Video: a través de los años, los "patovicas" se vieron obligados a mejorar su trato con la gente

Video: a través de los años, los "patovicas" se vieron obligados a mejorar su trato con la gente

Las frecuentes denuncias por discriminación llevaron a que los porteros de los boliches de Tucumán flexibilicen el tradicional "vos no pasás".

02 Junio 2017

Los requisitos que imponen los boliches para el ingreso de personas siempre despertaron polémica. Según “Tiburón”, quien trabaja como portero de discotecas desde los ‘80, esas condiciones -siempre implícitas- se han flexibilizado con el paso del tiempo.

“Antes los dueños te daban más libertad para seleccionar a la gente”, contó a Panorama Tucumano el patovica, que prefiere que lo llamen por su apodo y no por su nombre. Según recordó, en los ‘80 y en los ‘90 el escenario de la noche tucumana era distinto al de hoy: “había tres o cuatro boliches. Determinado público iba a uno, determinado iba a otro y no se mezclaban”.

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En la actualidad, “Tiburón” se ve obligado a tomar más recaudos al decirle a una persona que no puede entrar a bailar por su apariencia. “Antes directamente les decía: ‘vos no pasas’, y no te hacían problema, se iban tranquilos. Ahora lo primero que te dicen es que estas discriminando, entonces tenes que tener más trato y más tacto para que respeten tu decisión”, confesó el experimentado patovica, que trabajó en locales nocturnos como Makalú, Lancaster, Recorcholis y Dublín, entre otros.

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Una de las condiciones que tenían que cumplir quienes querían entrar a los boliches, por ejemplo, era no vestir zapatillas, según rememoró Kike Marzoratti, quien fue dueño de Monóxido, Gasoil y La Fábrica.

“En los ‘90 empezó el ‘vos sí, vos no’. A eso lo sabemos todos. Pero ahora te diría que ya no se da tanto”, coincide , por su parte, el DJ Augusto Gallucci.

El ‘vos pasas, vos no pasas’ también se imponía en las puertas de las discos de los ‘70, según contó Nicolás Maisano, quien fue Disc Jockey y dueño de Tiffanys, un reconocido boliche de la época. “(La decisión) estaba subordinada al criterio del portero, que decían que esa noche sólo entraban quienes habían reservado”, recuerda. Sin embargo, Maisano subraya que no sucedía tanto, porque las personas se “autodiscriminaban”, es decir, no intentaban ir a bailar a lugares donde suponían que no iban a poder ingresar.

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