La historia de Lucrecia Jordanoff: un video subido a Facebook provocó un cimbronazo

La historia de Lucrecia Jordanoff: un video subido a Facebook provocó un cimbronazo

A la joven le llovieron las ofertas de ayuda. Obras en su casa y sillas de ruedas.

09 Mayo 2017

El jueves pasado, Lucrecia Jordanoff se despertó sobresaltada por el celular “¿Ya viste el face? ¡Fijate: tu caso explota!”, le decían sus amigos. Miró los mensajes. ¡Eran cientos! En Facebook y en Whatsapp. Ofrecían dinero, alimentos, ropa ... Lucrecia no entendía nada. Todavía en la cama, y a pesar de saberse “curtida” en cuestiones de dificultades, todo le parecía una pesadilla. Lloró de impotencia, de no saber cómo resolver el entuerto.

La historia de Lucrecia se volvió viral y conmueve a lo tucumanos

“Esta no me la esperaba...”, dice negando con la cabeza. Recordó que el doctor Carlos Juárez, su traumatólogo desde hace 10 años, le había prometido que ese video -en el que ella aparece dando saltitos con una bata puesta para demostrar lo difícil que es trasladarse con una sola pierna sin estropear sus articulaciones- sólo lo vería un grupo de médicos amigos del especialista. El objetivo era que conocieran el caso para ayudarla. Ella padece malformaciones congénitas (amelia, no tiene brazos, y focomelia, una de sus piernas es mucho más corta que la otra) por lo que necesitaría dos sillas de ruedas: una con motor para trasladarse por la calle con independencia, y otra, estándar, para circular dentro de su casa. Pero la única que tiene está muy vieja.

Ocurrió que las buenas intenciones del doctor Juárez se frustraron cuando uno de los amigos del médico decidió subir el video a Facebook. En aquel segundo su historia se diseminó como un big bang. Los mensajes se reprodujeron a velocidad geométrica por las redes sociales mientras Lucrecia dormía. Sí, dormía, porque se había quedado hasta las cuatro de la mañana estudiado. Ella cursa Administración de Empresas en la UNT y además tiene alumnos particulares.

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A Lucrecia le empezaron a llegar las ofertas de ayuda

No podía creerlo. Dice que se muere de vergüenza cuando se ve a sí misma en el video (¡ella! que es tan coqueta). “Pero además el mensaje que trascendió está lleno de errores - afirma- : no tengo 20 años, sino 24. No voy a 3° año de la Facultad, sino a 2°. No es verdad que no tengo padre, sí lo tengo pero está separado de mi mamá. No quiero entrar en más detalles porque sería injusto para mi familia paterna. ¡Me quería morir cuando la gente me hablaba preocupada diciéndome ¿adónde te llevo mercadería? ¡Como si yo no tuviera qué comer!”

Ni plata ni mercadería

“La verdad es que no quiero plata, ni mercadería, ni ropa, ni calzado. Esas no son mis necesidades. Lo que yo busco es mejorar mi casa, tener una habitación propia con un baño adaptado a mi discapacidad, porque ahora comparto el dormitorio con mi hermana, Micaela, y ella duerme con mi hermanito. Necesito una silla de ruedas con motor para ir a la Facultad sola y que sea liviana para levantarla cuando suba al colectivo (porque tomo dos ómnibus para llegar a la Quinta Agronómica). Me gustaría un trabajo mejor que el que tengo enseñando alumnos particulares para ayudar en mi casa, porque con mi pensión por discapacidad y el trabajo de mi hermana, no alcanza”, aclara. Micaela, de 22 años toma medicamentos porque padece epilepsia.

“Da la casualidad de que la hija del doctor Juárez es compañera mía de la Facultad. Ella me dijo que su papá quería verme con urgencia. Fui a verlo y es ahí donde el doctor me pidió permiso para sacarme una foto y hacer un video sobre mí para compartirlo con un grupo de médicos, pero alguien lo subió al Face y se viralizó”, sintetiza.

Ella no quiere quedar mal con su médico, porque sabe que el doctor Juárez tuvo buenas intenciones. La idea de Juárez, según le dijo a LA GACETA en conversación telefónica, era llegar a tocar el corazón de los funcionarios y políticos para que ayuden a Lucrecia.

