) que se ha dedicado con éxito “global” a la investigación en cáncer pasó fugazmente por su ciudad natal, previo viaje a Buenos Aires. Allí fue distinguido por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación junto a otros ocho investigadores argentinos radicados en el exterior.

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- ¿Qué significa recibir el premio “Raíces”?

- Con el premio “Raíces”, más que a la trayectoria científica, el Ministerio de Ciencia y Tecnología quiere premiar la vinculación con la Argentina. En mi caso, yo siempre estoy en contacto con la Argentina, recibo chicos de aquí que van a mi laboratorio. Entre muchos otros, tuve a dos tucumanas, Agustina D’Urso -que luego hizo su doctorado en Chicago- y a Sofía Giacosa, que hizo el doctorado en Grenoble, Francia, y ahora está en Seattle. Raíces es un excelente programa, un intento honesto del Ministerio de Ciencia y Tecnología de promocionar buena ciencia. Están intentando hacer entender que la ciencia no puede ser política, porque los conocimientos y los avances son a largo plazo. Ejemplos: el IPhone se creó porque en los años 50 los Estados Unidos invirtieron en computación y en electrónica. Pero eso, en Estados Unidos está siendo amenazado por la baja en los subsidios de investigación. En cambio, están creciendo Japón, Alemania, el Reino Unido... Y China, que, después de mucho tiempo de propaganda, hoy realmente está invirtiendo en ciencia de verdad.

- Entonces, ¿sin apoyo del Estado no hay ciencia, ni aquí ni en Estados Unidos?

- No. Entre el 75 y el 80% de la ciencia en los Estados Unidos sigue bancada por el Estado. El resto es aporte de la filantropía. En temas como leucemia o cáncer de mama, ese aporte es importante, por ejemplo, en el caso de la Fundación Avon. Muchos de los proyectos más locos, más riesgosos, las ideas más locas, no se podrían hacer sin el apoyo de la filantropía. El Estado suele ser más conservador en las líneas de investigación.

-¿ Y los laboratorios?

- Son mucho más exigentes, tenés que probar resultados en lapsos cortos. Pero reciben la droga cuando está ya en una molécula pequeña, cuando ya todo el laboratorio de base se hizo en la universidad.

- Llegaste a Estados Unidos desde Israel en 2001. ¿Seguís en el mismo laboratorio?

- Sigo en el mismo lugar, como profesor Asociado en Genética Básica de Cáncer, viendo el metabolismo de las células de cáncer, pero hemos ampliado nuestro campo de investigación. Estamos viendo cáncer de piel, de páncreas, de colon.

- ¿Qué cambió en tu laboratorio en el Massachusetts General Hospital (MGH) desde 2001 a esta parte?

- Algunas cosas siguen igual: ratoncitos transgénicos, líneas celulares; la gran diferencia está en la genómica. Hoy colectamos ADN y secuenciamos el genoma completo, en colaboración con biólogos computacionales que hacen el análisis computacional: ellos me dicen, de los 23.000 genes que tiene la célula, estos están caminando así. Es un conocimiento con el que no podíamos soñar 20 años atrás. Y me sigue maravillando. Todos los días voy a trabajar y digo: algo nuevo vamos a discutir, aunque la ciencia es rutina, y el día a día del experimento es muy frustrante, pero ir al laboratorio sigue siendo ver qué es lo que funcionó, y qué no. Y vamos a intentar entender por qué no funcionó.

- ¿El cáncer se cura definitivamente?

- Para un oncólogo, nombrar la palabra cura es una mala palabra. Tienen miedo de decirlo. Pero hay quienes dicen: este paciente está curado. James Allison (pionero en la inmunoterapia contra el cáncer) tiene pacientes con melanoma que estaban en grado tres, con metástasis, y siguen vivos.

- ¿Sigue siendo la inmunoterapia lo más novedoso en la revolución contra el cáncer?

- Sí. Se va avanzar con la medicina personalizada. Ahora contamos con drogas que atacan mutaciones específicas de algunos tipos de cáncer que hasta hace 10 años no existían, y que están cambiando la manera como se hace terapia de cáncer.

- En este mundo global, ¿la inmunoterapia se aplica igual en todas partes?

- En cuanto la droga es aprobada por la FDA, al toque están enterados en el resto del mundo. En Buenos Aires se está haciendo inmunoterapia con las mismas drogas aprobadas en Estados Unidos.

- ¿Hay alguna buena noticia para dar a propósito de la investigación en cáncer?

-La buena noticia es que estamos en medio de una revolución. En estos últimos 10 años tenemos tumores que se curan. La leucemia infantil es curada en un 95% de los casos; el linfoma de Hodgkin en un 90; el no-Hodgkin en un 65. Avances en investigación básica de hace 25 años, hoy se traducen en verdaderas terapias efectivas. La inmunoterapia está revolucionando el tratamiento contra el cáncer. Mujeres que tuvieron tumor de mama, detectado temprano, hoy son abuelas. Y a esta revolución la estamos viviendo por la inmunoterapia y por el proyecto Genoma Humano, que avanzó a grandes pasos, particularmente en cáncer. Tenemos secuenciados muchos más cánceres que tejidos normales, porque es mucho más fácil sacar un tumor y hacerle un secuenciamiento que sacar un tejido sano. Conocer nuestro genoma normal es un proceso más lento que el del genoma del cáncer. Además, los costos han bajado muchísimo. Ahora secuenciamos básicamente un tumor por día y cuesta alrededor de 900 dólares. Argentina está enviando a secuenciar a muchos de sus pacientes a una compañía norteamericana que da información acerca de qué mutaciones tiene determinado tumor, qué drogas hay para esa mutación. Y no son impagables.

- Ya en un plano más general, ¿ves atisbos de humanización de la medicina?

- Después de una década muy fuerte en la que la consulta era de 15 minutos porque la tecnología y la máquina iban a decirlo todo, se dieron cuenta de la importancia del componente psicosomático. De modo que se implementó el médico de cabecera por obligación. Hace unos años el MGH creó la “clínica del milenio”. Somos 23.000 empleados; crearon todo un sector en el que el rol del médico de cabecera era mucho más fuerte. Venís una vez al año y me decís cómo estás. A mí me tuvo una hora y media; creo que 10 minutos fueron para preguntarme qué me dolía; y el resto fue: “contame de tu vida”. Es un approach de medicina preventiva, porque saben que cómo te sientas va a influir en que te enfermes, o no.

> ¿Qué es el premio “Raíces”?

Está dirigido a científicos argentinos que residen en el exterior y que aportan al fortalecimiento de la vinculación y de las capacidades científicas y tecnológicas de nuestro país. La distinción se entrega desde 2010 y los premiados son seleccionados a través de una consulta realizada desde el Ministerio de Ciencia y Tecnología a figuras destacadas del ámbito científico y académico argentino y del exterior.


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