Cartas de lectores

Día de la madre I

Ya firmemente instalados dentro del día de la madre, el primer problema se nos presenta en cómo salir. Y como generalmente se sale por donde se entró, la cosa, se vuelve más complicada. Pero tratemos de ir más despacio: Lo que caracteriza la relación con la madre no es exactamente una situación habitual de comunicación sino algo básicamente marcado por un adentro-afuera. Si a esto le agregamos factores de orden temporal, nuestro vínculo con ella es, en el fondo, el de un niño con una señora grande. Ella, por su parte, tendrá la tendencia a vernos siempre como pequeños lo que permitirá que su mirada sea grande. La mirada, digo, porque quizá ella no quiere ser tan grande. Usted sabe: todos quieren vivir muchos años pero nadie quiere ser viejito. Ahora bien, cuando nosotros los hijos somos grandes, nos enternece verla achicada, chiquita, una variante de viejita. No es este resultado visual compatible con lo que sentíamos, entonces, de niños: que nuestra mamá era grande porque nosotros éramos chiquitos. No obstante, le decíamos ¡mamita! como achicándola hacia nosotros. Cuando se hace viejita no parece ya nuestra mamá, mucho menos mamita, ni tampoco nuestra chiquita. Es viejita y podríamos visualizarla, sin darnos mucha cuenta, como a nuestra abuelita a quién reconocíamos como viejita oficial cuando nosotros éramos chiquitos. Ahí sí, ¿ven? Parece que encaja mejor chiquita con viejita, propiamente las dos puntas y la ternura más cerca. Sigamos entonces. Llegó el día de la madre y lo que nos sale es transmitirle que ella es todo para nosotros. ¿Seremos nosotros todo para ella? Claro que sí, nos responderá probablemente. Pero si tenemos hermanos surgen algunos problemas: sería muy egoísta que al ser nosotros todo para ella, nuestros hermanos pasen automáticamente a ser nada. Es mucho mejor, en ese caso, considerarnos cada uno una parte para ella y que juntos con los hermanos hagamos un todo. Pero -¡ojo!- para que seamos un todo deben estar juntos los hermanos. Porque si no, al reunirnos con nuestra madre, que es todo para nosotros, se formaría un todo-todo con el riesgo de que cada todo pase a ser considerado una mitad. Y eso no está bien. Finalicemos diciendo que vivir es muy bueno -si nos dejan, como dice Luis Miguel-. Lleva al amor y agradecimiento, junto con algunos rezongos. Nuestra madre, y digo nuestra para que por un rato seamos todos hermanos, quiso, con sus ganas y con su cuerpo, que estemos en este mundo. Viva nuestra madre, entonces, aún cuando no viva, con todo su amor y con sus dos partes: de la cintura para arriba y de la cintura para abajo.

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Osvaldo Aiziczon 

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Día de la madre II

Este día nos lleva a revivir una infancia constante con hermosos sentimientos. Recuerdo algunas de las tantas emociones que vivimos en una época llena de sentimientos dulces, apacibles que a veces, claro que sí, despertaban tristezas. Volver a los lugares solitarios de la casa y contemplar el picaflor revoloteando sobre el rosal. Aspirar como en un sueño el agradable aroma de los jazmines blancos que con tanto esmero cuidaba la mamá, aquella señora que tempranito nomás, en las mañanas, ya se la sentía barrer en el patio, la galería… lavar el recipiente en el que tomaba agua el canario, que tanto cuidaba… lidiar a cada momento para acomodar la horquilla que se le caía a cada momento del pelo. Cuando terminaba “esos trabajitos de todos los días”, se llegaba a la pieza donde dormían los hijos para despertarlos porque tenían que ir a la escuela. Terminaba prometiendo “mano dura” si no le hacían caso. Empezaba otra tarea: la de higienizarlos, darles el desayuno y vestirlos. Tenían una repetida cantilena: “Me van a sacar canas verdes”. Como no lograba que le hiciesen caso, se “armaba” con una chancleta, un cinto del esposo o la clásica varilla de morera, y avanzaba con la amenaza de: “Si no mirara Dios, ya verían ustedes”. Lo cierto es que la cosa entraba en la normalidad, los chicos partían a la escuela, entonces se la escuchaba decir: “Por fin voy a poder tomar unos mates”. Con el tiempo, la madre pasó a ser cariñosamente “la vieja”, algo sublime, adorada, aquella mujer extraordinaria que amanecía con el canto del gallo y el día le resultaba siempre corto para todo lo que se empeñaba en hacer: lavaba, cocinaba, amasaba, ayudaba a los chicos con los deberes de la escuela, hacía la compras y más de una noche, hacía de enfermera para cuidar a alguien de la familia. Fue el mejor “artículo del hogar” creado por Dios, con un material que hoy es cada vez más difícil de conseguir: ¡Amor! La vieja se tomaba un respiro -¡claro que sí!- a las dos de la tarde para escuchar el radioteatro que difundían LV7 y LV12: “El león de Francia” con Armando de Oliva, Mario Vanadía, Alberto Maccarini, Claudio Barrio, Olga Sfrisso, Mirtha Novar… Después, a la oración, cuando escuchaba las campanas de la iglesia, se ponía el tul en la cabeza y partía a la novena. Descansaba del trajín del día, sacando a la noche a la silla para sentarse en la vereda, por supuesto que aprovechaba para ponerlo al tanto a su marido de todo lo que había hecho y dejado de hacer, con tono de “víctima”. ¿Alguien cocinó mejor que “su vieja”? ¿Alguien hizo mejor que ella el dulce de luma, de cayote, el arroz con leche? ¿Alguien amasaba como ella el pan casero? Hay una canción española que dice: “Mi pena es muy mala porque es una pena que yo no quisiera que se me quitara”.