Un desfile

Mientras LA GACETA entrevistaba a los Jordanoff en su casa de Villa Carmela, el desfile de funcionarios continuaba desde el jueves, cuando se conoció la historia. El legislador Federico Masso la visitó y luego arribaron los técnicos del Ministerio de Desarrollo Social. Antes habían estado allí miembros del equipo del senador José Alperovich, el subdirector de Discapacidad, Hugo Jovanovics, y el legislador Eduardo Bourlé. La mamá de Lucrecia, Fernanda Barrionuevo, y su hermano, Cristo, de 15 años, oficiaban de secretarios, atendiendo llamados y sirviendo jugo.

Todos se comprometieron a ayudarla. Antes del anochecer del viernes un empleado de Alperovich llamó para avisarle sobre la ampliación de la casa y que la silla a motor ya venía en camino de Buenos Aires.

Lucrecia está exhausta. Son las 15 y todavía no ha almorzado. Con cada visita, la entrevista se interrumpe y el equipo de LA GACETA se ve confinado a la única habitación que no es el living. Es el cuarto donde ella duerme con su hermana. En un rincón hay una pila de peluches que Lucrecia se resiste a tirar. En su mesa de luz, los frascos de esmalte de uñas conviven con recuerdos y fotos de amigos. Le gusta esmaltar sus uñas y adornarlas con pintitas de otro color, lo hace ella misma. Al costado de su cama hay una bolsa con su tejido, un chal blanco. Cuando está nerviosa, los dedos de sus pies vuelan con la aguja de tejer.

Lucrecia ya comprobó el poder de las redes sociales. Ahora, lo único que quiere -dice- es recibirse, trabajar en lo que le gusta, ser independiente y no depender de su mamá y de sus hermanos para moverse. Esto, tan básico y cotidiano, no suele interesar en las redes sociales, pero para ella es lo más importante.

Los mensajes que dejó en su muro de Facebook

Gracias a todos. Lo único que busca el doctor es obtener lo que necesito por mi discapacidad

“Primero quiero darle gracias a toda la gente que ha colaborado, que me ha llamado y que se ha interesado por mí. Gracias por toda la repercusión que tuvo mi caso y por todas sus palabras de aliento. Lo que se buscó con el Dr. Carlos Juárez es una ampliación de mi casa, inserción laboral y una silla de ruedas a motor y otra estándar (ya que la mía está deteriorada). Pido disculpas si se entendió que se necesitaba otro tipo de colaboración y también a la gente que se sintió ofendida con nuestro pedido, pero lo único que busca el doctor es obtener lo que necesito por mi discapacidad para una mejor calidad de vida.  ¡Muchas gracias y que Dios y la Virgen los bendiga!” Otro mensaje señala: “quiero contarles que una señora de Monteros me ha donado la silla de ruedas a motor y que el Gobierno se va hacer cargo de la remodelación de mi casa, la cual me dijeron que comenzará la semana que entra. Además  un grupo de personas se está encargando de la silla de ruedas estándar”. (Del Facebook de Lucrecia)

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Otro caso: un adulto de 33 años
Camila Cajal no es la única ayudante del traumatólogo Claudio Brahim y el casi ingeniero electrónico Lucas Abdala. Ramón Romero (33) es abogado. Desde que nació su brazo izquierdo termina en un muñón, así que, aunque patea la pelota con la izquierda, es diestro por obligación. Ramón fue el otro sujeto experimental que ayudó a           construir las manos electrónicas. Y, como Camila, lo llenó de alegría descubrir lo nuevo que lograba hacer. “Puedo sostener cosas pesadas y usar las dos manos. Ahora lograré cortar la cebolla... con lo que me encanta cocinar”, exclamó mientras  con su prótesis recién estrenada sostenía un pesado   calentador (foto). 
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El viernes podrás escuchar esta historia
El viernes a las 17, con el nombre “Lo tecnológico y lo artesanal al alcance de la mano”, el traumatólogo Claudio Brahim presentará el caso de Camila y el de Ramón Romero en el Auditorio OSDE de Yerba Buena (Av. Aconquija 1201). La charla, abierta al público general, será el cierre de las Jornadas Científicas Regionales de Cirugía de la Mano y Miembro Superior, organizadas por la seccional Tucumán de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Mano.

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