A medio siglo del asesinato de Hilda Guerrero de Molina

A medio siglo del asesinato de Hilda Guerrero de Molina

LA MUERTE DE HILDA MOLINA. Portada de LA GACETA de enero de 1967. LA GACETA/FOTO DE ARCHIVO LA MUERTE DE HILDA MOLINA. Portada de LA GACETA de enero de 1967. LA GACETA/FOTO DE ARCHIVO
06 Enero 2017
Por Lucía Mercado - Escritora

Hace 50 años, en 1967, dictadura de Juan Carlos Onganía, el ingenio Santa Lucía vivía los últimos meses de su vida activa. En 1962 despidió parte de su personal; aun así su situación financiera deficitaria se ahondaba. En 1965 despidió más obreros: decían que sería la solución para la continuidad de la fábrica. El personal siempre rebelde nunca aceptó esos despidos, hubo muchos inconvenientes laborales y sociales.

Realizaron manifestaciones frente a las oficinas, “el escritorio”, insultos a directivos de la empresa, rotura de vidrios, instalaron grandes ollas donde hacían comida que paliaba la situación de los despedidos sin salario para mantener a sus familias, también sin asistencia social, el hospital pertenecía al ingenio y sólo atendía al personal activo. El ingenio era la única fuente de trabajo en un pueblo por esos años aislado de grandes urbes. Los dirigentes sindicales tironeados entre la empresa y los obreros que pedían soluciones.

El 20 de diciembre de 1966 hubo telegramas de despido a otro grupo de trabajadores, entre ellos a Juan Molina, marido de Hilda Guerrero de Molina, matrimonio con cuatro hijos. Fue un fin de año desgraciado y triste para el pueblo, el ingenio sólo pagaba una parte del salario, no había crédito para nada. Desde entonces Hilda se sumó al grupo de mujeres que preparaban ollas populares y atendían los comedores populares. Fue una de las principales protagonistas, junto a mujeres y hombres, en los diarios reclamos frente a las oficinas donde pedían la reincorporación de los echados y el pago de salarios. En una gran manifestación del 10 de enero la policía reprimió con rudeza y golpeó a Hilda.

Habían cerrado varios ingenios, otros quedaron pendientes de continuidad laboral. La FOTIA y CGT llamaron a una concentración en Bella Vista para el jueves 12 de enero de 1967. La noche anterior desde Santa Lucía, con mil obreros despedidos y otros mil en actividad, salieron sólo 40 personas. Estaban Hilda Guerrero de Molina, su marido, otros vecinos y los dirigentes sindicales del momento: Zelarayán, Flórez, Galván, Totó Rodríguez, Francisco Guerrero. La policía vigilaba rutas y caminos para impedir la concentración, por eso se fueron caminando a través de cañaverales, cruzando ríos, pasaron Caspinchango, Famaillá, atravesaron la ruta 38 y a las 8 h llegaron a Bella Vista. Había ¡miles de personas de toda la provincia!, dirigentes de todo el país.

Alrededor de las 11 h la policía avanzó ante la gente, vieron a Hilda cruzar la calle junto a su primo Jorge Guerrero, ya en la otra orilla volvió su rostro mirando a los policías. Recibió un certero disparo en la frente que salió por la nuca haciendo un gran agujero. Inmediatamente la levantaron, la llevaron al hospital, estaban su marido, su hermana, otros compañeros y dirigentes de Santa Lucía. Allí murió producto de ese brutal asesinato por parte de policías que reaccionaron contra obreros y sus familias que desarmados sólo pedían reincorporación de trabajadores y pedían trabajo.

El velatorio de Hilda Guerrero de Molina fue un gran acontecimiento en el pueblo y en la provincia. Vinieron dirigentes nacionales, medios de comunicación, radio, TV, diarios y revistas. Allí comenzó la consideración como abanderada de los trabajadores. Los amigos y vecinos valoramos que haya ido caminando en defensa de nuestra fuente de trabajo, de la reincorporación de nuestros obreros. La homenajearemos recordando los 50 años de su injusta muerte el jueves 12 de enero a 10 h en la plaza pública de Santa Lucía.

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