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Héctor Costilla Pallares

Banda Río Salí


Turista agradecido

No es costumbre social, el ser agradecido. Pero, el episodio que me tocó vivir me compele a decir gracias. El sábado pasado, a las 11.30, tomé un taxi (móvil 321) en la puerta del Hotel Tucumán Center (25 de Mayo al 200) para ir al aeropuerto. Al descender en el destino nos olvidamos una prenda de abrigo en el asiento posterior. Antes de tomar el avión con destino a Buenos Aires comuniqué al hotel la novedad. El eficiente personal del hotel hizo los contactos con la empresa de radio taxi y con el conductor del móvil, y ahora la prenda olvidada está en nuestro poder. El episodio muestra a las personas involucradas con una calidad humana y profesional con capacidad y honestidad puesta en función de los servicios que prestan, en favor de la sociedad de la que forman parte. Al personal del hotel, a la empresa de radio taxi y al conductor del móvil, muchas gracias.

José Mancera

Ayacucho 2.070, Capital Federal.


Tarifas del agua y de la luz

En Tucumán, a los malos políticos y funcionarios no les importa la verdad de la vida del ciudadano. Sólo cuidan guardar las apariencias. Preocupado por el calamitoso manejo del Ersept en el control de los servicios públicos provinciales, me inscribí como parte en la audiencia pública para la revisión integral de la tarifa del agua que cobra la SAT (expediente Ersept nº 415/390-S-17) y en la consulta pública documentada por el incremento del costo propio (VAD) de EDET (expediente Ersept nº 7517/390-E-17). Accedí así a mucha información preocupante; que los costos de la SAT no están debidamente auditados; que trabaja a pérdida pues gasta mucho más de que lo que cobra; que no tiene control del Tribunal de Cuentas ni licita públicamente sus compras; que muchos de sus gastos son dudosos; que no paga impuestos y recibe gratis la electricidad y fondos no reintegrables del Estado. Respecto de la electricidad, tuve que plantear la nulidad de la convocatoria por los graves errores de información en que incurrió el Ersept en sus avisos en la prensa, produciendo así la indefensión de los ciudadanos y por el hecho que el directorio del ente de controlador dejó vencer hace meses su mandato legal de cuatro años, y por ello ha perdido legitimidad. A principios de agosto intenté transmitir esta información a la Legislatura, haciendo presentaciones debidamente fundadas en las comisiones de DD.HH. y Defensa del Consumidor (expediente nº 163-VL-17) y también en la de Obras y Servicios Públicos (expediente nº 174-VL-17). La situación actual es la siguiente: la audiencia pública del agua está suspendida indefinidamente; en la convocatoria pública documentada por la electricidad ya se han vencido los términos del procedimiento y la nulidad planteada no ha sido respondida, las comisiones legislativas no me reciben y no contestan nada desde hace 60 días. Y el Ersept pretende seguir funcionando con un improcedente decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que incorrectamente modifica la legislación vigente. Así no se defiende a los tucumanos; se los perjudica traicioneramente.

Raúl Santiago Giménez Lascano

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Vecinos indignados

Los vecinos de calle Crisóstomo Álvarez al 2.900, Pasaje Cabrera al 2.900, Ernesto Padilla desde Mate de Luna hasta calle Las Piedras, y aledaños hacemos conocer a la comunidad que un sector de la plaza de nuestro barrio ha sido “entregada” a un particular. El domingo 24 de septiembre, los vecinos nos despertamos por el ruido de una motosierra que destrozaba el árbol de la plaza. Indignados llamamos a autoridades de la Dirección de Espacios Verdes, quienes respondieron que esos trabajos eran “autorizados” ya que dicha porción de la plaza pertenecía a un particular, y que tanto las farolas como los bancos y el árbol debían ser retirados inmediatamente. Ante tal afirmación nos movilizamos para aclarar la situación con el supuesto nuevo dueño del terreno. Esta persona mostró su “escritura” y sorprendidos no pudimos detener las acciones. Cabe recordar que la plaza fue donada por la familia Cuezzo quien, en aquel momento, era dueña del loteo y a la cual se le obligó a donar tres terrenos sobre calle Crisóstomo Álvarez al 2900 y cuatro terrenos sobre pasaje Cabrera a la misma altura para ser usado como espacio verde público. Dicha donación figura registrada en el Informe de Registro Inmobiliario en fecha 10 de diciembre del año 1974 por decreto N° 746 Epte. 196.776. Por orden del Concejo Deliberante, el día 22/09/ 2010 por medio de la ordenanza 4.305 se entrega uno de los terrenos en favor de Caride, Cecilia Lucrecia y se lo registra como “permuta”. A su vez, esta persona vendió, el día 16 de mayo del 2013, “su” flamante terreno a un tercero. El accionar de nuestro “Honorable’’ Concejo Deliberante deja un lamentable precedente al autorizar la entrega de porciones de espacios verdes que pertenecen a la comunidad. A este paso, cada juicio al Estado municipal representará una parte de una plaza o un parque menos para el disfrute, el esparcimiento y la salud ambiental de una ciudad ya bastante contaminada

Patricia Alejandra Panico

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